Capítulo II: Guerreros pluscuamperfectos
El cara a cara en el lateral derecho es uno de los más parejos que se pueden encontrar en los respectivos onces de Barça y Madrid. Dani Alves y Sergio Ramos, dos defensas de distinto corte, comparten sin embargo algo más que demarcación. Durante varias temporadas convivieron a las órdenes de Joaquin Caparrós, que les pulió las aristas hasta convertirlos en dos de los principales defensas jóvenes del mundo. Con sólo 18 años, Alves llegó al Sevilla en 2001como una apuesta personal de Monchi, que pagó por él la irrisoria cantidad de 500.000 euros al Esporte Clube Bahia. Con 172 centímetros de puro nervio, desde su llegada al club hispalense se manifestó como un jugador a tener en cuenta: rápido, incansable y muy dotado técnicamente. Con los años, fue perdiendo anarquía y ganando experiencia. Pulió su capacidad defensiva y continúo mejorando en todos los aspectos, hasta el punto de convertirse en el mejor lateral del mundo ─la UEFA le incluyó en el once ideal de la Liga 2005-2006─. Mientras que su perfeccionamiento llevó el sello de Caparrós, fue con Juande Ramos con quien llegaron sus primeros títulos: dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey y una Supercopa de España. Un palmarés envidiable teniendo en cuenta la dictadura que ejercen los clubes poderosos. Aquel bienio dorado entró de lleno en la historia del Sevilla, y Dani Alves siempre tuvo un papel protagonista. Sus éxitos no pasaron desapercibidos para la selección brasileña, que finalmente se rindió a sus cualidades. En 2007, tras sus dos mejores temporadas como sevillista, se proclamó campeón de la Copa América. A partir de ahí su carrera estaba destinada a cotas más altas. Había cumplido un ciclo en Sevilla y era el momento de dar el salto a uno de los más grandes.
Tras una temporada de barbecho, en la que acabó jugando a regañadientes tras frustrarse su traspaso al Chelsea, en julio de 2008 se confirmó su pase al Barcelona por más de 30 millones. Su precio de superestrella le convirtió en el tercer defensa más caro de la historia del fútbol, por detrás de Ferdinand ─46 millones, del Leeds al Manchester United en 2002─ y Thuram ─36'5, del Parma a la Juventus en 2001─. Fueron muchos los que consideraron una locura el montante de la operación. A día de hoy nadie habla de lo que costó Alves. Convertido en dueño y señor del carril derecho del Camp Nou, la 'tarántula' se ha ganado por derecho ser el sucesor de Roberto Carlos en la Liga. Aún sin igualar la potencia de disparo del mítico '3', Alves es una máquina perfecta. Entre otras cualidades, posee fondo de maratoniano, centro preciso y gran esgrima defensiva. Le sobra capacidad para cumplir con su tarea, motivo por el cual es pieza clave en el esquema de Guardiola. Con él como fichaje estrella volvieron los títulos al club azulgrana. La Copa, la Liga y la Champions han supuesto un buen bocado para el arácnido culé, que sin embargo sigue hambriento. Precisamente, si algo define a Alves es su insaciabilidad.
Nariz prominente, en forma de vela, cuerpo hercúleo y pelo siempre en remojo. A grandes rasgos así es Sergio Ramos, lateral indiscutible en el Madrid y en la selección española. Tras una temporada sorprendente en Sevilla, con 18 años fichó por el club blanco, convirtiéndose en la única contratación nacional de la primera etapa de Florentino Pérez. Su despliegue físico, combinado con una técnica considerable y un disparo maligno, le confirmaron como una de las sensaciones de la Liga 2004-2005. Su pase al Madrid le costó a Florentino 27 millones; cifra nada despreciable teniendo en cuenta que se trataba de un defensa joven, y español. Al primer partido oficial, Ramos ya había justificado la fuerte inversión. Se convirtió en titular en un pispás, merced a la necesitada defensa madridista. Firmó una primera temporada inmejorable, con 46 partidos jugados y 6 goles. En la siguiente campaña, su rendimiento mantuvo una línea ascendente, mostrándose como un coloso atrás y un machete arriba. Se proclamó campeón de Liga. También el año siguiente, aunque su progresión comenzó a estancarse. Aunque las cifras aseguran lo contrario ─43 partidos, 5 goles y 5 asistencias─, al Faraón de Camas comenzó a oxidársele el juego. Las excursiones al ataque ya no eran tan frecuentes, ni tampoco tan incisivas. Sin embargo, además de conseguir la Liga, se alzó con el cetro europeo más preciado a nivel de selecciones. La Eurocopa le encumbró como defensa, pero instaló la duda de si la posición ideal de Ramos es el lateral. Tanto en Madrid como en la absoluta, siempre ha sido colocado ahí, como una forma de explotar al máximo sus virtudes. Si bien un portento físico está capacitado para destacar en cualquier posición de retaguardia, lo cierto es que en las últimas temporadas ha evidenciado una falta de fuelle notable, posiblemente fruto de la acumulación de compromisos.
Con todo, Ramos pasa por ser uno de los grandes laterales de la era actual. Como central, sin duda sería el mejor del mundo. Liberado del trajín de la banda, se convertiría en la versión mejorada de Puyol. A las condiciones de espantapájaros del catalán, les añadiría salida limpia de balón y cientos de perdigones para contrarios a la hora de rematar. Por más que la derecha se haya convertido en su área de trabajo, el '4' del Madrid es el prototipo de central moderno que tanto ansían entrenadores como Guardiola, obsesionados con defensas de guante blanco. Ramos tiene la combinación perfecta: cuerpo acorazado y pies sensibles al tacto del cuero.
Decantarse por Alves o Ramos conllevaría errar siempre. El brasileño funciona con un motor diesel que nunca se detiene, mientras que el sevillano parece protegido como un caballero: cota de malla, yelmo y escudo. Son dos deportistas portentosos, fruto de la naturaleza más generosa. Ambos se caracterizan por el hervor de su sangre, puesta al servicio de sus colores. En concreto, se trata de un duelo sin sentido entre recorrido y potencia. Alves es un fondista incansable, pegajoso en defensa y bombardero en ataque. Ramos es fuerza, raza y orgullo. Formando parte de equipos ganadores, los dos han levantado los trofeos más anhelados, acreditando tener el gen de la competitividad. En definitiva, se trata de dos defensas tallados a conciencia, preparados para cualquier batalla. Si de afrontar una guerra se tratara, los primeros alistados debieran ser Dani Alves y Sergio Ramos. *************************************************************
El cara a cara en el lateral derecho es uno de los más parejos que se pueden encontrar en los respectivos onces de Barça y Madrid. Dani Alves y Sergio Ramos, dos defensas de distinto corte, comparten sin embargo algo más que demarcación. Durante varias temporadas convivieron a las órdenes de Joaquin Caparrós, que les pulió las aristas hasta convertirlos en dos de los principales defensas jóvenes del mundo. Con sólo 18 años, Alves llegó al Sevilla en 2001como una apuesta personal de Monchi, que pagó por él la irrisoria cantidad de 500.000 euros al Esporte Clube Bahia. Con 172 centímetros de puro nervio, desde su llegada al club hispalense se manifestó como un jugador a tener en cuenta: rápido, incansable y muy dotado técnicamente. Con los años, fue perdiendo anarquía y ganando experiencia. Pulió su capacidad defensiva y continúo mejorando en todos los aspectos, hasta el punto de convertirse en el mejor lateral del mundo ─la UEFA le incluyó en el once ideal de la Liga 2005-2006─. Mientras que su perfeccionamiento llevó el sello de Caparrós, fue con Juande Ramos con quien llegaron sus primeros títulos: dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey y una Supercopa de España. Un palmarés envidiable teniendo en cuenta la dictadura que ejercen los clubes poderosos. Aquel bienio dorado entró de lleno en la historia del Sevilla, y Dani Alves siempre tuvo un papel protagonista. Sus éxitos no pasaron desapercibidos para la selección brasileña, que finalmente se rindió a sus cualidades. En 2007, tras sus dos mejores temporadas como sevillista, se proclamó campeón de la Copa América. A partir de ahí su carrera estaba destinada a cotas más altas. Había cumplido un ciclo en Sevilla y era el momento de dar el salto a uno de los más grandes.
Tras una temporada de barbecho, en la que acabó jugando a regañadientes tras frustrarse su traspaso al Chelsea, en julio de 2008 se confirmó su pase al Barcelona por más de 30 millones. Su precio de superestrella le convirtió en el tercer defensa más caro de la historia del fútbol, por detrás de Ferdinand ─46 millones, del Leeds al Manchester United en 2002─ y Thuram ─36'5, del Parma a la Juventus en 2001─. Fueron muchos los que consideraron una locura el montante de la operación. A día de hoy nadie habla de lo que costó Alves. Convertido en dueño y señor del carril derecho del Camp Nou, la 'tarántula' se ha ganado por derecho ser el sucesor de Roberto Carlos en la Liga. Aún sin igualar la potencia de disparo del mítico '3', Alves es una máquina perfecta. Entre otras cualidades, posee fondo de maratoniano, centro preciso y gran esgrima defensiva. Le sobra capacidad para cumplir con su tarea, motivo por el cual es pieza clave en el esquema de Guardiola. Con él como fichaje estrella volvieron los títulos al club azulgrana. La Copa, la Liga y la Champions han supuesto un buen bocado para el arácnido culé, que sin embargo sigue hambriento. Precisamente, si algo define a Alves es su insaciabilidad.
Nariz prominente, en forma de vela, cuerpo hercúleo y pelo siempre en remojo. A grandes rasgos así es Sergio Ramos, lateral indiscutible en el Madrid y en la selección española. Tras una temporada sorprendente en Sevilla, con 18 años fichó por el club blanco, convirtiéndose en la única contratación nacional de la primera etapa de Florentino Pérez. Su despliegue físico, combinado con una técnica considerable y un disparo maligno, le confirmaron como una de las sensaciones de la Liga 2004-2005. Su pase al Madrid le costó a Florentino 27 millones; cifra nada despreciable teniendo en cuenta que se trataba de un defensa joven, y español. Al primer partido oficial, Ramos ya había justificado la fuerte inversión. Se convirtió en titular en un pispás, merced a la necesitada defensa madridista. Firmó una primera temporada inmejorable, con 46 partidos jugados y 6 goles. En la siguiente campaña, su rendimiento mantuvo una línea ascendente, mostrándose como un coloso atrás y un machete arriba. Se proclamó campeón de Liga. También el año siguiente, aunque su progresión comenzó a estancarse. Aunque las cifras aseguran lo contrario ─43 partidos, 5 goles y 5 asistencias─, al Faraón de Camas comenzó a oxidársele el juego. Las excursiones al ataque ya no eran tan frecuentes, ni tampoco tan incisivas. Sin embargo, además de conseguir la Liga, se alzó con el cetro europeo más preciado a nivel de selecciones. La Eurocopa le encumbró como defensa, pero instaló la duda de si la posición ideal de Ramos es el lateral. Tanto en Madrid como en la absoluta, siempre ha sido colocado ahí, como una forma de explotar al máximo sus virtudes. Si bien un portento físico está capacitado para destacar en cualquier posición de retaguardia, lo cierto es que en las últimas temporadas ha evidenciado una falta de fuelle notable, posiblemente fruto de la acumulación de compromisos.
Con todo, Ramos pasa por ser uno de los grandes laterales de la era actual. Como central, sin duda sería el mejor del mundo. Liberado del trajín de la banda, se convertiría en la versión mejorada de Puyol. A las condiciones de espantapájaros del catalán, les añadiría salida limpia de balón y cientos de perdigones para contrarios a la hora de rematar. Por más que la derecha se haya convertido en su área de trabajo, el '4' del Madrid es el prototipo de central moderno que tanto ansían entrenadores como Guardiola, obsesionados con defensas de guante blanco. Ramos tiene la combinación perfecta: cuerpo acorazado y pies sensibles al tacto del cuero.
Decantarse por Alves o Ramos conllevaría errar siempre. El brasileño funciona con un motor diesel que nunca se detiene, mientras que el sevillano parece protegido como un caballero: cota de malla, yelmo y escudo. Son dos deportistas portentosos, fruto de la naturaleza más generosa. Ambos se caracterizan por el hervor de su sangre, puesta al servicio de sus colores. En concreto, se trata de un duelo sin sentido entre recorrido y potencia. Alves es un fondista incansable, pegajoso en defensa y bombardero en ataque. Ramos es fuerza, raza y orgullo. Formando parte de equipos ganadores, los dos han levantado los trofeos más anhelados, acreditando tener el gen de la competitividad. En definitiva, se trata de dos defensas tallados a conciencia, preparados para cualquier batalla. Si de afrontar una guerra se tratara, los primeros alistados debieran ser Dani Alves y Sergio Ramos. *************************************************************
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