Se avecina la parte noble de la temporada. Ya sólo quedan ocho. En la primera semana, los nombres del Shaktar Donetsk y el Tottenham Hotspur entraban en la aristocracia de la Champions por la puerta grande y por vez primera. Los ucranios vencieron en ida y vuelta a una Roma que ya está pasada de moda. Sobran nombres y falta fútbol en la capital italiana. Luego están los Spurs, apuesta encarecida del PLF desde hace tiempo y candidatos a revelación de la competición. Luego hablaremos más de ellos. De momento, la victoria en San Siro es su mejor carta de presentación. El Barça, un clásico, se colaba con un argumento tan antiguo como el propio balompié: el balón. Messi fue ángel en casa se confirmó como el diablo con la mayor horquilla de la historia moderna del Arsenal. También como la más real de las pesadillas de Manuel Almunia.
El Schalke 04 completaba la nómina de los primeros clasificados. Es la germana una institución con gloria intermitente en las dos últimas décadas. Y ahora, se ha encomendado al jerarca de la Champions. Su mayor problema será que en el futuro el halo de González Blanco empequeñecerá la gesta de todo un conjunto. Partidazo de Farfán. Fresca la aparición la de Gavranovic. Trepidante el partido de Gelsenkirchen. Y maldita la suerte del Valencia, que apostó por jugar al fútbol pero se olvidó de detallar en las áreas. Se esperaba más de Mata y de Aduriz. Otra vez será.
La jornada de ayer martes dejó dos nombres propios. El de Chicharito, avezado lanchero del gol en las islas que pone al United en una cita a la que no falta en el último lustro, y el de Samuel Eto’o. No sólo fue el mejor con un gol, una asistencia y un partidazo. Fue también el mejor de toda la serie y dejó en anécdota los imperdonables errores de Julio Cesar. Un auténtico MVP. Con Samuel sí hay paraíso. Y tripletes. Si Raúl es el rey de esta competición, el camerunés es su mejor amante.
Los últimos en pedir tanda, la vieja gloria y el nuevo clásico. El Real Madrid, grande desde que la Copa de Europa es Copa de Europa, vuelve a tener sangre azul. Estará porque se le esperaba. Y Mourinho podrá colocar otro asterisco en su currículum. El Chelsea, juguete del mecenas Abramovich, intentará de nuevo su asignatura pendiente. La orejuda siempre tiene pretendientes y algunos aún sueñan con agarrarla.
Como decíamos, mención aparte merece el Tottenham. Este histórico de la Premier llega a la parrilla final desde muy atrás. Sus laureles ochenteros ya estaban caducos. El año pasado, se atrevió a romper el Big Four y el talonario de los jeques del City y se coló en la mejor fiesta. De momento, los dos grandes de Milán se han arrugado ante ellos. Si yo fuera uno de los favoritos, no los querría ni en pintura. Crouch, Lennon, Bale, Modric o Dawson –y su fútbol- podrían pasar por cualquier rendija. En White Hart Lane, la proporción entre pasión y propuesta futbolística está equilibrada. Y Harry Redknapp tiene buena culpa de ello.
Y Abidal. Qué decir de Abidal. Se perdió la final de Roma en 2009. Y ahora se perderá lo mejor de la temporada. Maldito cáncer. No te rindas, atleta.
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