Luis Aragonés. Desde el 29 de junio de 2008 en la historia del fútbol español. El mejor seleccionador de la historia –el que más partidos ha ganado y el que tiene un porcentaje más positivo entre victorias, empates y derrotas- y uno de los más criticados. Quizá alguna vez le critiqué, pero la única verdad es que muchas más lo defendí, creyendo en su cabezonería, postulando que uno debe ir siempre a muerte con sus ideas. Y así ha sido siempre Luis.
Primero le llovieron críticas por llevar a Raúl al Mundial, luego por dejar de convocarlo, y más recientemente por prescindir de otros pesos pesados como Guti o Joaquín. De lo que la gente no se ha dado cuenta hasta hace bien poco es que el extremo gaditano siempre hubiera querido jugar –no se puede decir lo mismo de Guti, eterno jugador número 12 en el Real Madrid hasta este último curso-, mientras que gente como Cazorla o De la Red –además de tener más proyección- esperaría su oportunidad –si es que llegaba- sin rechistar. Luego está lo de Eto’o. O lo del azul, como El Abuelo le llama haciendo gala de su peculiar sentido del humor. Samuel –del que me declaro incondicional en todos los aspectos, sería feo no admitirlo; y ¡qué error sería venderlo!- es un tipo que, para bien o para mal, dice siempre lo que le pasa por la cabeza. Y nunca ha dudado en afirmar que adora a Luis, a quien quiere como a un padre. Éste, ejerciendo de progenitor futbolístico cuando lo entrenaba en el Mallorca, bien hizo en inculcarle que como realmente se aprende en la vida es a base de ‘palos’ –a las retinas de muchos llegarán ahora las imágenes de Luis zarandeando al africano en los banquillos de la Romareda después de que este le retrajese que le hubiera sustituido-. Algo parecido ha sucedido también en esta Eurocopa con Fernando Torres, e incluso con Sergio Ramos. Por eso y por muchas otras cosas, Luis Aragonés siempre me ha parecido fiable en un banquillo.
Tras la debacle en los octavos de Alemania, todos pedían la guillotina para El Sabio. Nadie se daba cuenta del error que se podía cometer matando al cocinero cuando aun no había terminado su manjar. Un plato único, sólo comparable a concepciones del fútbol como las que tuvieron las selecciones de Brasil en el 70 y en el 82, y que no se cuece en dos días, ni siquiera en dos años. Apuesta por el fútbol de verdad, en el que corren el balón y los contrarios, no los propios jugadores. La verdeamarelha de Pelé ganó el Mundial, la de Zico se quedó en semifinales. Pero las dos ganaron, porque la verdadera victoria –y con esto estoy citando a Santiago Segurola- está en quedar en la cabeza de los aficionados, los trofeos sólo son un adorno en una vitrina.
Y eso es lo que ha conseguido Aragonés. Quedar en la memoria de todos por el juego que han desarrollado sus chicos sobre el tapete. Ese ‘tocar, tocar y tocar’ hasta que el rival caiga rendido por aburrimiento, desconcentración o mareo. El fútbol más puro de hecho. El que se juega a ras de césped con pases milimétricos y para el que hacen falta especialistas con pies de seda. Y ese tipo de jugadores sobran en España. Todos los grandes equipos han sido campeones apostando por un estilo. Normalmente por el que más definía genética futbolística. Los brasileños trasladan la samba al terreno de juego, los italianos el cerrojazo y las contras, mientras que los alemanes emulan cita tras cita a la legión cóndor. Y España siempre ha presumido de furia. Y siempre se ha preguntado porque su apuesta salía mal. Quizá porque no la llevaba en las venas. Y ese ha sido el verdadero éxito de Luis -que ha vuelto a demostrar porque le llaman El Sabio-, trasladar nuestro ADN al campo. Si somos inferiores físicamente, ¿para qué vamos a ir al choque? Aprovechemos nuestra virtud, que es tener la pelota, mimarla y darle brillo.
Y secundado por actores de lujo como Cesc, Iniesta, Silva, Alonso o Senna, Xavi ha sido el principal valedor de este patrón durante el torneo que por fin nos ha coronado. Y es en este punto, cuando después de alardear entono el Mea culpa. Yo he criticado a Xavi hasta la saciedad. ¡He criticado al -según la UEFA- mejor jugador de la mejor Eurocopa que hayan visto mis ojos! Creo haberlo criticado con razón, pues en sus últimas dos temporadas en el Barça, pese a su indiscutible visión de juego y su gran calidad en el pase, me ha parecido un jugador que abusaba del pase horizontal y que defendía poco y mal, más que nada por sus carencias físicas. Si a esto le unes que un medio del campo formado por tres jugadores, de los otros dos sólo uno –como mucho- sea una roca defensivamente, el equipo acaba haciendo aguas. Y sí, siempre le he echado la culpa a Xavi, más si he considerado que Iniesta era una versión mejorada del egarense y que por tanto no hacía falta tener dos cromos repetidos. Pero como decía, mi boca se ha ido cerrando a medida que avanzaba este mes de junio.
Xavi ha sacado su escuadra y su cartabón, su compás y su lapicero, se ha apretado los machos para defender como el que más y se ha visto ayudado por un jugador más –dos en ocasiones- que en Can Barça en su parcela del campo. Con todos estos ingredientes se ha empezado a erigir como la brújula de la Roja. A medida que ha avanzado el torneo, el barcelonista ha ido creciendo –y con él el equipo-. Y poco a poco todos hemos emulado a Andrés Montes, que al más puro estilo de Humphrey Bogart le suplicaba en el pasado Mundial: “Tócala otra vez, Sam”. Y Xavi, reencarnando a aquel músico que tocaba ante el enemigo en Casablanca, ha tocado sin miedo las mejor de sus sinfonías, enamorando a un país y reconquistando todo un continente. El de Terrassa ha demostrado que los mediocampistas que no ven puerta con regularidad también tienen cabida en el fútbol actual –aunque tampoco sería este el año para hablar de su falta de gol, en el que ha sostenido al Barça en muchos momentos y en el que abrió el camino hacia la final contra los rusos-, sobretodo si tienen guantes de seda en vez de metatarsianos y empeines.
Ahora sólo me queda pedirle a Guardiola que considere la opción de cambiar el sistema del Barça pasando de tres a cuatro centrocampistas, o bien que lo blinde con dos perros de presa no exentos de buen fútbol. Pero entonces Iniesta sólo tendría cabida en uno de los dos flancos de ataque –jugando en la posición que antaño tuvo Ronaldinho y en la que este año ha rendido a gran nivel- o en el banquillo. Y Andrés no puede mirar los partidos desde la banda. Visto lo visto, lo más inteligente sería ganar gente en la media. Precedentes hay. Y son exitosos. España ha sido campeona de Europa. Pep es inteligente, seguro elegirá una buena opción. Lo que seguro no hará será renunciar a ese estilo, un estilo que Cruyff promovió desde el banquillo y del que Guardiola fue su extensión en el césped en los gloriosos años del Dream Team. No olvidemos que el ‘toca, toca y toca’ lo ha rescatado el Sabio del Camp Nou, que con la Masia siempre ha tenido una escuela en la que proliferaban este tipo de jugadores. Primero disfrutamos de Milla, Guardiola o De la Peña. Hoy lo hacemos con Cesc, Iniesta, o el propio Xavi. Y en el futuro, seguro lo haremos con Marc Crosas.
Primero le llovieron críticas por llevar a Raúl al Mundial, luego por dejar de convocarlo, y más recientemente por prescindir de otros pesos pesados como Guti o Joaquín. De lo que la gente no se ha dado cuenta hasta hace bien poco es que el extremo gaditano siempre hubiera querido jugar –no se puede decir lo mismo de Guti, eterno jugador número 12 en el Real Madrid hasta este último curso-, mientras que gente como Cazorla o De la Red –además de tener más proyección- esperaría su oportunidad –si es que llegaba- sin rechistar. Luego está lo de Eto’o. O lo del azul, como El Abuelo le llama haciendo gala de su peculiar sentido del humor. Samuel –del que me declaro incondicional en todos los aspectos, sería feo no admitirlo; y ¡qué error sería venderlo!- es un tipo que, para bien o para mal, dice siempre lo que le pasa por la cabeza. Y nunca ha dudado en afirmar que adora a Luis, a quien quiere como a un padre. Éste, ejerciendo de progenitor futbolístico cuando lo entrenaba en el Mallorca, bien hizo en inculcarle que como realmente se aprende en la vida es a base de ‘palos’ –a las retinas de muchos llegarán ahora las imágenes de Luis zarandeando al africano en los banquillos de la Romareda después de que este le retrajese que le hubiera sustituido-. Algo parecido ha sucedido también en esta Eurocopa con Fernando Torres, e incluso con Sergio Ramos. Por eso y por muchas otras cosas, Luis Aragonés siempre me ha parecido fiable en un banquillo.
Tras la debacle en los octavos de Alemania, todos pedían la guillotina para El Sabio. Nadie se daba cuenta del error que se podía cometer matando al cocinero cuando aun no había terminado su manjar. Un plato único, sólo comparable a concepciones del fútbol como las que tuvieron las selecciones de Brasil en el 70 y en el 82, y que no se cuece en dos días, ni siquiera en dos años. Apuesta por el fútbol de verdad, en el que corren el balón y los contrarios, no los propios jugadores. La verdeamarelha de Pelé ganó el Mundial, la de Zico se quedó en semifinales. Pero las dos ganaron, porque la verdadera victoria –y con esto estoy citando a Santiago Segurola- está en quedar en la cabeza de los aficionados, los trofeos sólo son un adorno en una vitrina.
Y eso es lo que ha conseguido Aragonés. Quedar en la memoria de todos por el juego que han desarrollado sus chicos sobre el tapete. Ese ‘tocar, tocar y tocar’ hasta que el rival caiga rendido por aburrimiento, desconcentración o mareo. El fútbol más puro de hecho. El que se juega a ras de césped con pases milimétricos y para el que hacen falta especialistas con pies de seda. Y ese tipo de jugadores sobran en España. Todos los grandes equipos han sido campeones apostando por un estilo. Normalmente por el que más definía genética futbolística. Los brasileños trasladan la samba al terreno de juego, los italianos el cerrojazo y las contras, mientras que los alemanes emulan cita tras cita a la legión cóndor. Y España siempre ha presumido de furia. Y siempre se ha preguntado porque su apuesta salía mal. Quizá porque no la llevaba en las venas. Y ese ha sido el verdadero éxito de Luis -que ha vuelto a demostrar porque le llaman El Sabio-, trasladar nuestro ADN al campo. Si somos inferiores físicamente, ¿para qué vamos a ir al choque? Aprovechemos nuestra virtud, que es tener la pelota, mimarla y darle brillo.
Y secundado por actores de lujo como Cesc, Iniesta, Silva, Alonso o Senna, Xavi ha sido el principal valedor de este patrón durante el torneo que por fin nos ha coronado. Y es en este punto, cuando después de alardear entono el Mea culpa. Yo he criticado a Xavi hasta la saciedad. ¡He criticado al -según la UEFA- mejor jugador de la mejor Eurocopa que hayan visto mis ojos! Creo haberlo criticado con razón, pues en sus últimas dos temporadas en el Barça, pese a su indiscutible visión de juego y su gran calidad en el pase, me ha parecido un jugador que abusaba del pase horizontal y que defendía poco y mal, más que nada por sus carencias físicas. Si a esto le unes que un medio del campo formado por tres jugadores, de los otros dos sólo uno –como mucho- sea una roca defensivamente, el equipo acaba haciendo aguas. Y sí, siempre le he echado la culpa a Xavi, más si he considerado que Iniesta era una versión mejorada del egarense y que por tanto no hacía falta tener dos cromos repetidos. Pero como decía, mi boca se ha ido cerrando a medida que avanzaba este mes de junio.
Xavi ha sacado su escuadra y su cartabón, su compás y su lapicero, se ha apretado los machos para defender como el que más y se ha visto ayudado por un jugador más –dos en ocasiones- que en Can Barça en su parcela del campo. Con todos estos ingredientes se ha empezado a erigir como la brújula de la Roja. A medida que ha avanzado el torneo, el barcelonista ha ido creciendo –y con él el equipo-. Y poco a poco todos hemos emulado a Andrés Montes, que al más puro estilo de Humphrey Bogart le suplicaba en el pasado Mundial: “Tócala otra vez, Sam”. Y Xavi, reencarnando a aquel músico que tocaba ante el enemigo en Casablanca, ha tocado sin miedo las mejor de sus sinfonías, enamorando a un país y reconquistando todo un continente. El de Terrassa ha demostrado que los mediocampistas que no ven puerta con regularidad también tienen cabida en el fútbol actual –aunque tampoco sería este el año para hablar de su falta de gol, en el que ha sostenido al Barça en muchos momentos y en el que abrió el camino hacia la final contra los rusos-, sobretodo si tienen guantes de seda en vez de metatarsianos y empeines.
Ahora sólo me queda pedirle a Guardiola que considere la opción de cambiar el sistema del Barça pasando de tres a cuatro centrocampistas, o bien que lo blinde con dos perros de presa no exentos de buen fútbol. Pero entonces Iniesta sólo tendría cabida en uno de los dos flancos de ataque –jugando en la posición que antaño tuvo Ronaldinho y en la que este año ha rendido a gran nivel- o en el banquillo. Y Andrés no puede mirar los partidos desde la banda. Visto lo visto, lo más inteligente sería ganar gente en la media. Precedentes hay. Y son exitosos. España ha sido campeona de Europa. Pep es inteligente, seguro elegirá una buena opción. Lo que seguro no hará será renunciar a ese estilo, un estilo que Cruyff promovió desde el banquillo y del que Guardiola fue su extensión en el césped en los gloriosos años del Dream Team. No olvidemos que el ‘toca, toca y toca’ lo ha rescatado el Sabio del Camp Nou, que con la Masia siempre ha tenido una escuela en la que proliferaban este tipo de jugadores. Primero disfrutamos de Milla, Guardiola o De la Peña. Hoy lo hacemos con Cesc, Iniesta, o el propio Xavi. Y en el futuro, seguro lo haremos con Marc Crosas.
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Llegado a este punto me hago dos preguntas, de las cuales podré –y deberé- responder una: ¿Dónde están ahora los que criticaban a Luis? Pues no lo sé ¿Y a Xavi? ¡Presente! Quien quiera pedirles perdón para redimirse de su pecado que lo haga. Mientras tanto, España seguirá feliz. Será en parte gracias a ellos. Gracias viejo. Gracias Sam. Y perdona.
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1 comentario:
Yo he criticado a Luis casi toda la vida, desde que dejó tirado al Betis allá por principios de los 80, nunca me simpatizó el personaje tan adulado por casi toda la prensa, la misma que luego lo revolcó como un despojo y que ahora lo ensalza como el gran descubrimiento del fútbol mundial. Hoy sólo puedo decir que todo lo que ha hecho en la Euro 2008 ha sido grandioso, todo, y no puedo más que agradecerle, no como español, sino como aficionado al fútbol todo lo que me ha hecho sentir su equipo.
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