Cuando Guardiola volvió al Camp Nou para dirigir al primer equipo del Barça, lo hizo con un libreto aprendido de memoria. Pronto se mostró como un gentleman entregado, metódico, obcecado y valiente. De hecho, no tardó en exponer sus primeras decisiones: Ronaldinho, Deco y, presumiblemente, Eto’o deberían abandonar el barco. Finalmente, el camerunés se comprometió a seguir siendo el hombre para el gol del equipo. Ronaldinho y Deco, en cambio, se vieron obligados a emigrar. Para sustituir al portugués, el elegido fue Keita, un todo terreno malí compuesto por pura fibra. Llegó avalado por una gran temporada en el Sevilla, trufada de goles deslumbrantes desde la media distancia. Se precisaba de Keita tanto su músculo como su aceptable técnica. La idea era rellenar la zona ancha con más poder africano. A día de hoy, son muchos los socios y aficionados que cuestionan su fichaje. Le acusan de no tener toque y de no robar lo que debiera. Hasta el momento, la realidad no les desmiente. Sin embargo, a favor del malí juega una de sus grandes cualidades: la capacidad para llegar desde segunda línea a machacar balones a las mallas. Ha logrado tres goles de ese modo, frente a Getafe, Recreativo y Villarreal. Sus tantos, además, han valido su peso en puntos. No obstante al socio culé, exigente como pocos, no le sirve.
Otro de los factores que han propiciado el nerviosismo barcelonista tiene que ver con un hallazgo: un chaval imberbe de la cantera de tallo largo y piel blanquecina, con la complexión más típica de un delantero que de un centrocampista –de hecho, esa era su antigua demarcación–; un auténtico desconocido para el gran público: Sergio Busquets, el primogénito del ex-portero azulgrana. Ya desde la pretemporada Guardiola contó con sus servicios, conocedor de sus virtudes tras un año entero entrenándole en el equipo filial. El de Badía no tardó en mostrar sus credenciales: mucho trabajo en la medular, calidad técnica para el desplazamiento tanto en corto como en largo, derroche físico y una cualidad de importancia capital, su inteligencia. Sabe cuando toca servir de primeras o de segundas, cuando es el momento de driblar, cuando el de descolgarse… El abanico de virtudes que reúne le acreditan como el gran descubrimiento de esta Liga, además de haberle convertido en internacional. Y lo más importante: Busquets es quien ha ocupado realmente el puesto de Deco en este Barça. El debate está servido: Keita o Busquets. Por delante, media temporada para dirimirlo. El Camp Nou ya ha hablado: el joven de Hospitalet se impone por un largo trecho.
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Otro de los factores que han propiciado el nerviosismo barcelonista tiene que ver con un hallazgo: un chaval imberbe de la cantera de tallo largo y piel blanquecina, con la complexión más típica de un delantero que de un centrocampista –de hecho, esa era su antigua demarcación–; un auténtico desconocido para el gran público: Sergio Busquets, el primogénito del ex-portero azulgrana. Ya desde la pretemporada Guardiola contó con sus servicios, conocedor de sus virtudes tras un año entero entrenándole en el equipo filial. El de Badía no tardó en mostrar sus credenciales: mucho trabajo en la medular, calidad técnica para el desplazamiento tanto en corto como en largo, derroche físico y una cualidad de importancia capital, su inteligencia. Sabe cuando toca servir de primeras o de segundas, cuando es el momento de driblar, cuando el de descolgarse… El abanico de virtudes que reúne le acreditan como el gran descubrimiento de esta Liga, además de haberle convertido en internacional. Y lo más importante: Busquets es quien ha ocupado realmente el puesto de Deco en este Barça. El debate está servido: Keita o Busquets. Por delante, media temporada para dirimirlo. El Camp Nou ya ha hablado: el joven de Hospitalet se impone por un largo trecho.
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