Por Cristian Naranjo
Llegó el día de la bestia. Esta noche ha sido presentado Cristiano, la versión evolucionada del primer Ronaldo: más alto, más bello y sobre todo más artificioso. Con 85.000 aficionados reventando las gradas, la ceremonia de recibimiento al portugués ha sido propia de una estrella del rock. Ningún jugador en el mundo había sido tan costoso ni había generado tanta expectación a su alrededor. Aparecer teñido de blanco nuclear, con el 9 a la espalda y con la inscripción 'Ronaldo' ha sido toda una declaración de intenciones: no le pesan ni el estadio, ni la camiseta, ni el dorsal. Tanto es así que se ha atrevido incluso a eliminar cualquier rastro de su primer nombre. Ronaldo a secas, con todo lo que conlleva. Más allá de las estudiadas estrategias comerciales, al portugués no le falta osadía. Esa combinación de nombre y dorsal tenía un único dueño conocido y una marca registrada: R9. Son palabras mayores las referidas al Ronaldo original, pues suponen hablar de cianuro para porteros. En su momento también fue el jugador más caro de la historia y el más mediático. Los tiempos cambian y los referentes también. El brasileño no se ajusta a los cánones actuales, mientras que Cristiano marca la pauta de toda una generación: pedruscos por pendientes y el culto al cuerpo llevado al extremo. Cualquier aspirante a metrosexual debe mirarse en el espejo de Cristiano, cuya figura parece haber sido tallada en la ebanistería. Ni siquiera Beckham, cada vez más alejado del fútbol de élite y más próximo a las pasarelas, parece ya hacerle sombra.La brillantina de su presentación le ha venido como anillo al dedo al portugués, acostumbrado a los excesos: gastar mucho dinero, conducir deportivos de muchos caballos y hacer muchas abdominales. Miles de ellas. Cristiano no ha nacido para ser discreto como Messi sino para hacerlo todo a lo grande. Así, desproporcionados, han sido su traspaso y su presentación. Tanto como lo es su fútbol, repleto de arabescos y de herramientas para llegar al gol. Cristiano Ronaldo posee una navaja suiza de la que aún no conoce todas sus posibilidades. Su ramillete de aptitudes es por todos conocido: potencia, velocidad, disparo, remate aéreo, desborde y ante todo un gran sentido del gol. Un purasangre a dos patas. Tiene todas las condiciones para llegar a ser un grandioso futbolista, pero cojea en la azotea. Peca de individualista, de altivo, de no saber descifrar el juego colectivo y de tener mal perder. El Madrid ha apostado fuerte por él con el convencimiento de limar sus aristas. De conseguirlo, estaríamos ante un monstruo de enormes dimensiones. Los primeros partidos servirán para adivinar qué intenciones tiene Pellegrini con respecto a él. El fútbol de Cristiano tiene multitud de variantes posibles, pero todas pasan por el predominio de su figura en el juego. La contrapartida de reunir a la Liga de los hombres extraordinarios es que todos están acostumbrados a hacer acopio de protagonismo. Kaka', Cristiano, Benzema y quien sabe si Ribéry. Todos antropocéntricos y ninguno de perfil silencioso. La mejor mano del tapete no siempre asegura la jugada. Obviando el montante invertido, Florentino está tropezando dos veces en el mismo escollo. Los mejores jugadores no garantizan la galvanización del mejor once. Es lógica la euforia desencadenada en la capital, pero en el madridismo sigue latente la idea de cuál es el modelo anhelado. Incluir un motor de gran cilindrada como Cristiano en un equipo asegura una explosión de revoluciones. Por eso ha costado 94 millones. La brisa marina que suponen Xavi e Iniesta, por contra, no tiene precio.
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