Por Albert Valor
Ruud Van Nistelrooy ya es un gato viejo. Uno de esos delanteros que ha sido dado por muerto ya unas cuantas veces, las mismas que ha salido a flote. Su primer ‘entierro’ llegó relativamente pronto en su carrera, cuando una grave lesión de rodilla –año 2000- frenó en seco su fichaje por el Manchester United. Jugaba entonces en el PSV Eindhoven, y su trayectoria nos recordaba la facilidad que la factoría del Phillips Stadium tiene para dar ‘killers’ al fútbol europeo. Los más conocidos son Romario o Ronaldo, pero otros como el belga Luc Nilis –al que una grave lesión le apartó de la elite- también se dieron a conocer en el cuadro rojiblanco.Lo dicho. La lesión podía dar al traste con el futuro de Ruud. Pero nada más lejos de la realidad. Tras unos meses en el dique seco, la vuelta a los terrenos de juego unas semanas antes de que finalizase el curso, sirvieron para comprobar que, como poco, Van Nistelrooy seguía teniendo las mismas cualidades. Así, en verano de 2001, se oficializó su fichaje por los ‘red devils’. Y allí fue donde se consagró.
En los vídeos que llegaban a España, Ruud empezó a mostrarnos su perfil. Era ese típico delantero agrio –no por su estilo sino por su rudeza, por la fatalidad para el rival que tenían sus remates-. Balón que tocaba, balón con marchamo de gol. Y claro, ahí fue donde asociamos su figura con la del típico asesino de área. Esos a los que no se ve en todo el partido pero que la tocan y la mandan para adentro. La imagen de otros como Torpedo Müller, Gary Lineker, Alan Shearer, Hernán Crespo o Gabriel Batistuta se nos venía a la cabeza.
En Old Trafford se hizo un nombre e incluso consiguió batir algún récord –además de superar a otros cañoneros como Thierry Henry en la tabla de goleadores, en su primer año logró ser el debutante en conseguir un mayor número de goles, cifra que Fernando Torres superó en su bautismo en las Islas-. Siempre anotaba, siempre perforaba las redes allá donde fuera. Su especialidad, además, era marcarlos a pares. Pero, como muchos otros, fue a toparse con Sir Alex Ferguson. La 2005-06 fue su última temporada en el United. Al verlo relegado al banquillo durante el último tercio del curso, pensamos que Van Nistelrooy ya se había acabado. Almenos así nos lo hizo creer el escocés. Ese verano salió de la Premier por la puerta de atrás. La irrisoria cifra de 15 millones de € tuvo la culpa.
Su destino, el Real Madrid de Ramón Calderón y Pedja Mijatovic, que se disponían a reconstruir la nave madridista tras el hundimiento del primer Florentinato. Van Gol vino, claro está, a petición de Fabio Capello, que en su instinto básico de ir siempre a contracorriente, apostó por un delantero por el que nadie daba ya un duro. Su treintena de años y sus últimos meses chupando banquillo así lo atestiguaban.
Pero no hay ciencia más incierta ni que vaya más en contra de la lógica que el fútbol. Aunque también habría que preguntarse cuanto componente de lógica había en dar a Van Nistelrooy por acabado. Así pues, el balón empezó a rodar. El Real Madrid andaba al tran-tran, y su delantero centro no se salía, pero cumplía. Se daba más importancia entonces al resurgir de Raúl, que tras su ostracismo en la etapa final de los galácticos volvía a golear.
Pero si en la primera vuelta el ‘killer’ holandés no enamoró, en la segunda encandiló a propios y ajenos. Su primer recital lo dio en aquel archiconocido Barça-Madrid que acabó 3-3. Todo el mundo habla del hat-trick de Leo Messi, pero pocos se acuerdan de que, en diez minutos, Van The Man anotó dos goles y propició la expulsión de Oleguer. Los blancos salieron del Camp Nou a cinco puntos del líder. Poco a poco, el Madrid empezó su resurgir con remontadas memorables que le acabaron aupando como campeón de aquella liga. Si Van Nistelrooy acabó la primera vuelta con no más de 10 goles en su casillero, acabó el torneo con 25, ocho de ellos conseguidos en las últimas cinco jornadas. Colosal. Fue pichichi.
Pues no, no estaba acabado. Pero es que además, durante ese año y el siguiente, nos demostró que el gol no era su única virtud. Caía a bandas con mucha frecuencia –y con mucho rendimiento-, iniciaba contragolpes que daban fe de su velocidad y potencia, centraba más que aceptablemente y poseía un gran nivel de toque y remate con ambas piernas. Y, evidentemente, lo que ya conocíamos de él, su potencial en el juego aéreo. No es que Van Nistelrooy no hubiera mostrado en otras ligas su potencial. El problema es otro. Si, como en la actualidad, Teledeporte ya hubiera retransmitido la Premier al gran público –no sólo a los privilegiados que ya contaban con Canal + Fútbol-, quizá muchos hubieran descubierto que las cualidades del holandés no desaparecían con el balón en las mallas.
Durante ese par de temporadas, él, Raúl, Higuaín y Casillas, sostuvieron al Real Madrid. Se podría catalogar de atrevida esta afirmación dado que los merengues fueron campeones de liga en ambos cursos, pero en realidad fue así.
Este último año, Van Nistelrooy también lo empezó goleando. Pero una desgraciada lesión le apartó de los estadios antes de Navidad. Su baja y la de Mahmadou Diarra dejaron cojo al Madrid en dos zonas muy sensibles, la medular y el área rival. Suerte tuvieron los blancos de tapar sus ausencias con dos hombres de ciertas garantías como son Lass y Huntelaar. La temporada acabó con mucha más pena que otra cosa. Y ahora ha llegado Florentino para sembrar de ilusión los albores de la temporada en Concha Espina.
CR9, Kaká o Benzema son los nuevos galácticos. Van Nistelrooy está de momento en la lista de transferibles. De todos modos, ya ha declarado que no se rendirá. No es para menos. En el último lustro, pocos habrá con mayor media de goles por remate realizado. Huntelaar, otro cazagoles, también está en la puerta de salida. Lo de los galácticos está muy bien, pero bien haría Florentino en tener en cuenta a los delanteros tulipanes. Van Gol y El cazador son delanteros de los que te aseguran goles. Delanteros de los de siempre.
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