miércoles, 30 de diciembre de 2009

El millor any de la nostra vida

Un reportaje fotográfico de Albert Valor
La eternidad en imágenes

































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domingo, 20 de diciembre de 2009


Te amo Barça.
Eres lo mejor que me ha pasado.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Lo de los chicos de Guardiola es más que un escándalo.

Es un bochorno.

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lunes, 14 de diciembre de 2009

Sir Arshavin, el señorito andaluz y el 'Taladro'

Por Albert Valor


Ayer, mientras en la calle arreciaba el frío invernal, yo decidí apostar por lo que en PLF llamamos Lady Fútbol. Y lo decidí por un motivo llamado Liverpool-Arsenal. Lo decidí por la liturgia de un estadio mítico que acoge a un equipo histórico en horas bajas y porque el Arsenal, gane o pierda, no escatima nunca en su apuesta balompédica. He de reconocer que ver a Gerrard y Torres en la alineación me hizo aproximarme aún más al clímax. Sus nombres se unían a los de Cesc Fábregas, Samir Nasri o Andrei Arshavin. Arshavin. Menudo jugador. Aunque ya hablaremos más tarde de este querubín. Todo esto, aderezado con los agudos comentarios de José Manuel Díaz y con el licenciado José Antonio Martín ‘Petón’. El aragonés volvió a impartir, una vez más, clases de dicción, vocabulario y fútbol. Sobretodo de fútbol. Hay personajes como Cañizares o el propio 'Petón' que perderían gran parte de sus virtudes como comentaristas sino añadieran a sus sentencias esa dosis imprescindible de pasión.

La primera hora del partido fue brutal. El más típico fútbol inglés. Intensidad, ritmo, intercambio de golpes y, por supuesto, cada uno fiel a su estilo. Los reds buscaban robar el balón lo más arriba posible y llegar al área con un juego directo, abriendo a la bandas y buscando centros. En esta faceta destacaba Glen Johnson. El carrilero británico percutía una y otra vez su banda. El joven Armand Traoré, un correcto pero inexperto lateral zurdo típico de la factoría Wenger, fue el que más lo sufrió. Los gunners estaban incómodos, puesto que Benítez, fiel a su dogma, apostó por ir al choque. Los londinenses no consiguieron enlazar seis pases seguidos hasta el último tramo del primer tiempo. Su única baza fueron las internadas por la derecha paridas por el binomio Walcott-Sagna. La llegada del descanso parte dejó lugar a sentimientos contradictorios, casi todos con el Liverpool como protagonista. El primero, que el único gol fuera un remate a puerta vacía de Kuyt tras un barullo a la salida de una falta. Después del espectáculo vivido, el gol del holandés no era una buena muestra de lo que había sido el partido. En segundo lugar, se hacía raro echar la vista a la tabla y observar que el equipo de Anfield esté este año tan abajo.

Pero en la reanudación quedaron normalizadas ambas percepciones. El transcurso del partido quiso que en un cuarto de hora, el Arsenal se viera por encima en el marcador. El gol en propia puerta de Glen Johnson mostró que quizá los reds no estén teniendo suerte en momentos clave de los partidos durante esta temporada, de ahí su mala cosecha. El segundo tanto es otra historia. Simplemente una obra de arte con el sello de Andrei Arshavin. Control, quiebro y disparo seco a la escuadra derecha de Pepe Reina. Se puede explicar de muchas maneras, pero lo mejor sería verlo. El gol sirvió como guinda al partido. Ahora sí que había una culminación que le ponía una fotografía al choque. Otra temporada, el Liverpool hubiera empatado e incluso remontado. Pero este año los ánimos no son los de antaño. En su afán por reinventarse a sí misma, la escuadra de Anfield tiene primero que recuperar su autoestima. Algo que no debe ser fácil tras haber caído en Europa a las primeras de cambio y tener el liderato a una distancia quimérica. El Arsenal fue el gran beneficiado de la jornada en Inglaterra, puesto que su victoria, unida a los tropiezos de Chelsea y United le dejó a seis puntos del liderato y con un partido menos.

Pero el fin de semana nos dejó a otros protagonistas. El primero en ser nombrado debería ser Dani Güiza, señorito andaluz. El delantero del Fenerbahçe parece estar apartado de nuestras vidas en la lejana Estambul, pero sigue marcando goles que mantienen a su equipo arriba. Aunque a muchos les pese, él, Villa, Torres y Negredo deberían ser los delanteros del Mundial. Su filia por el gol debe tenerse en cuenta. Ojalá retorne pronto a nuestra Liga.

De momento, aquí nos conformamos con lo que hay, que sigue siendo lo de siempre. La liga vuelve a ser bipolar –si es que alguna vez dejó de serlo- y cada vez queda más claro que Sevilla y Valencia se rifarán la tercera y la cuarta plaza. El Real Madrid sale reforzado de la jornada tras su gran victoria en Mestalla. Benzema brilló por fin e Higuaín sigue a lo suyo, que es encontrar con suma facilidad posiciones de gol y mostrar en todo momento ese ardor tan suyo a la hora de competir. Pepe dijo adiós a la temporada después de oír como crujía su rodilla. Todos le echaremos de menos, pero más su equipo. La Copa del Mundo de Sudáfrica perderá a uno de sus mejores centrales. Vuelve pronto, sultán del área.

El Barça, por su parte, salió rápido hacia Abu Dhabi tras el derbi, como huyendo de la polémica suscitada tras el penalti –o no penalti- sancionado por Iturralde en el derbi. La única realidad es que, tras un año excelso, los azulgranas pueden adornar 2009 con la sexta copa. Algo insólito hasta ahora. Nadie ha cosechado más en doce meses. Que la gloria esté de su parte.

Luego está el Atleti, que juega a la ruleta rusa semana sí, semana también. Dice el bueno de mi hermano, colchonero él, que Juanito debería haberse quedado en Betis. Y le digo yo: y Ujfalusi en la Fiore, y Pablo en el Albacete, y Antonio López y Raúl García en Osasuna, y Sinama en el Recre… Posee el Manzanares un estigma, un tipo extraño de presión, que convierte a los grandes jugadores en jugadores normalitos y a los jugadores normalitos en mediocridades. Mejor no analizar lo que hace de los jugadores mediocres…

La jornada dominical se acabó con un hecho que no hizo sino consumar la situación convulsa que vive el fútbol argentino. Mientras Boca y River, gigantes del torneo, acabaron undécimo y decimocuarto respectivamente, Banfield, un Getafe bonaerense, se proclamó campeón por primera vez en su historia pese a perder, precisamente, en la Bombonera. Su rival por el título, Newell’s, también cedió en su propio estadio ante San Lorenzo. Aun así, habrá que reconocer el mérito del combinado verdiblanco. Felicidades, ‘Taladro’. Si Lady Fútbol te ha concedido la gloria, a buen seguro la mereces.

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sábado, 12 de diciembre de 2009

"El Barcelona hace un fútbol de ganchillo".

José Ramón de la Morena

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Por amor

Por Cristian Naranjo

Sábado tarde. Mientras ahí fuera arrecia el frío de esperar lo extraordinario, la mejor compañía sigue siendo Lady Fútbol. En Italia, un Milan al alza aprovechó la visita de la Samp para barrer la casa sin quitarse las pantuflas, en un nuevo ejercicio de prodigiosa lentitud similar al que llevara a cabo en Chamartín. Más tarde, Juve e Inter ahondaron en la idea de cómo jugar de perlas al calcio y de pena al fútbol sin sonrojo ni complejo alguno, lo cual no hace sino acentuar la decadencia de la Lega. En la Premier, alguien se atrevió por fin con el Chelsea de Ancelotti, el equipo más empedrado, zafio y cínico del continente. Por una vez encontró premio a tanto derroche el antihéroe Tévez, y con su gol se apretó la tabla en beneficio del United, que cada jornada se muestra más acorazado con Rooney como eje de rotación. Se fueron los goles de Cristiano, pero a cambio Sir Alex ha dotado al equipo de un carácter más homogéneo y gremial.

Y por lo que a nuestro fútbol respecta, a estas alturas el Madrid ya debe saber que sin un modelo tampoco arribará muy lejos en 2010 por más rupias que invierta el hombre del maletín. A pocos días de presentarse en Mestalla el conjunto blanco es todo un enigma: ha crecido en confianza tras recuperar a su estrella, pero acumula tantas derrotas como rivales con cuajo ha enfrentado. Cayó con justicia en Sevilla, fue narcotizado por el Milán y no aprovechó la opción de puntuar en el Camp Nou. Todo ello sin obviar la lección de juego impartida por los pupilos de Anquela en Copa del Rey, un torneo maldito para el club de Concha Espina desde el '93. Anoche los de Pellegrini cerraron el grupo de Champions con un triunfo algo ambiguo en el Vélodrome, puesto que las costuras del once son tan visibles como el imponente trapecio de Cristiano Ronaldo. Quien quiera que diseñe los esquemas del Madrid está tardando demasiado en percibir que la disfunción se encuentra en el medio terreno, y que sólo la inclusión de un contrafuerte por detrás de Lass y Alonso podría paliar el problema. Apestado Gago, el Diarra malí no se antoja como una mala opción. Pero, chi lo sa, es tan azarosa la rueca del fútbol que Guti y Granero han dimitido en favor de Van der Vaart. Por suerte para el aficionado no todo son malas noticias: Benzema ha abdicado antes de tomar posesión y su trono por fin pertenece a Higuaín, un delantero menos mundano y pomposo, de mayor raza y hemoglobina.

Por su parte, el perfumado Barcelona de Guardiola ha entrado de nuevo en la otra dimensión, pues parece haber entendido que no basta con disecar el balón, sino que más bien se trata de hacer llover. Y pese a que la banda izquierda siga huérfana de simetría y artificio por el ocaso de Henry, cuando hubo de tronar, tronó. Merced al fuego de un dragón rojo y el veneno de una culebra mortal, el Barça ha regresado al futuro. Puede que con Ibrahimović y Messi rayando lo celestial, secundados por el entusiasmo de Pedrito y la ambivalencia de Iniesta, sea suficiente para opositar a la reválida doméstica y europea, pero esa banda zurda anhela querubines de mejillas pigmentadas o algún indio de tren inferior compacto y centro de gravedad bajo. Con la potencia incontrolable de Pato, Arshavin o Agüero, el Barça convertiría por vez primera el deporte rey en ciencia exacta. Saldría campeón de cuanto quisiera sin margen de error. Pero sucede que ni el fútbol ni la existencia viven de quimeras. Mientras no se filtre un golpe de suerte en mitad de la ventisca, mientras no caigan del cielo las rosas y el tiempo apenas se merezca el beneficio de la duda, la única opción es volver a los barracones de uno mismo. Al origen. Al amor por las cosas. A ese desván donde espera rescate todo aquello que siempre estará ahí, comenzando por la sangre, los hermanos, la libertad… y el balón.
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