lunes, 29 de junio de 2009

Gloriosa efeméride

Por Albert Valor

Ayer Brasil se proclamó campeona de la copa Confederaciones con Kaká y Luis Fabiano como puntas de lanza. Mientras, la Selección nos ofreció ayer un partido agridulce: agrio porque no es lo mismo jugar una final de verdad que una de consolación y porque un equipo como Sudáfrica, creemos, no debería poner contra las cuerdas a los suplentes de la campeona de Europa; y dulce porque pese a la baja de Iniesta, reapareció otro sweety, David Silva, y Güiza demostró que cuando un jugador con calidad se enfunda una camiseta por la que daría la vida el resultado puede ser… encuentren ustedes mismos la palabra. El caso es que, con el jerezano y con Fernando Llorente, la dupla Torres-Villa tiene recambios de garantías.

Otra cosa sería hablar del planteamiento de Del Bosque, que ha permutado un mediocampo de jugones por un juego de bandas asimétrico que no ha dado el resultado esperado. De nada servirá criticar al seleccionador porque, guste o no, dirigirá a la Roja en la Copa del Mundo. Además, hay que tener claro que los indiscutibles en las bandas siguen siendo Silva e Iniesta, dos hobbits excelsos que no han llegado esta vez en condiciones de ayudarnos a encontrar el anillo. Sólo hay que esperar recuperarlos para cita mundialista sabiendo que Cazorla y Cesc Fábregas han sido unos dignos recambios. Pero a veces el balón no quiere entrar.

Hoy hace un año que España se elevó a los altares del fútbol del europeo, del fútbol mundial, del fútbol total. Desde hace ya meses tenía pensado publicar este artículo -que no es más que la reproducción total de la crónica que publiqué en Tiempo de Fútbol, un excelente blog con geniales colaboradores, ya extinguido por la voracidad de la actualidad- sin saber que sería lo que depararía hoy el presente, sin pensar que para dar paso a esa crónica escrita hace ya un año me daría para escribir casi otro artículo delante, sin pensar por un momento que en el calendario del fútbol los días y los meses envejecen casi tan rápido como los gatos. Valga como ejemplo la final de la Champions en Roma. Se disputó hace hoy un mes y dos días. A mi me ha parecido mucho más. Con todos los movimientos del mercado, las renovaciones de jugadores, la rumorología de fichajes y, por supuesto, esta Copa confederaciones, el triplete del Barça ya ha quedado muy atrás. Algo que por otra parte puede ser incluso bueno para los intereses azulgrana, pero de esto ya se hablará en otra ocasión.

El presente es el que es. Está claro que no se puede vivir del pasado, pero sí hay que respetarlo y si se puede, disfrutarlo. Se lo dice un servidor que lleva cuatro días sin poder parar de ver los conciertos de Michael Jackson –con su increíble moonwalk- y escuchar sus canciones, con esa inevitable sensación de que se ha ido un grande y de que su voz y sus bailes ya son eternos. Ya se que este blog pretende ser ‘delicatessen’ futbolística, pero permitan por favor estas pequeñas líneas para el Rey del Pop. Los medios de comunicación hablarán estos días de su autopsia, de su vida privada y de sus miserias, sin darse cuenta por un momento que la palabra música y, sobretodo, la palabra ritmo no se definen mejor que con este nombre y este apellido: Michael Jackson. Él es la música; él fue, es y será el ritmo. El tiempo lo pondrá en su sitio. En el olimpo, o sea. Descanse en paz.

Y ahora, vayamos al fútbol. Espero que esto les sirva para revivir aquel 29 de junio de 2008. Gloriosa efeméride.

¡Va por ustedes! (ese fue el títul0 que le puse al artículo)

Alemania - España, 0-1

Alemania (4-2-3-1): Lehmann; Friedrich, Merstesacker, Metzelder, Lahm (46' Jansen): Hitzlperger (58' Kuranyi), Frings; Schweinsteiger, Ballack, Podolski, Klose (79' Gómez). Seleccionador: Joachim Löw.

España (4-1-4-1): Casillas; Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna; Iniesta, Xavi (63' Xabi Alonso), Cesc, Silva (66' Cazorla), Torres (78' Güiza). Seleccionador: Luís Aragonés.

Árbitro: Roberto Rosetti (ITA), amonestó a Ballack, Casillas, Torres y Kuranyi.

Goles: Torres (33').

Lo vieron nuestros abuelos. Nuestros padres, nuestros tíos y nuestros suegros eran niños o quizá ni habían nacido y los padres de Cesc ni siquiera habían pasado la varicela. Las imágenes del 64 eran tan añejas que hasta hace poco no sabíamos si había centrado Amancio o Pereda. La vieron pasar Sarabia, Maceda o Gordillo. A Arconada se le escapó. Igual que a Amor, Caminero, Hierro o Raúl. Pero ahora ya no importa. 44 años y 44.000.000 de lágrimas después la Eurocopa volvió. Como la echábamos de menos. Hasta ella nos echaba de menos. Tanto que remodeló su aspecto para la ocasión, como si supiera de antemano que sería Casillas quien la alzaría en el palco del Präter. Un palco, como no, lleno de VIPs en el que cada uno desenvolvió a la perfección su papel. Al Rey y a la Reina sólo les faltaba botar, Zapatero mostraba su sonrisa de joker, Sergio Ramos recordaba a Puerta –y, desde la eternidad, él asentía guiñando el ojo- y hasta Platini –verdugo de Arconada- dio la talla, sobretodo cuando vio que Palop llevaba la camiseta con la que el infravalorado meta fue ajusticiado por el azar en la final del 84. Incluso Angela Merkel, haciendo gala de la hospitalidad y deportividad teutona, enseñó al mundo lo que significa saber perder. Fernando Alonso, por su parte, celebraba su otro Gran Premio de Europa, y Ramón Calderón era un hincha más. De Laporta es mejor no hablar. Torres sonreía como lo que es, El Niño feliz, el del gol, mientras Luis, su padre deportivo, sacó el señor que lleva dentro mientras pensaba: “Disfruten ustedes”. Por cierto, que Senna tiene aún una tarea pendiente: demostrarnos que nació en Río de Janeiro y no en Burgos.

Todo esto era para celebrar que el gol a Yashin ya tiene relevo. Zoco, Rivilla, Iríbar, Suárez, Pereda y compañía han encontrado sucesores. No hay que desmerecer a aquellos gladiadores, sólo hay que lamentar que el régimen los utilizara para autoproclamar sus excelencias, más aún cuando los rivales eran los soviéticos. La generación del gol de Torres tiene otros tintes. Esta es la selección de todos. Ayer todas las ciudades y pueblos de España se echaron a la calle: Madrid, Sevilla, Málaga, Granada, Salamanca, Cáceres, Lugo, La Coruña, Valencia, Logroño, Palma de Mallorca… Todas. Y por supuesto, Bilbao, San Sebastián, Gerona, Tarragona o Barcelona no quisieron omitirse de una fiesta de tal calibre. Este equipo no entiende de ideologías políticas, lo único que ha desprendido ha sido fútbol. Fútbol del bueno. El mejor de Europa, para ser más exactos.

Lo cierto es que la mejor Eurocopa en muchos años ha coronado a España. Y la final estuvo a la altura de lo que ha marcado el torneo. Empezó mordiendo Alemania, que en los primeros minutos parecía que iba a sujetarse en la historia para meter el miedo en el cuerpo a los nuestros. Pero tras los 10 primeros minutos, España se soltó. Empezó el tiqui-taca, el meneo, y cada minuto que pasaba, los germanos eran más perdiz mareada. El primer aviso fue de Iniesta, que calcó la jugada del gol inicial a Rusia, aunque esta vez el rematador fue Metzelder, pero Lehmann reaccionó a tiempo. Acto seguido, centro de Ramos y cabezazo de Torres a la cepa del poste. Poco a poco, se empezaba escribir el principio del final para la Mannschaft. El final a la historia de siempre. Porque no siempre deben ganar ellos. Y entonces, llegó el momento. Corría el 33’. Xavi recibe entre líneas, gira sobre sí mismo y envía un balón al hueco para Torres. Tras un toque en el pie de The Kid, parece que el balón se acabará perdiendo ante la presión de Lahm. Pero sólo era una desilusión óptica. El toque da lugar a un autopase, y Torres, como correcaminos ante el coyote, pasa por detrás del menudo lateral, lo avanza y ¡zas! toque sutil por encima de Lehmann. Antes de que el balón entrara, media España ya cantaba gol. Cuando entró, Torres merodeó la portería y se fue a la banda. Poco a poco fueron llegando Xavi, Ramos, Puyol, Silva… Todos. Villa saltó del banquillo. En el palco, sus Majestades apretaron los puños. Zapatero botó como si hubiera vuelto a ganar las elecciones. Y España entera gritó ¡gol!

A partir de aquí, podríamos decir que el partido siguió con su curso, que España siguió manteniendo su apuesta por el fútbol de quilates, que Alemania quemó todas sus naves en el segundo tiempo dando entrada a Jansen, Kuranyi y Gómez, ese alemán tan español. Podríamos decir que Senna siguió dando lecciones de manual, que Iniesta, Xavi y Cesc son los mejores timones que un equipo pudiera tener, que Cazorla y Güiza refrescaron mucho al equipo, que Ramos, Iniesta o Senna tuvieron el 0-2 y que Alemania nos mantuvo con un nudo en la garganta y otro en el corazón hasta que Rossetti pitó el final. Pero lo cierto es que el partido acabó ahí, en el gol de Torres. La historia ya se había escrito. Después del gol de Marcelino, estará el de El Niño.

Alemania, con Ballack a la cabeza –desgracia la suya, 0 de 4-, se mantuvo con la cabeza alta hasta que Casillas alzó la Henry Delaunay. Saber perder también es importante. Pero saber lo que es ganar es muy bonito. La Roja se acordó de muchos, pero especialmente de Arconada, a quien este mismo torneo le menospreció, y de Antonio Puerta, a quien el destino jugó una mala pasada. Tras muchas pesadillas, llegaron los dulces sueños. La maldición ya ha terminado. Ya nos podemos despertar sin miedo. Esto es real. ¡Podíamos! Pero ahora hay que ir a por el siguiente objetivo: Canarinhos, albicelestes; nos vemos en Sudáfrica.

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Michael Jackson: el Ritmo. Rest In Peace.

viernes, 26 de junio de 2009

Alves subsana la ineptitud de Dunga

Por Cristian Naranjo

Brasil se salvó en el 87' de sufrir la misma humillación que España. Alves, que había ingresado en el campo seis minutos antes, conectó un golpe crudo al palo de Khune, que nada pudo hacer para evitar el tanto. Quien todavía dudara de la identidad del mejor lateral de mundo, ya tiene la respuesta. Hasta ese momento, Sudáfrica estaba destapando las carencias del sistema de Dunga, falto de inspiración desde el día en que se hizo con el cargo de seleccionador. Los Bafana Bafana, con Modise y Pienaar a la cabeza, estaban tuteando a la pentacampeona del mundo en cuanto a posesión y ocasiones se refiere. La sensación era incluso de cierto dominio sudafricano, gracias al alegre 4-2-3-1 dispuesto por Joel Santana. Una superioridad relativa, ya que Brasil nunca se sintió realmente amenazada. Sudáfrica le ha mostrado al mundo que tiene cosas que decir, pero aún está lejos de ser una selección nociva para los rivales. Tshabalala y Parker, el mediapunta y el punta, no están a la altura del resto del equipo, lo cual merma sus opciones de victoria.

El planteamiento de Dunga fue una vez más caótico y lamentable. Nadie sabe a qué juega actualmente Brasil. Lo que sí es evidente es la ceguera de su entrenador, capaz de apartar sistemáticamente del once inicial a Alves y Pato, dos referencias a nivel mundial y en sus respectivos equipos, Barça y Milan. Las alineaciones de Dunga son indescifrables, al igual que sus convocatorias, de tal modo que es imposible saber qué aptitudes busca en sus futbolistas. Acaso privilegia a los jugadores de su corte. Quién sabe. El caso es que pese a ser brasileño, su fisonomía y sus formas son de centroeuropeo, lo cual es cuanto menos sintomático. Se puede decir que su apuesta es un 4-2-1-3, con Kaka' y Robinho como únicos exponentes del talento brasileño. Lo demás es pura morralla. Es un once envidiable a juzgar por los nombres, pero carece de atractivo. Con un sistema similar, ya ganó Brasil el Mundial 2002 y la Copa América 2007, con Ronaldinho, Rivaldo, Ronaldo y Robinho, las cuatro erres, como abanderados. La magia suele acudir al rescate de Brasil, cuya gloriosa tradición está por encima de cualquier entrenador, por pésimo que sea.

Jugaba la canarinha de forma lenta y monótona, esperando que algún golpe de inspiración resolviera el encuentro, confiada en que Sudáfrica no podría hacerle daño. Un gol de los Bafana Bafana hubiera puesto a Brasil tan al límite de la eliminación que no se habría repuesto. Todo son hipótesis. Hablar por hablar. Lo único cierto es que Dunga tardó 81 minutos en percibir que el partido demandaba a Alves como agua de mayo. Donde lo situara era lo de menos. La intensidad de la tarántula cambiaría el sino de la eliminatoria. En seis minutos demostró más que un once entero en ochenta y uno, señal inequívoca de que Dunga no está a la altura de su cargo. Es probable que Brasil gane esta Copa Confederaciones porque acumula en su plantilla demasiado talento. Comenzando por Kaka', que se basta para ganar una final. Por más que el seleccionador ponga palos en las ruedas de su carromato, Brasil ha de imponerse por acopio de calidad. O no. Kaka', Robinho, Ramires y Luis Fabiano no suenan mejor que Xavi, Cesc, Torres y Villa. Haría bien el staff técnico de Brasil en repasar el España-Estados Unidos. Puede que no sea suficiente con el cuadrado mágico. Dunga está obligado a inventar algo deprisa. No es complicado. La respuesta al sudoku está en su banquillo: Alves y Pato.

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jueves, 25 de junio de 2009

Del Bosque olvida los apuntes de Aragonés

Por Cristian Naranjo

España perdió anoche mucho más que una eliminatoria: también se dejó por el sendero su identidad; la que le dio la Eurocopa. Nunca renunció ni al balón ni al ataque, pero se quedó a medio camino entre jugar con dos alas abiertas y apostar por todos los bajitos en el medio. El resultado fue un ataque embarullado, impaciente y sucio. El planteamiento de Del Bosque fracasó con estrépito, por más que se crearan un alud de ocasiones. Riera no es jugador para la selección. Siendo un extremo puro, no domina el juego de toque y movimiento. Cuando recibe, su tendencia natural es encarar, faceta en la que además no obtiene buenos porcentajes. Del mismo modo que Joaquín desapareció de la selección cuando dejó de desbordar, Riera no debería haber acudido nunca. En su categoría le supera por mucho Capel, con quien Del Bosque ya no parece contar. El salmantino ha pecado de intervencionismo. Ha tratado de hacer modificaciones propias y ha naufragado en esta Copa Confederaciones. Con Iniesta fuera de combate Cazorla debería ser indiscutible, del mismo modo que Silva, cojo, ofrece más prestaciones que otros. Por otro lado, Villa y Torres son siameses por decreto, cuando precisamente la selección ha maravillado con cinco centrocampistas. Por no hablar de Capdevila y Ramos, que piden a gritos un recambio. Con todo, España jugó lastrada, diezmada y sobre todo desnaturalizada.

No le faltó voluntad a la selección, que fue tan generosa en el esfuerzo como siempre. Disparó un sinfín de veces a la portería de Howard a partir del segundo tiempo. Ejecutó un córner tras otro. Llevó siempre el peso del partido y lo intentó por todas las vías. El problema es que los internacionales trataron de talar un árbol de Alaska con sierras de marquetería. No acertaron a abrir el marcador y fueron incapaces de levantar las hachas. En los partidos que enfrentan a dos equipos separados por un desierto, es clave el nivel de practicidad del favorito: se trata de alcanzar el primer gol por la vía rápida para recrearse después. España, que sólo contempla la dirección del zigzagueo, se estrelló una vez tras otra contra Onyewu, Demerit y Howard, tres auténticos yunques. De hecho el central de ascendencia africana está siendo elevado a los altares por muchos. Craso error. Acaso nadie recuerda el Mundial 2006. España superó a Túnez con todas las dificultades posibles. En el equipo tunecino jugaba Jaidi, un bloque de mármol. Defendió como un coloso hasta que Raúl empató el partido en el 71'. Se cantaron las excelencias de Jaidi hasta ese momento. A partir de entonces, nunca más se volvió a oír su nombre porque Túnez acabó perdiendo el encuentro. Sin el desacierto de España, lo mismo hubiera ocurrido con Onyewu, que sin embargo ahora recibirá ofertas a mansalva. Así de paradójico es el fútbol, un juego donde los pequeños detalles marcan la frontera entre el éxito y el fracaso. Siendo justos, hay que reconocerle al central su capacidad para achicar agua, aunque dudo que conozca otro arte que el despeje.

Los Estados Unidos se adelantaron con un buen gol de Altidore, el suplente de Antoñito en el Xerez. Su mensaje corto a Capdevila resultó ser una premonición. No sólo se llevó el partido, sino que marcó deshaciéndose del lateral. Por supuesto fue una jugada de contraataque, una de tantas de las que dispuso el conjunto americano en la primera mitad. El reverso del bisonte Altidore retrató la descolocación de España, desbordada por el fulgurante arranque de los estadounidenses. El gol estableció un punto de no retorno. El partido se convirtió en un nuevo monólogo de España, que explicó su historia a través del balón pero que no encontró su objetivo: hacer reír. Del Bosque esperó una larga condena para introducir los cambios. Cazorla no encontró su sitio y Mata entró con todo decidido, justo después de que Dempsey ajusticiara a la selección. Derrota indignante por la escasa tradición del rival y por la ineptitud de Del Bosque, incapaz de modificar el guión a medio rodaje. El Mundial debería ser su última oportunidad. Los equipos campeones no tienen banco de pruebas. Se caracterizan por convencer siempre, sin tiempo para equivocarse. Quién sabe si pronto se despertará la nostalgia por Aragonés, el creador de la máquina perfecta. Xavi, Xabi Alonso, Cesc, Iniesta, Silva y Cazorla. Lo demás es todo mentira.

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martes, 23 de junio de 2009

Auge y declive de un genio

Por Cristian Naranjo

Ronaldo de Assis Moreira, más conocido como Ronaldinho Gaúcho, es a sus 29 años el retrato de un cadáver prematuro. Oficialmente no está retirado, pero hace años que su magia se esfumó. Fue tocar el cielo con las manos y precipitarse al vacío. No es el primero que sucumbe ante su propia leyenda. Ya recorrieron el camino inverso a la gloria Best y Maradona, entre otros. Se ha conocido que el Grêmio de Porto Alegre piensa en su fichaje, lo cual supondría una jubilación pagada de forma excelente y una lástima para el fútbol.

Nadie podía imaginar en mayo de 2006 que la carrera de Ronaldinho iba a desviarse tanto. Eran tiempos mejores: tras ganar dos Ligas seguidas, se había proclamado campeón de Europa siendo escogido mejor jugador. El mundo entero se rendía ante un funambulista del fútbol, capaz de dominar con brillantez todas las facetas del juego. Ronaldinho no jugaba jamás para el aprobado; buscaba siempre la Matrícula de Honor, la excelencia. Era un corcel a la hora de esprintar y un alfarero con el balón en los pies. Bicicletas, croquetas, elásticas, sombreros, vaselinas, colas de vaca, rabonas… todo tenía cabida en su bolsillo invisible. Disfrutaba celebrando goles de videoteca, pero nada le satisfacía más que un pase de topógrafo mirando a la grada. Siempre sonreía, en un envidiable gesto de gratitud a la vida, y con su irregular dentadura se ganó a etnias enteras. Con él, el Barcelona se recolocó sobre el mapa y volvió a ser competitivo. A pesar de su condición de estrella, no era arrogante ni individualista. Antes al contrario: siendo el mejor, aumentaba el rendimiento de sus compañeros. Los calificativos se consumen al hablar del buen Ronaldinho, que despuntó en Grêmio y Paris Saint Germain hasta alcanzar el culmen de su fútbol en Barcelona.


Sin embargo, nada fue igual después de París. El futbolista se ahogó en un mar de trofeos y elogios. De 2003 ─año de su fichaje─ a 2008 ─año de su venta al Milan─ su físico se deterioró: llegó al Camp Nou con complexión de maratoniano y se fue con cuerpo de velocista en horas bajas. Tras ganar los títulos más prestigiosos a nivel individual ─FIFA World Player, Balón de Oro─ y colectivo ─Copa Mundial, Champions League─, Ronaldinho se autodestruyó. Comenzó a sustituir entrenamientos por fiestas nocturnas y decidió jubilarse para vivir de su pasado. Un declive vergonzoso para un futbolista concebido para satisfacer los paladares más exquisitos. La historia le recordará como un grande, pero su abandono le impedirá entrar en el Olimpo de Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona. Se situará al mismo nivel que Ronaldo y Zidane, pudiendo haber sido el quinto dios. De todos modos, ahora que el Barcelona de Guardiola parece ser el descubridor del juego bonito, conviene recordar más si cabe al Gaúcho, bandera de un equipo irrepetible junto a Eto'o y Messi, y posiblemente el jugador más virtuoso en la historia del Barça. Por desgracia, Ronaldinho se pudrió antes de lo esperado. Ha envejecido, como uva de la vieja parra. Ha pasado de moda como una burda tendencia. No obstante, cuando estas generaciones envejezcan y tengan nietos, a buen seguro les hablarán de cómo jugaba al fútbol Ronaldinho, el artista del alambre.

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PLF os recomienda encarecidamente este vídeo. Todo lo mejor de Ronaldinho con la banda sonora que le corresponde. Homenaje y crítica en una sola pieza. Pura exquisitez.

domingo, 21 de junio de 2009

De cómo los grandes han perdido el norte

Por Cristian Naranjo

Calma tensa en el bazar de fichajes los últimos días. Hay objetos que han sido retirados de la venta, caso de Ribéry, Villa o Mascherano, todos ellos pretendidos por Madrid y Barça, que parecen decididos a discutir sobre quién es más crío de los dos: culo veo, culo quiero. Así ha sido desde que Florentino irrumpiera en el mercado, y así seguirá a menos que los grandes clubes se reencuentren con la brújula del Capitán Sparrow, esa que señala el camino hacia lo que realmente se desea. Milan y Manchester, de quienes se esperaba un trueno en forma de fichaje, han optado por que sea el tiempo el que haga su trabajo y no la precipitación de gastar por gastar, como si de restañar un desengaño amoroso se tratara. Habría que revisar aquello de que un clavo quita otro clavo. Que se lo pregunten a Gaspart.

Otros gigantes de Europa, como Bayern, Inter, Juventus, Liverpool o Chelsea apenas han agitado el árbol. La Vecchia Signora se hizo con los servicios de Diego hace semanas, en una operación de lo más inteligente porque fructificó antes de la segunda era de Florentino. Hasta el momento, no se conocen más operaciones importantes. No falta movimiento en el bazar, sino decisión para comprar. Florentino se la ha quedado toda para sí, aunque sin una hoja de ruta definida, su papel es el del elefante entrando en la cacharrería. Tras reventar la banca con Kaka' y Cristiano Ronaldo, su principal estrategia ha consistido en copiar los planes del enemigo: Ribéry, Mascherano, Ibrahimović… A falta de un modelo definido, el Madrid apuesta por las caras conocidas.

El Barça de Guardiola, en cambio, con el trébol decorando su solapa, protege su plantilla entre algodones para evitar cualquier contratiempo en forma de fuga. Nadie se escapará, ni tan siquiera el rebelde Valdés. Con un equipo campeón, el Barça se centra en reforzar las posiciones señaladas, en un intento por reverdecer laureles y evitar el fracaso posterior a París. Va en busca Beguiristain de un lateral zurdo, un centrocampista defensivo, un jugador de banda izquierda y un ariete. Para cada vacante hay un nombre en mayúscula y varios sucedáneos, señal inequívoca del trabajo del secretario técnico y su equipo. Los nombres responden a sospechosos habituales: Filipe Luís, Mascherano, Ribéry e Ibrahimović. Las alternativas, también: Zhirkov, Robinho, Mata, Ashley Young, Villa, Forlán y Benzema entre muchos otros. Sin embargo, debido a las incongruencias que suele cometer el fútbol, Santi Cazorla no aparece en la lista de la compra de Beguiristain, pese a estar cortado por el mismo patrón que Ribéry: técnica, velocidad, habilidad en el regate y gol. Nunca se descifrará el por qué los españoles no cotizan igual que los extranjeros. Misterios irresolubles del fútbol.

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lunes, 15 de junio de 2009

La belleza indescifrable, el talonario y el balón

Por Cristian Naranjo

Continúa el ruido de tambores en el mercado de fichajes. Con Kaka' y Cristiano Ronaldo comprados a precio de diamante, Florentino no ha hecho más que comenzar su caprichoso proyecto, la segunda era galáctica, basado en ir a la compra con un crédito ilimitado a adquirir los productos más caros del mercado. El caviar beluga de antaño era Zidane. En una clara recesión futbolística, este curso ha sido Cristiano, un jugador profundamente sobrevalorado y de carácter altivo. No es difícil ir de compras con un cheque en blanco, y sucede que en la bolsa del fútbol los que cotizan más al alza son los delanteros. A por ellos va Florentino con el ansia propia de un millonario sin criterio, carne de cañón para hábiles vendedores. En lugar de preguntarse qué necesita, Florentino cavila sobre cuál sería la operación más desorbitada: Kaka', Cristiano, Iniesta… Messi. En ese proceso, tan simple como deplorable, consiste su política de fichajes.

Sin ir más lejos, todo estaba listo para el anuncio del tercer nombre. David Villa, a razón de 42 millones de euros, estaba a un paso de ser jugador del Madrid. No pudo evitarlo el Chelsea, otro club que tiene el dinero por castigo, pero sí el Barça de Guardiola, capaz de convertir a cualquiera a la propia religión. Desde Madrid se daba por hecha la operación dado el profundo madridismo del Guaje. Nada más lejos de la realidad. Villa está decidido a salir del Valencia para ir a un grande de España. Si bien es cierto que no tendría reparo en recalar en Chamartín, no es menos cierto que los sentimientos de la infancia y la ascendencia de referentes como Quini y Luis Enrique pesan a la hora de tomar una decisión de tal relevancia. Por otro lado, la sensación que transmite el estado del fichaje es que a igualdad de condiciones el Valencia prefiere negociar con el Barça, dada la antipatía del club de Mestalla hacia el Madrid. Así las cosas, la tercera gran operación de Florentino estaba a punto de caramelo porque Laporta no había entrado en acción, descolgándose con una oferta competitiva: 40 millones más incentivos y las cesiones de Bojan y Cáceres. El futuro del Guaje aún es una incógnita, pero lo cierto es que, rotas las negociaciones entre Madrid y Valencia, el Barça tiene el camino allanado.

Es de esperar que la gran mayoría de culés se feliciten si fructifica el fichaje. No será el caso de los inteligentes. Nunca puede ser un buen negocio desprenderse de un delantero de referencia como Eto'o para fichar a otro a golpe de talonario, por más que sea del mismo nivel. En caso de no renovar su contrato, la sombra del camerunés será demasiado alargada para cualquiera que le sustituya. A saber: tercer máximo goleador de la historia del Barça y autor de dos goles en sendas finales de Champions. Un currículo inalcanzable. Sorprendentemente, todavía hay quien sigue dudando, ya sea por su temperamento o por su fútbol. Siempre encuentran pretexto. Se ha llegado a decir de él que tiene que correr el doble que otros delanteros para conseguir la misma cifra de goles, en un intento por criticar su efectividad. Una aberración. Es francamente exigible que Laporta olvide la pelea de gallos con Florentino y se centre en el auténtico objetivo: Franck Ribéry. Actualmente, no existe mejor negocio que invertir 60 millones por el francés, un futbolista dominante por desequilibrio, que dotaría de mil variantes a un ataque culé necesitado de otro jugador de banda. Scarface es habilidad, regate, velocidad, juego de equipo y gol. Aúna las aptitudes exigidas y los valores de humildad y sencillez que busca Guardiola. Al ideal griego de belleza que supone Cristiano Ronaldo, el Barça respondería con un bajito de rostro surcado, evidenciando el abismo que separa un modelo del otro.

La solución a la dicotomía sólo la tiene el jugador. A elegir, dos modelos diametralmente opuestos: la chequera y los mediáticos de Florentino o la seducción de integrar la 'Guardiola Mecànica'. Las bazas madridistas consisten en amontonar fajos de billetes en la mesa de Rummenigge y estrellas de cartón sobre el campo, un modelo capitalista exacerbado. El Barça, en cambio, no puede hipotecarse más, pero de su lado juega el mejor futbolista de la historia: el balón. Por ahora, sólo conoce las respuestas Ribéry, quien de momento se muestra tan indescifrable como su belleza.

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lunes, 8 de junio de 2009

Balas vienen, balas van

Por Cristian Naranjo

Cerrado por vacaciones en las grandes ligas. Momento propicio para dimes y diretes, rumores y portadas infundadas. El mercadeo lo encabeza Florentino Pérez, con los Kaka', Silva, Villa, Ribéry, Xabi Alonso y compañía. En Madrid, se da por hecho que el constructor invertirá hasta 300 millones de euros en un solo verano. Todo sea por regalactizar de una tacada el club de Chamartín. Al parecer, en cuanto Florentino abra el fuego, el mercado sufrirá un efecto dominó. Nada va a evitar que sea Kaka' el primer fichaje en galvanizar. No menos de 65 millones de euros tendrán la culpa. Esa cifra pasará a las arcas del Milan, que a ciencia cierta tendrá que reinvertir el dinero para no enervar más a los tiffossi. Quién sabe si Berlusconi volverá a mirar hacia Barcelona, donde juega un delantero codiciado: Samuel Eto'o.

Por segundo año consecutivo, al camerunés le abren la puerta de atrás del Camp Nou, la misma por donde desfilaron Ronaldinho y Deco, como si su rendimiento fuera comparable. Al parecer a Guardiola, hombre de ideas fijas, no termina de convencerle el africano. Su carácter díscolo y extravagante no casa con su modelo, más cercano a la cultura de silencio y trabajo de Iniesta. Tampoco colman sus deseos las características técnicas de Eto’o, más rudimentarias de lo esperado: explosividad, zancada, fuerza e instinto. Un león hecho futbolista. Nada tienen que ver los violines que deleitan a Guardiola con el sonido selvático que desprende el camerunés. El de Santpedor aboga por un delantero de corte moderno, caracterizado por tener un amplio ramillete de capacidades: juego de espaldas, caída a bandas, remate de cabeza, disparo con ambas piernas, técnica depurada… Todas las características remiten a un nombre: Zlatan Ibrahimovic. Descartado Adebayor por sus bajas cifras goleadoras, el sueco es el sueño prohibido de Guardiola, aunque también suenan con fuerza Forlán, Villa y Benzema. Por una cuestión económica, cualquier opción parece llevar consigo la marcha de Eto'o, una decisión arriesgada a juzgar por los números del camerunés. Incomprensiblemente, nadie en el Barça parece discutir la continuidad de Bojan, falto de estatura y muy verde todavía.

El segundo nombre que aparece en la hoja de ruta de Florentino es la pieza más anhelada del mercado. Franck Ribéry, jugador del Bayern de Múnich, es considerado incorporación prioritaria por Real Madrid, Barça, Chelsea y Manchester United –para suplir la posible marcha de Cristiano Ronaldo–. Se avecina un serial de varios volúmenes, donde el giro final sólo lo conoce el jugador. En Madrid se dice que Zidane, asesor del presidente, ya le ha convencido. El Chelsea cuenta con la chequera en blanco de Abramóvich, mientras que el Barça tiene a su favor la boyante situación del equipo y la amistad entre la señora Ribéry y la señora Abidal. Todo dependerá de lo que priorice Scarface, si el dinero o la posibilidad de integrarse en un equipo de ensueño.

Pase lo que pase, es evidente que la política de fichajes de algunos equipos como Madrid o Chelsea sólo responden a palos de ciego. Mientras Florentino no piensa en otra cosa que en delanteros y Abramóvich no hace más que comprar cromos a precio de oro, el Barça de Beguiristain y Guardiola sabe lo que se hace. Hay cuatro o cinco demarcaciones que cubrir y un nombre prioritario para cada una de ellas. La idea es abordar a los primeros de la lista pero sin enloquecer. Si no es Ribéry será Robinho. Si no es Ibrahimovic será Forlán. Sorprendentemente, hay jugadores que suben como la espuma en la bolsa de la rumorología, mientras que de otros apenas se habla. En el Arsenal, sigue jugando un imberbe veinteañero capaz de dirigir él solo a un equipo de Champions. En caso de enfermar por alguien, haría bien Florentino de hacerlo por Cesc Fàbregas, la única pieza del mercado que tiene aromas de Masia, el valor más perseguido del mundo futbolístico. De no hacerlo, muchos culés se frotarían las manos. Nadie alcanza a imaginar el producto que saldría de la asociación de Xavi, Iniesta, Cesc y Messi, los cuatro heladeros más delicados. Un placer para los sentidos.

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