Por Cristian Naranjo
Ya es oficial. Benzema será finalmente el inquilino del vértice madridista, en una operación cifrada en 35 millones fijos más 6 variables. Debido al prohibitivo precio de Ibrahimović y a la decisión de no enemistarse con Valencia y Atlético, el equipo de Florentino ha optado por atar al joven delantero francés, pretendido por otros grandes de Europa como el Manchester United. Así como la adquisición de Villa o Forlán hubieran sido apuestas a caballo ganador, decidirse por Benzema no deja de ser arriesgado. Con su equipo destronado, esta temporada sus números no son los de un goleador de referencia. Ha logrado 17 tantos en 36 partidos, de modo que sólo ha alcanzado el tercer puesto en el ranking de goleadores de la Ligue 1. De hecho ha sido eclipsado por el otro gran goleador de Le Championnat, el tanque Pierre-Alain Gignac, que se ha alzado con el título de máximo artillero. Con todo, decantarse por Benzema denota valentía y confianza en la juventud y el potencial del jugador. Tiene rasgos de Ronaldo, pero no lo es. No alcanza ni de lejos sus cifras en el PSV, aunque su zancada y su potencia le convierten en lo más similar a El Fenómeno hasta la fecha. Espera una Liga apasionante, donde habrá tiempo para juicios más fundados.El acuerdo del Madrid por Benzema arroja un haz de luz sobre el mercado de fichajes y asegura el efecto dominó. De entrada, supone la renuncia definitiva de Florentino Pérez a Villa, por quien había apostado fuertemente hasta que el Valencia le declarara intransferible. A su vez, la retirada del Madrid y el posterior fichaje del joven francés sirven en bandeja toledana la posibilidad de que el Guaje recale en el Camp Nou. A pesar de los litros de tinta malgastados por la prensa madrileña, la decisión de Villa ya estaba tomada en favor del Barça. Cuenta su tío que siempre le llamó más el azulgrana, aunque en Tuilla no desagradaba la opción blanca. Así pues, el delantero asturiano se perfila como la piedra angular de la futura delantera culé, donde presumiblemente no compartirá tercio ni con Eto'o ni con Ribéry. Seducido por Zidane y Migliaccio, el francés se acerca irremisiblemente al club de Concha Espina. Los 70 millones de euros que exige el Bayern sólo están al alcance de un megalómano como Florentino. Con esa cantidad, Beguiristain debe reforzar las tres líneas. No será tarea fácil.
La operación Villa supondrá un desembolso mínimo de 43 millones, acabe o no Keirrison haciendo las veces de moneda de cambio. Por su parte, Lendoiro se ha enrocado con Filipe Luís: no le dejará marchar por menos de 15 millones. Para apuntalar la zona ancha sigue siendo prioritario el equilibrio de Mascherano, aunque por Benítez es considerado el macho alfa de su vestuario. Una gran alternativa aunque de distinto corte sería Cesc, llamado a volver al Camp Nou tarde o temprano con el permiso de Wenger. Sea como fuere, las cuentas de Laporta no resultan a tenor de las previsiones. Sólo los traspasos de Filipe y Villa conllevarían un gasto de 58 millones, una cantidad tan bestial como innecesaria teniendo en cuenta que Sylvinho y Eto'o han cubierto sus áreas con excelencia. El primero ya es libre, camino de Brasil. El segundo saldrá por la puerta secreta, como los rateros. Sonrojante negocio; tremenda injusticia. Definitivamente se ha instalado la sensación de que Florentino marca la agenda del Barça. Acaso el trébol se ha marchitado bajo los billetes del constructor.
Es innegable que los dos gigantes del fútbol español se están marcando en corto desde la apertura del mercado. Tras concretar las adquisiciones de los primeros galácticos, Florentino, Valdano y Pardeza calcaron el rastro de Beguiristain: Ribéry, Mascherano, Ibrahimović. El secretario técnico azulgrana también ha hecho lo propio, yendo a rebufo del Madrid por Villa. Los dos clubes están destapando las vergüenzas de su proyecto, por más que el Barça se esté mostrando más cauto. Florentino no titubea. Busca caras conocidas y se caracteriza por no regatear en exceso, una estrategia tan dudosa como lícita. Laporta y Beguiristain, tan académicos al principio, presentan ahora un trastorno obsesivo compulsivo. Tenían los deberes hechos, pero los precios de mercado y la negativa de Ribéry han tornado la cautela en nerviosismo. Así, todos los pasos posteriores han sido equivocados: buscar en medianías el sustituto del francés; dejar escapar a Zhirkov para comprar a Filipe por un precio excesivo; obcecarse con Mascherano teniendo un camino menos angosto hacia Cesc; decidir la venta de Eto'o a todo trance; buscar un sustituto del mismo perfil y convertirlo en el fichaje más caro de la historia del club; arriesgarse con Keirrison a que finalmente sea carne de banquillo junto a Bojan; plantearse siquiera la compra de centrales como Chyhrynskyi o Bruno Alves. De pronto, las tornas han cambiado. Ahora es Beguiristain el que da palos de ciego.
Suele ocurrir que las operaciones del verano marcan el devenir de la temporada. Aún escuece en Barcelona el traspaso de Figo al eterno rival, con el posterior desperdicio de la cláusula por parte de Gaspart. Al año siguiente, Florentino volvió a sorprender con la adquisición de Zidane por 12.000 millones de las extintas pesetas. El Barça, en cambio, decidió apostar por la juventud de Saviola, Rochemback y Geovanni. El desenlace es por todos conocido. Zidane ganó una Liga de Campeones con un remate para la historia y deslumbró al mundo con su fútbol de salón. Las tres apuestas del Barça fracasaron. Todas con estrépito. Dos años más tarde, los vasos comunicantes permutaron. Beckham, pretendido por Laporta, acabó en Madrid con honores de galáctico definitivo. En Barcelona, tras una dura pugna con el United, acabó el elegido para portar la sonrisa del fútbol. Aunque sólo son vestigios del pasado, la polémica generada alrededor de Eto'o no supone un buen augurio.
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