Es la primera vez que vivo en directo el Boxing Day, puesto que nunca he tenido plataformas digitales para poder seguir fútbol internacional. Ahora, gracias a Teledeporte, ese magnífico canal propiedad de TVE que ha adquirido los derechos de la Premier y del Calcio y que podemos disfrutar ya todos gracias a la TDT, visualizo regularmente muy buenos partidos de fútbol.
Pero a lo que ibamos. La primera vez que veo dos partidos seguidos de nivel en plenas fiestas navideñas me ha servido para hacer un ejercicio de meditación. A los verdaderos enfermos de fútbol, a los que queremos goles a todas horas, esos que nos conformamos con una bicicleta bien hecha y hasta con un paradón cuando nos vemos en medio del desierto de los parones ligueros, no nos agrada que el fútbol descanse. Ni en Navidad. Incluso cuando acaba el último partido del domingo, ya queremos que sea martes para poder disfrutar de la Champions, y cuando vemos la final de un Mundial o una Eurocopa deseamos que pase ese infumable mes y medio hasta que comienza la siguiente temporada lo más rápido posible.
Evidentemente, tanta sobredosis no es posible, pero de momento me conformaría con adoptar las costumbres de la Premier League. Cierto es que allí el fútbol es una tradición, casi una religión, y en un día como hoy, Boxing Day allí y San Esteban en mi tierra, acabar la comilona y sentarte delante del televisor para ver saltar al césped a todo un Liverpool repleto de españoles y luego disfrutar de un duelo de nivel entre Aston Villa y Arsenal es, desde luego, gratificante. Sobretodo si uno de los contendientes remonta un 0 a 2 en la última fase del partido, con gol incluido en el descuento. Máxima emoción hasta el final. Para los futbolistas, la jornada es de todo menos festiva.
Lo cierto es que la sesión futbolística del Boxing Day coincide con la fecha dedicada a la solidaridad y a los actos benéficos en el Reino Unido. Además, antiguamente, a finales del siglo XIX y principios del XX, el 26 de diciembre era el único día del año en que el servicio doméstico libraba. Los trabajadores guardaban sus aguinaldos en cajas -boxes en inglés, de ahí el nombre de la festividad-. Pero lo que más les reconfortaba era poder ir con toda la familia al estadio a disfrutar del fútbol.
Pero ese contexto histórico que aquí no tenemos no debe ser una excusa para que en nestra liga no sea así. También en año nuevo o el día de Reyes –días festivos casi universales- se juegan partidos en Inglaterra, y por ejemplo, este año se disputarán más de cincuenta encuentros durante las fiestas. Creo que con el simple hecho de no hacer un parón de dos semanas muchos ya se conformarían. Porque hay algo que no debemos olvidar. Si todos los que componen la burbuja del balompié son lo que son y cobran lo que cobran –no sólo los futbolistas, también los árbitros, entrenadores y directivos- es gracias al espectador. Y éste es siempre el más perjudicado.
Pero a lo que ibamos. La primera vez que veo dos partidos seguidos de nivel en plenas fiestas navideñas me ha servido para hacer un ejercicio de meditación. A los verdaderos enfermos de fútbol, a los que queremos goles a todas horas, esos que nos conformamos con una bicicleta bien hecha y hasta con un paradón cuando nos vemos en medio del desierto de los parones ligueros, no nos agrada que el fútbol descanse. Ni en Navidad. Incluso cuando acaba el último partido del domingo, ya queremos que sea martes para poder disfrutar de la Champions, y cuando vemos la final de un Mundial o una Eurocopa deseamos que pase ese infumable mes y medio hasta que comienza la siguiente temporada lo más rápido posible.
Evidentemente, tanta sobredosis no es posible, pero de momento me conformaría con adoptar las costumbres de la Premier League. Cierto es que allí el fútbol es una tradición, casi una religión, y en un día como hoy, Boxing Day allí y San Esteban en mi tierra, acabar la comilona y sentarte delante del televisor para ver saltar al césped a todo un Liverpool repleto de españoles y luego disfrutar de un duelo de nivel entre Aston Villa y Arsenal es, desde luego, gratificante. Sobretodo si uno de los contendientes remonta un 0 a 2 en la última fase del partido, con gol incluido en el descuento. Máxima emoción hasta el final. Para los futbolistas, la jornada es de todo menos festiva.
Lo cierto es que la sesión futbolística del Boxing Day coincide con la fecha dedicada a la solidaridad y a los actos benéficos en el Reino Unido. Además, antiguamente, a finales del siglo XIX y principios del XX, el 26 de diciembre era el único día del año en que el servicio doméstico libraba. Los trabajadores guardaban sus aguinaldos en cajas -boxes en inglés, de ahí el nombre de la festividad-. Pero lo que más les reconfortaba era poder ir con toda la familia al estadio a disfrutar del fútbol.
Pero ese contexto histórico que aquí no tenemos no debe ser una excusa para que en nestra liga no sea así. También en año nuevo o el día de Reyes –días festivos casi universales- se juegan partidos en Inglaterra, y por ejemplo, este año se disputarán más de cincuenta encuentros durante las fiestas. Creo que con el simple hecho de no hacer un parón de dos semanas muchos ya se conformarían. Porque hay algo que no debemos olvidar. Si todos los que componen la burbuja del balompié son lo que son y cobran lo que cobran –no sólo los futbolistas, también los árbitros, entrenadores y directivos- es gracias al espectador. Y éste es siempre el más perjudicado.
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1 comentario:
Empieza el nuevo anyo y en este 2009 no quiero quedarme sin vuestros artìculos. Seguid asi. Saludos para los dos y feliz anyo nuevo!
-Chema-
Por cierto, sì q se echa de menos el futbol en Navidad...
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