domingo, 22 de junio de 2008

El niño aprendió la lección, pero vuelve por sus fueros

Por Albert Valor

Mucho se está hablando estos días del posible fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid. El affaire es ya el culebrón del verano, como en otros tiempos lo fueron Figo, Saviola, Ronaldo o David Beckham. Y lo es porque nadie dio un paso al frente ―quizá Ferguson ha sido el único con sus, por otra parte, desafortunadas declaraciones; a este paso perderá el juicio― en su debido momento: el Real Madrid no se decide a negociar en firme por el jugador, y Cristiano, lejos de esa humildad que todo hombre necesita para triunfar en la vida ―no quizá en el plano profesional pero sí en el humano―, ha estado lanzando balones fuera cada vez que se le preguntaba sobre su futuro, diciendo incluso que ni su madre ni su novia sabían qué haría el año próximo. Con ello, no sólo ha faltado a la mujer que le dio el ser o a la bella con la que comparte su vida ―que ya es decir―, sino también al equipo que le ha dado fama mundial ―y evidentemente a la afición de Old Trafford― y de rebote, a un club que suspira por hacerse con sus servicios y que tiene miedo de volver a quedar con la cara pintada como en aquella ocasión en la que quiso traerse a un tal Patrick Vieira a Concha Espina allá por 2004. Decían que a aquel Madrid le faltaba un mediocentro como el francés para aspirar a todo y dicen que a éste le falta un crack como el luso no sólo para aspirar a todo en Europa y poner la guinda a un gran equipo, sino también para volver a ponerle rostro a la imagen publicitaria del equipo blanco.

El caso es que al fin, el luso, tras decir Diego donde dijo digo infinidad de veces, ya ha dado a entender que su sueño es el Real Madrid. Evidentemente, lo ha hecho dando muestras de su egocentrismo. Esta vez ha optado por no respetar ya ni a sus compatriotas, maltrechos en su moral tras el KO en la Eurocopa. A 'CR7' le faltó tiempo para hablar tras el partido contra Alemania.

Quizá muchos piensen ya que el niño a quien me refiero en estas líneas es Cristiano Ronaldo, pero no, el mocoso que un día aprendió la lección y hoy parece haberla olvidado no es otro que el Real Madrid Club de Fútbol, un niño de 106 años. Todos vemos aún cercana aquella imagen del Madrid galáctico y caduco que cada verano paseaba su estrellato por las Antípodas ―Asia o Estados Unidos― y que durante el invierno se dedicaba a arrastrar su descompensación por los campos de España y Europa con aquellas estrellas estrelladas ―los Figo, Ronaldo, Beckham y cía―. Aquel Madrid galáctico pareció ser un día el sueño de cualquier aficionado, un equipo de Play Station en el que sólo se daba cabida a los más grandes ―¿o quizá a los más mediáticos? Pero ese Madrid acabó suponiendo el fin del florentinato ―también fue Florentino Pérez quien lo ideó―, y también sumió a los de Chamartín en una de las mayores crisis deportivas de toda su historia y de la que les costó un buen tiempo salir.

Fue el año pasado, con la nave comandada por el capitán Capello y ocupada por hombres –que no por nombres– cuando el Madrid resurgió de sus cenizas para ganar una Liga en la que nadie contaba con ellos a dos meses para su fin. A día de hoy, y siguiendo la estela de Capello, el Madrid ha creado un equipo joven y compensado que si bien aún no da la talla en Europa, sí que ha conseguido arrebatarle el trono al Barça en España. Nombres como los de Pepe, Sergio Ramos, Gago, Sneijder o Higuaín forman la columna vertebral seguro en torno a la cual girará el futuro a medio plazo. Una clase media no exenta de calidad que asegura garra, sacrificio, compromiso y como se ha podido ver, títulos. Al Madrid le faltan un par guindas. Y quizá la primera sea saber encontrar en el mercado a un futbolista que responda en los momentos clave en los partidos cruciales y que a la vez no desestabilice la plantilla. La segunda será no volver a convertirse en aquel niño mimado que quiere tener el juguete de moda. Prácticamente todos los de mi generación hemos podido ver lo difícil que le resultó a Arnold Schwarzeneger conseguir el juguete más preciado por su hijo en Un padre en apuros para hacerlo feliz. Puede que comprar a Cristiano Ronaldo haga feliz a la afición merengue –que no a toda– en este verano. Pero eso no garantiza que en junio de 2009, ese niño que es cada aficionado –del Madrid en este caso, pero al fin y al cabo un caso que se puede dar en cualquier afición del 'planeta fútbol'– siga estando feliz, sobre todo si no se ha conseguido lo que se anhelaba.

En los últimos años el Madrid se ha ido reinventando con la fortuna de que su falta de caché hacía que los jugadores más preciados del mercado se mostraran reacios a recalar en sus filas. Poco a poco, en la Casa Blanca están recuperando el glamour perdido, tanto que ya vuelven a parecer aquel chiquillo malcriado que se aplica aquello de 'culo veo, culo quiero'. Y no sólo eso; siempre se ha de pretender lo que esté más de moda: hace dos veranos era Cesc, el pasado Kaká, y ahora Cristiano –sin olvidar que coincidiendo con un momento de apogeo de Diego, del Werder Bremen, durante la primera mitad de la temporada, también se habló del posible interés por ficharlo.

¿Dónde está ahora Kaká? ¿Acaso ha perdido el atleta de Cristo y último Balón de Oro la calidad que atesoraba hace 12 meses? Rotundamente no. Lo que ha perdido es su protagonismo mediático, y su condición de faro del actual campeón de Europa, ahora en manos del '7' de los red devils. Y eso parece ser que no le sirve al Real Madrid. Pero yo me pregunto: después de haber anhelado tanto a Ricardo Isaczon, ahora que el Milan ha caído a la segunda división europea que es la UEFA y no disputará la próxima Champions, ¿no querrá ahora más que nunca el brasileño dejar Milanello? Además, su precio sería inferior al de hace unos meses y seguro que también inferior al del portugués.

No es por desmerecer, Cristiano me parece un excelente jugador individualmente –aunque no un gran jugador de equipo–, una excelente guinda para un pastel bien cocinado, pero quizá en el molde en el que se está cociendo el Madrid 2008-09, Kaká tendría un mejor acople. Las bandas del Madrid no están para nada mal cubiertas con Robben y Robinho –también me parece prometedor el futuro de Royston Drenthe, por muchas críticas que haya recibido, apenas tiene 20 años–, y para quitarle minutos a Raúl y a Van Gol en la delantera no se han de pagar 80 millones. El mediocampo merengue ha estado sublime en muchos momentos de la temporada –como en el duelo prenavideño del Camp Nou–, pero también ha naufragado en otros. Ahí entra en escena la figura de Kaká: pese a su juventud, es un guerrero curtido en mil batallas que no ha desaparecido en momentos clave, como en unas semifinales de Copa de Europa o una final de la Copa Intercontinental, así que, puestos a poner guindas, pongámosla en el centro de la tarta, que luce más.

No se trata de hacer una comparación entre Kaká y Cristiano, ni de discutir quién es mejor; se trata de que el Real Madrid busque lo que más satisfaga sus necesidades deportivas –no las comerciales– buscando, como apuntaba en un principio, un crack que venga con humildad y con ganas de sumarse al ejército merengue como un guerrero más. Puede que después de ver al luso en este tramo final de temporada –sobre todo en la final de Champions y en la eliminatoria contra los germanos en la Euro, partidos importantes en los que quiso y no pudo–, Pedja y Calderón se lo piensen. Quizá se den cuenta de que el Real Madrid no necesita precisamente a ese jugador. Por no hablar de que su multimillonario fichaje y su elevada ficha podrían desestabilizar una plantilla a la que por fin había llegado el buen rollo. Pero lo más importante es que, ahora que el Real Madrid ha aprendido la lección, no debe olvidarla.

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