miércoles, 18 de junio de 2008

La importancia de 'San' Buffon

Por Albert Valor


Lubos Michel y Massimo Busacca pitaban casi al unísono el final del Francia-Italia y del Holanda-Rumanía, respectivamente. Al final no hubo tongo rumano-holandés. Italia estará en cuartos. Y lo estará porque el cuadro que dirige Van Basten ―que jugó muchos años en el calcio― no tuvo pensamientos de futuro ególatras y sí amor por el fútbol, y resolvió en el segundo tiempo con un once plagado de suplentes pero no por ello poco competitivo. A todos nos gustaría que nuestra delantera reserva la formaran Robben, Huntelaar y Van Persie. Por otro lado, está claro que en Italia todo el mundo se acuerda ahora del penalti que San Buffon le paró a Mutu el pasado viernes.

El partido empezaba ya segundos antes de que el trencilla pitara, y en el duelo de los himnos, Italia tomaba ventaja, sobre todo por el ímpetu con el que Talentino entonaba el final, ese 'Siam pronti alla morte L'Italia chiamò' que dejaba a La Marsellesa en un canto de segunda fila.

Todo esto pareció un presagio, ya que a los 7 minutos Francia se quedaba sin el único hombre capaz de cambiar el ritmo del partido. Franck Ribéry se lesionaba solo después de cometer falta sobre Zambrotta y dejaba su puesto a Nasri, que debía ejercer de Mesías entre tanto músculo. Demasiada presión para el joven de origen argelino. Sin quererlo, Domenech, que había cambiado a media defensa, había hecho ya el relevo generacional que tanto pedía la afición gala. Sólo Makélélé y Henry representaban a aquella vieja guardia que tanta gloria dio a nuestros vecinos.

Poco después, el equipo del gallo empezaba a doblar la rodilla. Corría el minuto 24 cuando Abidal, de improvisado central, cometía penalti sobre un Toni que demostró que un buen delantero no sólo es decisivo por sus goles. No sólo forzó la pena máxima, sino también la expulsión del lateral culé. Segundos después, Pirlo anotaba mientras Buffon, girado hacia la grada, no quería mirar. No recordaba que detrás de su portería ―la misma en la que cuatro días antes había rescatado el último aliento italiano― estaba una de las pantallas del Letzigrund, así que también lo vio en directo.

El pobre Nasri, que había sustituido a Scarface 15 minutos antes, se tenía que volver a sentar en el banco para que la entrada de Boumsong reestructurara la defensa. Demasiados desajustes para un equipo ya de por sí confundido y que ahora debía jugar con uno menos.

De aquí al descanso hubo más bien poco, si acaso un chut de Henry que se marchaba cerca del poste y una falta botada por Grosso ―provocada por un De Rossi que aprovechó la oportunidad para reivindicarse como todocampista muy fichable― que sí pegaba en la madera. En ese momento, en el otro duelo, Codrea enviaba al limbo una ocasión cocinada por Mutu. Tras un último achuchón francés, Michel enviaba a los contendientes camino de los vestuarios. No significaba que por andar escaso de fútbol de alto postín, al partido le faltase emoción, más que nada por lo que se jugaban los dos gigantes contendientes.

Al poco de reanudarse el choque, mientras Italia veía que si llegaba a cuartos, además de Pirlo, perdería a Gattusso ―ambos por acumulación de tarjetas―, Huntelaar avanzaba a los Oranje en el otro duelo. A los 61', tras el lanzamiento de una falta, De Rossi hacía el 2-0 después de que el cuero rebotara en la barrera. Italia veía factible, después de nueve enfrentamientos y treinta años, volver a ganar a les bleus en el tiempo reglamentario.
Pero cuando parecía que Francia se empezaba a despedir de la Eurocopa con un fútbol lento, cansino y previsible, Benzema hacía volar a Buffon para que la extremaunción de los suyos fuera con la cabeza alta. Las noticias que venían de Berna seguían siendo satisfactorias para los azzurri, puesto que Rumanía no podía con los suplentes de Van Basten.

A los 81', Donadoni quitaba a Gattusso y daba entrada a Aquilani para que el romanista se fuera aclimatando a la posición que ocupará desde el inicio contra la Roja. No sería de recibo celebrar las ausencias de Andrea y Genaro, puesto que si los transalpinos juegan el domingo con Aquilani y De Rossi, que sustentan a la media más jugona del calcio junto a Perrotta –que también podría ser de la partida―, más Ambrosini haciendo de perro de presa, Italia seguirá contando con una medular de garantías.

Mientras el grupo de la muerte agonizaba, Van Persie ponía la puntilla a Rumania para que la parte azzurra ―que no azul― del estadio Letzigrund de Zurich empezara a festejar el pase a cuartos. Corría el minuto 86. Pero aquí no habría milagro al estilo turco, ni héroes ni villanos de última hora.

Habrá duelo hispano-italiano en cuartos. Villa querrá ganar por Lucho. Casillas y Buffon se medirán por un lugar en el olimpo de los '1'. Habrá duelo de Santos. Y en la media, por exigencias del guión, de jugones.

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