domingo, 31 de marzo de 2013

Los hijos del hambre

Por Albert Valor


Siempre se dijo que la Juventus de Turín es el equipo de Italia. Por el contrario -aunque algunos hinchas lo niegan- el entrañable Torino contaba con el favoritismo de la mayoría de los habitantes de la capital del Piamonte. Sea como fuere, y aunque en el mundo del fútbol siempre divergen filias y fobias, toda Italia debería estarle agradecida a la Juve. Por liderar una renovación a través del dominio del balón y porque su columna vertebral haya posibilitado la resurrección del combinado nacional. Italia está hoy remozada y es subcampeona de Europa. Y Buffon, Barzagli, Bonucci, Chiellini, Pirlo o Marchisio son pilares de esa escuadra.

Retomando ya la eliminatoria estrella de estos cuartos de final, podemos concluir que el choque entre Bayern y Juventus rezuma aromas de viejo fútbol por todos los poros. Dos equipos que nunca dejaron de formar parte de la aristocracia continental. Pero que quieren liderar el tumulto de la nueva Europa futbolística. Esencia y vanguardismo. Poso y nuevos tintes. Es un todo en uno.

Y viene lanzada la Vecchia Signora al asalto de Munich. Victoria de mérito en San Siro ante su rival de siempre que a buen seguro refuerza la convicción en su estilo. Un patrón que le ha llevado a liderar un renacimiento que el fútbol italiano ansiaba como el comer. Muchos lo ven todavía hoy arcaico. Es lo que tiene dejarse llevar por la corriente de opinión, el viento que sopla de Twitter y, lo más importante, la falta de determinación para sentarse frente al televisor a ver un partido de Serie A.

En Italia, los Lodi, Candreva, Immobile, Niang, Belfodil o Borja Valero, se unen a los Cassano, Miccoli, Totti, Diamanti o Luca Toni para desembocar en un campeonato que va a más y que quiere jugar al fútbol. Quizá le cueste todavía un tiempo recuperar esa plaza de Champions League que ha perdido recientemente –y de manera justa- en favor de la Bundesliga. Pero es un valor claramente al alza, de eso no cabe duda.

Si hablamos en clave bianconera, nunca un sistema le hizo tanto bien a un modo de entender del fútbol. Guiado por la máxima de que a un equipo lo hacen los futbolistas –nunca al revés- Conte aplicó ese 3-5-2 nada más llegar al banquillo turinés. Jugar con tres centrales no tiene porque ser defensivo. Y obviamente, contar con Pirlo lo hace todo más fácil. Es increíble que un jugador de mediocampo tenga todavía margen de mejora pasada la treintena. El regista de Brescia forma parte de ese selecto grupo en el que también están Xavi, Scholes o Giggs. Si Andrea hubiese nacido británico, quizá sería un One Club Man. La realidad, no obstante, dice que la Juve tuvo la suerte de encontrarlo en el otoño de su carrera. Conte pudo así darle el timón para que fuera piedra angular de una refundación balompédica.


Aunque en ese esquema también los carrileros juegan un papel determinante. La figura clásica del hombre de banda en Italia se construye en base a la herencia de Giancinto Facchetti. Hablamos de un fenómeno de la naturaleza. Rondar el 1,90 no le impedía ser una bala ni mandar en toda su parcela. El lateral izquierdo –que a su vez era diestro- de aquel súper Inter de Helenio Herrera de los 60 es un referente no sólo en Italia, sino en el mundo entero. Es de aquella estirpe de jugadores como Garrincha, Sindelaar o Samitier. Jugadores que trascienden épocas y se instalan en la memoria colectiva. Eternos, como las canciones.

Quizá el último lateral italiano que ha recordado a Facchetti haya sido Davide Santon, que hoy milita en las filas del Newcastle tras no haber triunfado en el Inter.

Precisamente ese es el molde en torno al cual se construye el perfil de carrilero que precisa el esquema de la Juve de hoy. Uno tiende a imaginarse a tipos veloces, de ida y vuelta, de estatura media o incluso baja. Nada más lejos de la realidad. Son, ante todo, tipos espigados y fornidos. No son precisamente lentos. Pero su mayor valor es ser portentosos, algo que les permite gobernar la banda de fondo a fondo. Quizá ello se deba a la idiosincrasia de la sociedad italiana. Inventar perfiles que se hacen a sí mismos y huyen de cánones preestablecidos. Lo curioso es que Lichtsteiner y Asamoah, los titulares de Conte, no hayan nacido en Italia. Sí lo hicieron Padoin y Peluso, que poco a poco irrumpen en el once, aunque tendrán pocas opciones de participar contra el Bayern.

Pero el mayor activo de este equipo es lo interiorizada y asumida que tienen sus piezas la concepción del juego. Ello se logra con una coordinación coral, casi perfecta, en la que tienen mucho que ver dos ternas: la de centrales y la de centrocampistas. Ambas sociedades son también las que aúpan a los carrileros y las que consiguen el equilibrio en la transición defensa-ataque –y viceversa-. Y es que, ante todo, el 3-5-2 es un sistema de ayudas.

Atrás, el consorcio Chiellini-Bonucci-Barzagli está ya plenamente consolidado. Suponen una gran ayuda para los carrileros, a los que liberan de tareas defensivas. Son, además, un cerrojo. Pensemos: si ya cuesta abordar la retaguardia de un equipo italiano, imaginemos si éste se defiende con tres centrales.

Por otro lado, la sala de máquinas juventina roza la perfección. Y es que el medio del campo piamontés es un espectáculo. Ya se ha mentado antes a Pirlo, que domina los tiempos de este deporte a su antojo. El símbolo en ciernes de la institución y un chileno adaptado a base de casta y calidad ayudan a pintar el lienzo y completan una media que ve puerta con facilidad. Claudio Marchisio, Arturo Vidal y Andrea Pirlo; también conocidos como MVP.


Y aún así, Paul Pogba, penúltimo descubrimiento del entrenador, oposita para gozar de minutos. El talentoso volante ha recibido incluso la llamada de la selección francesa. No está mal para un chaval de 20 años recién cumplidos. Aunque una cosa ha de quedar clara: el bueno de Pogba no es –ni lo será nunca- alguien llamado a ser el ancla de un equipo. Su sitio está justo por delante. Parece que Conte, tras algunas probaturas, ya lo ha verificado. Y Deschamps, tras algún desajuste en el último partido contra España, también lo debe haber empezado a ver claro. Estamos ante un diamante en bruto, con cosas del mejor Essien, de Seydou Feita o de Touré Yayá.

Mauricio Isla, meritorio habitual que se ha visto lastrado por las lesiones, ha participado también en algunos partidos en la zona ancha. Aunque sus opciones de tener minutos en la eliminatoria contra el Bayern pasan por jugar en banda si Asamoah no está a tope. Recodemos que la Copa África ha mermado las prestaciones del ghanés a ojos del entrenador. Tampoco convendría olvidar a Giaccherini. Es el gran damnificado de la temporada. Pero su implicación está fuera de toda duda. Conte ya ha dejado claro que mientras él sea el responsable, el jugador formará parte de la plantilla. Giaccherini ya aprovechó sus minutos ante el Catania marcando un gol de incalculable valor. Fue en la celebración de aquel tanto donde, además de mostrarse el compromiso del autor, se le enseñó a toda Europa que si hay un equipo unido y que cree en sus posibilidades, ese es la Juventus.

Pero, claro está, la Juventus también tiene puntos flacos. Su gran debe está en ataque. Quizá más por falta de continuidad que de aptitudes, ya que tiene un amplio ramillete de futbolistas para esa zona. Todos con diferentes características y prestaciones. Pero ninguno de ellos parece agarrarse el puesto con determinación. Tras corroborarse ya que Nicklas Bendtner y Nicolás Anelka han quedado como figurantes, Alessandro Matri, Sebastián Giovinco, Mirko Vucinic y Fabio Quagliarella se reparten minutos, siendo este último el gran perjudicado hasta la fecha.

A buen seguro que Quaglia es el que alberga más fútbol dentro de sí, pero el acto de indisciplina con Alessio en San Siro durante el partido contra el AC Milan en la primera vuelta le costó caro. Por suerte para él, su golazo de este fin de semana –también a la sombra de La Madonnina, aunque ante el Inter- podría jugar a su favor en un posible indulto. Apuntaría al once del Allianz Arena.


El resto se disputaría la otra plaza. En cuanto a Giovinco, fue el propio Conte el que pidió que se le recuperara con presteza del Parma. Incluso empezó titular, pero poco a poco ha ido perdiendo protagonismo. A Sebas se le augura un gran porvenir desde hace años, pero a sus 26 años no termina de explotar. Por si fuera poco, la parroquia del Stadium le ha silbado en demasía últimamente.

Matri -que también mojó ante el Inter con un gol de ariete clásico- lleva una temporada a buen nivel. Es un jugador de buenos movimientos. Recuerda a Luca Toni, aunque tiene menos contundencia. Respecto a Vucinic, también ha estado en entredicho. Quizá le falte gol; nunca clase. Especialmente bello fue su gol en Bolonia antes del parón de selecciones.

Para la próxima temporada, la dirección deportiva ya ha movido ficha. Lo de Fernando Llorente parece prácticamente hecho, aunque se espera que caiga alguno más. Han sonado infinidad de nombres, entre ellos Pablo Osvaldo, ‘Papu’ Gómez o Alexis Sánchez. Pero el que parece hombre clave para desequilibrar arriba es el montenegrino Jovetic. No es de extrañar que desde algunos mentideros ya se le llame Juvetic.

Desde 2010, el Bayern ha jugado dos finales de la Copa de Europa y viene haciendo evidente su ascendente dominancia. Así que para esta eliminatoria la Juventus no es favorita. Pero viene con carrerilla, desde muy atrás. Pocos equipos tendrán más apetito. Conte declaró hace poco: La Juventus apenas se acaba de sentar a la mesa. Tiene mucha, mucha hambre.” Esas palabras son un síntoma, además de una declaración de intenciones. Si ese anhelo no se mezcla con ansiedad, el equipo transalpino tendrá mucho que decir en estos cuartos de final.

Por cierto, que no se ha dicho nada de Buffon. No hace falta. Abran fuego, señores.


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jueves, 28 de junio de 2012

Una 'Roja' de leyenda

Por Cristian Naranjo
Avanza España hasta la final de la Eurocopa tras deshacerse de Portugal en la suerte de los penaltis, en un partido equilibrado al máximo, donde las defensas se impusieron a los ataques  excepto en la prórroga, cuando la Roja sí hizo méritos para desnivelar el choque.

Portugal se comportó como una firme candidata al título de principio a fin, cimentada en la solidez infinita de Pepe, sostenida por su trío de mediocentros, y afilada por ambos extremos con Nani y Cristiano.

No fue un partido vistoso ni de grandes ocasiones, pero sí de emociones fuertes; todas ellas acordes al calado de la cita. Del Bosque apostó por introducir un único cambio en el once: Negredo por Cesc; un intento por fijar a los centrales lusos, dos auténticos menires. La apuesta no terminó de funcionar. España solo se ganó dos tiros francos en la primera parte: uno de Arbeloa en el minuto 8 y otro de Iniesta en el '28. Ambos tiros se perdieron por encima del larguero. 

Las ocasiones más claras para la Roja no llegarían hasta la prórroga, momento en que el once de Del Bosque consiguió voltear el campo. Iniesta tuvo el partido en la primera parte del tiempo añadido, tras una irrupción portentosa de Jordi Alba por la izquierda. Rui Patricio se sacó de encima el remate, en una demostración de reflejos. El guardemeta luso también reaccionó de fábula a un tiro raso de Navas. Fue la última acometida de España, que no fue la de las grandes noches, pero que se mostró infranqueable de mediocampo hacia atrás, en buena parte gracias a su pareja de centrales; la mejor del torneo sin atisbo de duda. 

Arbeloa aplicó masilla en su banda, mientras que Alba (nuevo jugador de Barça) volvió a exhibirse en la izquierda. Alonso y Busquets compartieron parterre. Ambos son innegociables para un Del Bosque que duerme más tranquilo con el doble pivote. El de Badia, ojo derecho del salmantino, volvió a completar un encuentro extraordinario. Jamás se despoja del chaqué. Por más que se embarre el jardín.

El seleccionador español cambió el escenario de mediocampo en adelante en el transcurso de la segunda parte,  dando entrada a Fábregas por Negredo, Navas por Silva y Pedro por Xavi. Cesc se incrustó por delante de los mediocentros con un éxito rotundo, ofreciendo siempre una línea de pase. Pedro aportó el voltaje habitual por la izquierda, complicándole la vida en cada acción a Joao Pereira. No puede decirse lo mismo de Navas, en quien Del Bosque confía ciegamente, pero que no desbordó a Coentrao por más que lo intentó.

El partido se consumía inexorablemente, con una España que apuraba sus opciones, y una Portugal que a punto estuvo de cazar el gol definitivo en una contra mortal.

La prórroga cambió el panorama. La Roja se reordenó entorno a Iniesta, y encontró carbón en la banda de Alba. El partido se rompió en favor de la Selección, que buscó con ahínco el tanto que la eximiera de los penaltis. España no es el tipo de equipo que especula con el resultado. Solo sabe ir a ganar. Ha mutado su metabolismo. La ruleta de los once metros fue la constatación de que atraviesa por un momento histórico y dulce. Casillas descolgó sus alas, Iniesta anotó sin alterar el pulsómetro, los dos centrales lucieron galones (queda para el recuerdo la panenka de Ramos) y Fábregas coronó el ejercicio, como ya hiciera en 2008 frente a Italia en cuartos de final.

Dos años después de asombrar al mundo, España se cita con Europa en un contexto de profunda crisis económica, inversamente proporcional a su auge deportivo, pues disputará su tercera final consecutiva. Todo un hito, solo al alcance de las combinados más grandes. Nadie ha encadenado antes la serie Eurocopa-Mundial-Eurocopa. España está en condiciones de hacerlo. Las apuestas dicen que se jugará el trofeo con el motor económico del continente: la Alemania de Joachim Löw. Pero la Italia de Pirlo y Buffon, la tapada del torneo, se batirá el cobre hasta el pitido final.

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jueves, 21 de junio de 2012

Cuartos y campanadas

Por Albert Valor


Un largo día de descanso y ya han llegado. Ya están aquí las eliminatorias. Siete duelos a cara de perro para elegir a un campeón. Y hay pocas cosas con las que quedarse. Un puñado de selecciones que no dan miedo. Eso sí, algunas saben a lo que juegan. Como Inglaterra. No hay nada en su juego que llame la atención. La tropilla de Hodgson es un equipo rudimentario, simple incluso. Pero con mucha solidaridad. Y muchos especialistas, que no es poco. Empezando por la portería. Joe Hart es un porterazo. Delante de él dos centrales expeditivos y dos laterales correctos. Todos ellos venidos a menos, pero con gen competitivo. La manija la llevan Parker y Gerrard. Del capitán red poco hay que decir que la gente no sepa ya. Y el centrocampista del Tottenham es uno de los soplos de aire fresco de este torneo. Siempre sabe lo que hacer con el balón. Toca y se mueve. Toca y se ofrece. Y dispara. De su clarividencia dependen gran parte de las ideas en ataque. En tres cuartos de cancha, encontramos a dos jugadores tallados por un patrón similar, uno en cada banda. Ambos saben hacer lo básico para sus posiciones: centrar. Y, sin ser extremadamente veloces, ninguno de ellos adolece de técnica. La derecha, para Milner. Y la izquierda, para Young. Rooney, una vez reaparecido y confirmado, parece fijo. Queda una plaza y dos jugadores: Wellbeck o Carroll. Ambos presentan credenciales. Y con cualquiera de ellos, seguirá dando la sensación de que a Inglaterra le hace falta algo más para estremecer. Aunque no parece que Italia tenga motivos para festejar nada aún. Sin duda, la eliminatoria con más marchamo de guerrilla será ésta.

República Checa también responde a un perfil similar. Yendo de menos a más, el equipo centroeuropeo ha entendido tras la debacle de la primera jornada que si no renuncia al balón puede dar un susto a cualquiera. Con Cech bajo los palos las probabilidades de éxito aumentan siempre. Jiracek y Pilar, dos goles por barba, ofrecen ante todo voluntad y talento, amén de ser ya dos de las revelaciones de esta Eurocopa -sin olvidar a su compañero Gebre Selassie-. Si Rosicky quiere la pelota, los checos tendrán algo que decir y Portugal deberá emplearse a fondo. Quizá padezcan los lusos de la misma carencia que su rival de hoy: la falta de un '9' de primer nivel. Aunque sin duda, con CR7 cualquier complejo ante el gol debería quedar resuelto. Sorprende en el combinado de Paulo Bento el auge en su competitividad. Desde luego que la explosión definitiva de Meireles es clave en la consistencia y calibre de un mediocampo que sabe que dominar la posesión le restará cansancio. La mejora en el rendimiento de Fabio Coentrao parece evidente y Pepe es un titán. Sin duda, quien se quede más tiempo con la pelota aumentará sus posibilidades de éxito en el primer envite de estos cuartos de final.

Para mañana queda ese Alemania-Grecia de tintes político-económicos de todo tipo. A priori no hay color. De Alemania, bien es sabida su grandeza. Y es cierto que quizá en la actualidad juegue mejor que nunca. Si acaso, destacar a Mats Hummels. Su vigor y liderazgo llaman ya a la flor y nata. Quien lo compre, tiene central para diez años. De Grecia convendría no fiarse. Es cierto que su presencia en cuartos es la campanada del torneo y todavía parece inverosímil. Pero desde 2004, el combinado heleno quedó marcado para los restos por un halo de esfuerzo e imprevisibilidad que aún hoy posee. Argumentos tiene pocos. Si acaso Karagounis, que para colmo se lo pierde. Da la sensación el capitán griego de pertenecer a la mitología clásica. Nadie mejor que él representa la esencia del carisma. Es El Padrino de Grecia. Es padre, es hijo y es marido. Todas las instituciones familiares en una sola figura. Resulta aventurado imaginar a Grecia sin él. Aun así, su aura y la sensación del deber cumplido guiarán a los griegos.

El España-Francia se cocina a parte. Ninguno de los dos debería afligirse. Es el partido que más fútbol promete. Ribéry-Benzema-Nasri es una Santísima Trinidad. Pero no hay nada más dulce que las botas de Silva e Iniesta, sociedad ilimitada. El partido, como la Eurocopa, se decidirá en las áreas. Y ambos deberían sonreír a medias. Francia sufrirá atrás, aunque el software del combinado español parece huérfano de una última actualización: La Roja 3.0. Por desventura, todavía no está disponible en tiendas. Pero calma. El Marqués del Bosque tiene tiempo hasta la verbena de San Juan.

Desde hoy y hasta última hora del domingo, ocho equipos seguirán gozando del premio que supone haberse plantado aquí. Lewandowski, Mandzukic, Dzagoev o Van Persie se quedaron en el camino. Una pena. Pero nadie es imprescindible. Que siga la fiesta.

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miércoles, 20 de junio de 2012

El valor del gol

Por Cristian Naranjo

Los goles de España se retransmiten gratuitamente y son consumidos por más de 14 millones de personas. De las cuales, la mayoría entra en éxtasis por un instante. Quizá por unos días. ¿Cuánto vale la sensación, aunque momentánea, de bienestar de la mitad de un país, máxime en un contexto de crisis? ¿Cuánto vale un gol de Iniesta? En realidad, es incalculable. Pero se sabe que es mucho. De ahí los sueldos y las primas millonarias. El fútbol es un negocio construido por unos pocos para unas masas apasionadas. Y la pasión, sentimiento inigualable, tiene un coste.
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jueves, 31 de mayo de 2012

A propósito de 'Ibi'

Por Cristian Naranjo


24 de diciembre de 2010. Tras aprovechar una oportunidad del mercado invernal, el FC Barcelona oficializaba el fichaje de Ibrahim Afellay, joven pero experimentado centrocampista holandés, con  la idea de explotar su polivalencia en ataque, amén de su conocido disparo a puerta. A sus 24 años, cualidades no le faltaban. Tampoco ilusión por crecer; ni hambre. Sin embargo, nada iba a ser fácil para Ibi en su primera temporada en Barcelona. La competencia sería feroz; la exigencia, gigantesca. Ante sí, el reto de hacerse un hueco en el mejor equipo de la era postmoderna.

Participó de forma discontinua en el devenir triunfal del equipo de Guardiola, culminando su balance personal con un regate sobre Marcelo y un posterior centro que, remachado por Messi, acabaron valiendo su peso en plata; el del trofeo de la Liga de Campeones, conquistado en Wembley.

Llegó el verano, el nuevo curso, y los éxitos no impidieron a la secretaría técnica culé seguir acorazando la plantilla. Aterrizaron Cesc y Alexis. Y se acoplaron al instante. Más competencia para un Ibi, cada vez más necesitado y carente de minutos. Y, para colmo, en un entrenamiento rutinario, la lesión del ligamento cruzado anterior. Toda una temporada lanzada por el despeñadero. O quizá no. Porque Afellay llega a punto de nieve a la Eurocopa de Polonia y Ucrania. Ocho meses después de ser operado, ha tenido tiempo de afianzar su rodilla derecha, con lo que llega fresco como pocos a la cita continental. Y además, parece que Van Marwijk apuesta por él para una plaza en la mediapunta de su 4-2-3-1, acompañado por Robben y Sneijder, y en competencia directa con Huntelaar y Kuyt. De la confianza del técnico, de la inspiración del futbolista y del papel que juegue Holanda en la Euro, dependerá buena parte del futuro deportivo de un artillero que a sus 26 años tiene todo lo necesario en la mochila.

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domingo, 20 de mayo de 2012

La fuerza del destino

Por Albert Valor


A Didier Drogba le esperaba un duro regreso a casa tras la Copa África disputada en enero. Héroe nacional e icono de todo el continente, debía en ese ahora dar la cara. Y, como siempre, no osó ni por un momento bajar la cabeza. Él falló un penalti decisivo durante el partido que dio paso a la tanda de penaltis que coronó a Zambia. Una vez más, Costa de Marfil se quedaba sin la CAN. Una vez más, siendo la inmensa favorita. Su gente no cayó en la crítica fácil. En África, los futbolistas no son dioses porque levanten copas. Lo son porque ponen a los suyos en el mapa.

La suerte en las grandes citas siempre solía dar la espalda a Didier. Y no sólo con su selección. Le pasaba lo mismo con su querido Chelsea. Pero tras ese duro revés, algo empezó a cambiar. En Stamford Bridge todo apuntaba al fin de una era, más tras una derrota en el San Paolo de Napoli en el partido de ida de octavos de final de la Champions League. La ciudad del sur de Italia ya acogía a los Lavezzi, Cavani, Hamsik y cía como los herederos del glorioso equipo de Maradona y Careca. Un 3-1 ante un equipo en senda perdedora parecía un buen botín. Nada más lejos de la realidad. Justo en ese momento, apareció en escena un hombre sin el que no se entiende esta historia: Roberto Di Matteo. Miembro de aquel último Chelsea romántico previo a los petrodólares, aquel de los Flo, Zola, Le Saux, Poyet o Desailly, el ítalo-suizo pasó a ocupar el banquillo que André Villas-Boas se veía obligado a abandonar. Así es el fútbol. Él quería liderar un cambio de ciclo en el Chelsea que todo el planeta futbolístico vislumbraba y reclamaba ya. Los Terry, Lampard o el propio Drogba, vetustos y hastiados de fracasar en el intento, debían dejar paso a la nueva savia. Pero el fútbol y el destino no creían lo mismo. Y pueden tener razón o no. Pero siempre hay que hacer lo que ellos digan.

Di Matteo se enfundó su traje y decidió que la vieja guardia debía volver a escena. El primer resultado en un partido importante le dio la vuelta a toda la dinámica: remontada en Stamford Bridge ante el Nápoles consumada en la prórroga. Los goles, de Terry, Lampard, Drogba e Ivanovic. Empezaban los guiños. El sorteo resultó asequible para unos cuartos de final que se superaron con sufrimiento ante un atrevido pero tierno Benfica. La auténtica piedra llegaba en semifinales. Derrotar al Barcelona sonaba a utopía. A sueño de noche primaveral, prácticamente. Entonces nadie reparaba en ello, pero el fútbol le seguía debiendo mucho al Chelsea.

El resultado lo conoce todo el mundo. Decenas de ocasiones marradas por el Barça en los dos partidos de la serie, penalti al larguero –cometido por Drogba- y tres disparos a puerta por parte blue. Y tres goles. Excesivo botín, pensaron algunos. No. El destino. Además, anotar en el añadido del primer tiempo del partido de ida y repetir en el partido de vuelta suele darte opciones. En apenas unas semanas, el Chelsea pasó de la depresión a estar en dos finales, ya que también se plantó en el envite por el título de la FA Cup. En ella, Ramires, héroe en las semifinales europeas, también resultó pieza clave y los de Di Matteo salieron vencedores frente al Liverpool.

Y entonces, la gran final. Es en este momento cuando la historia debe centrarse otra vez en Didider Drogba, esa pantera de hormigón. A 7’ del final, el Bayern anota el 1-0. Parece definitivo. Por fin un anfitrión volverá a ser campeón de Europa. Pero no. Tras ver como los alemanes les han lanzado puñados de córners, Mata se dispone a lanzar el primero para la cuenta blue cuando el partido ya agoniza. Alguien se eleva sobre todos. ¡Zás! Sí. Drogba empata. La enésima pesadilla de los aficionados de Stamford Bridge empieza a tornarse sueño. Prórroga. Y nada más empezar, penalti de Drogba. Ahora sí. Parece que la suerte se agota. Otra vez no. Robben vuelve a marrar una oportunidad decisiva en un partido grande. Drogba sabe lo que es eso. Ya sólo queda la tanda. Una ruleta rusa. El Bayern nunca ha perdido en esa suerte en Copa de Europa. El Chelsea nunca ha ganado. Pero eso ya no importa. Mata falla, pero también Olic y Schweinsteiger. Queda un penalti. Y en el campo, sólo hay un tipo al que Neuer no se le hará gigante. Toda la historia del Chelsea se concentra de pronto en la pétrea figura de Drogba. Qué suerte. Ciertamente, no hay nadie más fiable. Y gol. Dentro. De pronto, el resbalón de Terry, el gol de Iniesta, Ovrebo o los derrapes en Anfield Road en dos semifinales quedan definitivamente atrás. Para el marfileño, las decepciones en la Copa África son ahora parte del camino hasta aquí.

Puede parecer que a veces la gloria sonríe a tipos que ni lo comen ni lo beben, como Di Matteo. Pero no es exactamente así. Él fue el elegido para vehicular toda la gloria que ansiaba una generación. Él, que tantas decepciones sufrió con el Chelsea pre-Abramovich de finales del siglo XX, también lo merecía. Es la fuerza del destino.

Didier Drogba, por su parte, seguirá siendo uno de los iconos de la historia del fútbol africano junto a Samuel Eto’o, George Weah o Roger Milla. Y desde ayer, también es el mito absoluto del primer equipo londinense que alza la Copa de Europa. El fútbol se acuerda de todos. Siempre.

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miércoles, 9 de mayo de 2012

Pelaje rojiblanco

Por Albert Valor


Nadie contaba con ellos. Barça y Madrid tenían que jugar la final española en Europa. Pero no. La cosa ha cambiado tras una secuencia de curas de humildad. Hoy nos tocará cenar con ellos dos. Con dos maneras de entender el fútbol. Dos maneras de entender la vida. A flor de piel. Dos Atléticos. El uno, padre del otro. El otro, vestigio del uno. Dos históricos. Es cierto que Sevilla y Valencia –e incluso el Depor- les quitaron protagonismo en los últimos lustros. Pero tras los dos transatlánticos de la Liga, la Historia les coloca a ellos.

Imaginado como final de Copa, sería ya un duelo tremendo. El hecho de ser en Europa redobla los tambores y atrae al misticismo. No se adivina quien será más intenso. Y lo menos claro es el pronóstico. Se sabe, eso sí, que no faltará personalidad por ninguno de los bandos. Ni nervio. Habrá mucho nervio. Cosas de locos. Cosas de cholos.

En Bilbao hace 28 años que no ven una copa y quieren sacar la gabarra. Aunque habrá que pedir permiso a Neptuno, rey de los mares y de todas las rías. Cuidado. Dicen que él también tiene ganas de fiesta.

Sírvanse ustedes mismos. Menudo partido de fútbol.

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martes, 8 de mayo de 2012

Tres estrellas bien merecidas

Por Albert Valor


Desde que la noche del domingo la Vecchia Signora se proclamara campeona del Scudetto, empecé a ver en diferentes medios el palmarés del campeonato italiano. La Juventus lo lideraba en todos ellos con 28, seguida de Milan e Inter, ambos con 18. Pero en los perfiles de Facebook de algún juventino de pro e incluso en algunas imágenes del vestuario de los bianconeri en Cagliari, ví como algún componente de la plantilla señalaba con sus dedos la cifra redonda: 30.

No lograba comprender el porqué. Mi intuición me llevaba a justificar los hechos por alguna liga de dudosa validez en los años de la Segunda Guerra Mundial. Hasta que me refrescaron la memoria: ¡el ‘Moggigate’! Tan reciente y ya lo había olvidado. Había olvidado la pérdida de dos títulos y el descenso a segunda división por las argucias de Luciano Moggi. No vamos a negar que todas aquellas fechorías merecieran un castigo. Ya la pérdida de categoría fue un severo correctivo. Pero arrancar dos títulos de las vitrinas y desposeer a un campeón de lo logrado sobre el césped… Incluso los aficionados del Inter, al que fueron a parar aquellos dos trofeos, saben que aquellas ligas las ganó la Juve con todo merecimiento.

En esto del fútbol, siempre se vilipendia al aficionado. La travesía ha sido dura. El mismo aficionado que me puso al día me subrayó estos seis años como una auténtica pesadilla. Bien es cierto que los escándalos por amaños venían siendo muy perseguidos por la Justicia Italiana. Se decidió cortar por lo sano y el castigo fue ejemplar. Unos pocos pecadores hicieron pagar a millones de inocentes. El ‘Moggigate’ puso en solfa a todos los estratos del club. Pero la Juve, el equipo de Italia y de los italianos -no tanto de Turín y de los turineses - ha vuelto ya definitivamente. Campeón de Liga sin perder un solo partido. Tienen 30 títulos. Y merecen celebrar 30, aunque las estadísticas les den 28. Todo el mundo lo sabe. Y bien harán en poner la tercera estrella sobre el escudo la próxima temporada.

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jueves, 22 de marzo de 2012

Reflexiones desde el fondo del alma

Por Albert Valor


Es curioso. Es curioso haber visto por fin a tu Granada jugar en el Camp Nou. Es curioso haber esperado toda mi infancia y parte de mi juventud para ver ese estampado a rayas horizontales y rojiblancas en la elite. Es curioso que fuese sólo cuatro días después de haberte dado el último beso.

Es curioso que también el martes nos tocara guardar silencio por Estanislao Basora. Tenía un año menos que tú. Y sólo murió dos días después, el bueno de Basora. Ese extremo al que tú viste jugar junto a César. César. Qué decir de César. Recuerdo todo lo que me contabas de él. Que metía goles desde todos los sitios. De todas las maneras. Hasta con el culo. Recuerdo también cuando me explicabas aquel año en que, ya fichado por el Barça, jugó un año en el Granada que compaginó con su servicio militar. A fin de cuentas, fue uno de esos jugadores cuya impronta pasa de abuelos a nietos. Hasta el martes, el máximo goleador de la historia culé. Hasta el martes porque un diablillo del que tú ya casi no pudiste disfrutar le superó. Algunos dicen que será el mejor de todos los tiempos. Valdano, en cambio, le ha comparado ya con Superman. Dice que cuando se va a casa es Clark Kent, y sólo es en el campo cuando se pone la capa y hace de superhéroe. Lo seguro es que, como tú hiciste con El Pelucas, yo hablaré de Messi a los hijos de mis hijos.

Para cerrar el círculo, otra curiosidad. Y es que hasta el marcador fue de tu época. Un bizarro y abultado 5-3 que bien podrían haber registrado en Les Corts. Nada que ver con el fútbol encorsetado de hoy día.

En un solo partido, se agolparon sentimientos acumulados durante toda la semana. Se revivieron tus recuerdos de mediados de siglo. Y, por supuesto, rememoré la deliciosa infancia que me regalaste. Y lo más curioso de todo es que, tras meses de letargo, todo esto me despertara las ganas de regresar a este blog. Descansa en paz, yayo.

PD: Tú mismo lo dirías, con esa mezcla tan tuya de seny catalán y encanto andaluz. Que sí, que vale. Que hemos recortado cuatro puntos en cuatro días. Pero ni antes era una hecatombe ni ahora vamos a ganar el triplete. Calma.


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miércoles, 8 de junio de 2011

Obrigado

Por Albert Valor

Ayer se fue definitivamente la bomba nuclear con botas, que diría Segurola. La manada, que diría Valdano. Aún se recuerdan tus primeras estampidas en España. La celebración del avión, coetánia a la del zaragocista Rambert, forma parte ya del museo de las delicias. Eres leyenda, Ro.


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