sábado, 30 de mayo de 2009

La eternidad

Por Albert Valor

El pasado miércoles, 27 de mayo de 2009, sobre las 23:00 horas, Carles Puyol Saforcada alzó al cielo del Olímpico de Roma la Copa de Europa lograda por él y los suyos en un duelo de titanes. Antes del partido, sin saber muy bien el orden, se enfrentaban el mejor equipo del mundo contra el segundo mejor equipo del mundo. Cuando Bussaca pitó el final, la jerarquía ya estaba un poco más clara. No por el resultado, que también, sino por la diferencia entre unos y otros sobre el terreno de juego.

Y pese a esa diferencia, hacía falta refrendar tal superioridad con un mayor número de goles que el rival en el marcador. Bien lo sabe el Barça, que tantas y tantas veces ha sido superior en el césped pero no en el marcador. El azulgrana es un club emblemático, con numerosos títulos en sus vitrinas, pero la brecha entre las copas que luce su palmarés y las que podría lucir es más prolongada de lo que pensamos.

Por eso he citado el momento en que Tiburón Puyol alzó la tercera Copa de la Ligue des Champions para el club al principio del artículo. Porque ello significa un cambio de sentido. Significa que por fin el Barça, con un equipo superior al de su rival, alzó un trofeo sin agonía a última hora o un llanto inesperado. Significa que, en tres años, su prestigio ha crecido ostensiblemente; ha pasado del club de grandecillos ─aquellos que como Celtic, Aston Villa o Borussia Dortmund tienen 'sólo' una Copa de Europa─ a estar nada más que un peldaño por debajo de grandes como el Liverpool o el Bayern, que coleccionan 4 ó 5 trofeos, y al mismo nivel que su osado y último rival, el Manchester United, que también ha obtenido 3 entorchados. El Real Madrid y el Milan, la verdad sea dicha, aún quedan lejos, por mucho que algunos de sus alirones sean ya vetustos.

La historia la marcan los detalles. Y eso siempre pesó al Barça. El 31 de mayo de 1961, una de las mejores escuadras que jamás haya tenido esta institución se presentaba en Berna para recoger el testigo del pentacampeón, el Real Madrid de Di Stéfano. Los palos cuadrados del Wankdorf Stadium y ─se comenta, se presume, se sabe─ el sol cegaron a Ramallets y privaron al Barça de ganar su primera final europea. Desde entonces, los palos son redondos, pero fueron los culés quienes pagaron la novatada. En el año 86, los Schuster, Pichi Alonso y cía. acudían a Sevilla para jugar la final contra un desconocido Steaua de Bucarest. Los azulgrana se sentían ya campeones antes de jugar, y claro, la historia de cebó esta vez con su ego, y el portero Duckadam ─ídolo de la anticulerada desde entonces─ se agigantó para detener cuatro penaltis durante la tanda. 0 de 2.

En el 92, Wembley, por fin, pasó a la historia como un santuario propicio para el éxito. El archiconocido disparo de Koeman en el minuto 112 tras una falta de patio de colegio provocada por Eusebio Sacristán daba al Barça su primer título europeo de la máxima.

Dos años después, en la mitológica ciudad de Atenas, se vivió uno de los mayores desastres de la centenaria historia blaugrana. La máquina de fútbol recreada por Fabio Capello tras la desintegración de aquel Milan con Sacchi en el banquillo y Rijkaard, Gullit y Van Basten, pasó como un rodillo sobre un equipo que venía ya emborrachado de títulos. El bueno de Fabio, apostando por hombres como Desailly o Savicevic, añadidos a leyendas como Baresi, Costacurta o Paolo Maldini le infringió a los culés un baño que fue, nada más y nada menos, el preludio de la desintegración del Dream Team. 1 de 4.

Se puede decir que a partir de entonces, la sequía europea llegó al Camp Nou. Tuvieron que pasar 12 largos años para que el Barça volviera a una final. París vio al Barça campeonar otra vez en el Viejo Continente. Eto'o empezó a escribir su gloriosa carrera como azulgrana y otra vez un defensa ─Belletti─ alivió un final agónico ante un equipo inferior al Barça hombre por hombre pero mejor que los barcelonistas sobre el terreno de juego. No nos engañemos, quizá estaba escrito que el Fútbol Club Barcelona ganara en Londres y en París, pero tanto Sampdoria como Arsenal se apoderaron en muchos momentos del miedo de dos equipos que ya están en la historia del club fundado por Hans Gamper en 1899. Con todos mis respetos hacia genoveses y londinenses, esas finales tenían que ser para el Barça. Ambos equipos pasaron a la historia por su fútbol espectáculo, y la guinda no podía ser otra que la Champions.

Y tres años después; o sea, hace dos días, la última final disputada por los culés. Por suerte, Roma era otra gran ciudad europea, muy por encima del rango de Sevilla o Berna, quizá no tanto del de Atenas, pero más al nivel de Londres y París. Se ganó como se anhelaba. Con suficiencia, con trascendencia, con testosterona, con justicia. Pasando por encima de un rival con mucho nivel, que empezó apretando y que pese a doblar la rodilla en el tramo final, nunca le perdió la cara al encuentro aun planteándolo mal. Era el Manchester United. Eran Wayne Rooney, Cristiano Ronaldo, Edwin Van der Sar, Patrice Evra, Nemanja Vidic o Carlitos Tévez, entre otros. Era el 'ogro' Alex Ferguson. Pero claro, delante estaban don Andrés Iniesta, el venerable Samuel Eto'o, el superlativo Leo Messi, el doctor Xavi Henández y el señor Víctor Valdés, entre otros. Y por supuesto, su Santidad Pep Guardiola. Ellos han conseguido cambiar la historia de este club. Han convertido la dinámica perdedora en otra insaciablemente ganadora. Han conseguido junto al triunfo de París, que el saldo se haya igualado y sea de tres finales ganadas de seis disputadas ─algo que tampoco resulta descabellado si vemos que el propio United acumula 3 de 4 o el Real Madrid 9 de 11─.

Más allá de la estadística, siempre fría como una puñalada, el culé mira hacia atrás y es consciente de que nunca se sintió tan lleno, de que nunca se sintió tan vigoroso, de que nunca sintió tan cerca la felicidad total. Y es que da la sensación de que en un solo año, el Fútbol le ha devuelto al Barça todo lo que le quitó años atrás. Está claro que Sevilla o Berna nunca volverán, que las dos últimas Ligas regaladas estarán para siempre en las vitrinas de Concha Espina –recuerden, el 19 a 31, podría ser hoy un 21 a 29 y nadie se rasgaría las vestiduras-, pero también queda claro que la oportunidad del triplete era única. Y eso sí que se ha conseguido. Nadie en España lo consiguió aún. Sólo el gran Celtic del 67, el superlativo Ajax de Cruyff, el PSV de Hiddink o aquel Manchester heroico que vimos en el Camp Nou hace 10 años lo consiguieron.

Por fin el Barça ha conseguido un hito que le coloca en la cima de aquello que nunca dominó: la estadística. El resultado. Pero no por eso ha entrado en la leyenda –que también-. Lo hará porque antes de alzar la orejuda al cielo de Roma, ya había conseguido la verdadera victoria: quedar en la memoria y en el corazón de los aficionados. Ser recordado como los grandes. Como la Hungría de Puskas, como el Real Madrid de Di Stéfano, como el Brasil de Pelé, como el Milan de Sacchi, como el Uruguay del ‘Maracanazo’, como la España campeona de Europa hace menos de un año. Por eso es y será eterno.

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viernes, 29 de mayo de 2009

La madeja rojiblanca

Por Cristian Naranjo

Tras conseguir un doblete histórico la temporada 95-96, el Atlético no ha vuelto a ser el mismo. Se ha consumido en su propio éxito. Con un continuo divorcio entre afición y directiva y construyendo año tras año proyectos deportivos a base de dar palos de ciego, el equipo rojiblanco ha fracasado de forma continua. Con independencia de quién sea su presidente, su entrenador o sus jugadores, la entidad nunca ha encontrado la calma. Tampoco los cientos de millones de euros invertidos han solucionado nada. De hecho, descendió al infierno de Segunda con jugadores como Kiko, Baraja, Hasselbaink y Valerón.

Es el Atlético un equipo propenso a la autodestrucción. Tiene graves complejos de hermano menor y no acierta a encontrar un modelo a seguir. Las caras visibles de la entidad han ido pasando con más o menos gloria, pero sin darle un vuelco al timón. Ni Torres, ni Forlán, ni Agüero han sido suficientes para corresponder a una afición siempre entregada. Este año, los 'indios' contaban con una plantilla aseada a priori, pero apestosa en realidad, con una defensa vulnerable y un centro del campo donde el encargado de llevar el juego ha sido por segundo año consecutivo Raúl García. Qué mal olor. Así las cosas, unas buenas bandas y una delantera sobresaliente no han servido para optar ni por asomo al título, por más que Abel Resino esté a punto de sellar el pasaporte para la 'Champions'.

Ever Banega ha sido la imagen de la incoherencia. Aguirre y Abel prefirieron a Assunçao antes que al gran talento del argentino. Una absoluta vergüenza. Con la Liga a punto de echar el cierre, ya se conocen algunos fichajes para la temporada próxima. Sergio Asenjo, un portero prometedor, y Juanito, central internacional, no parecen grandes nombres para competir con Barça y Madrid, cuyas hojas de ruta están más claras.

Mientras el Atlético no alcance la paz social y trace las líneas maestras a seguir repetirá naufragio. Se necesita una idea con urgencia que no sea el sufrimiento. No tiene que ser propia, sino que puede ser plagiada con total descaro. Camachos y Agüeros no suena del todo mal. Cualquier cosa con tal de insertar miel en el paladar de una afición sobresaliente, ilusionada con deshacer algún día la madeja rojiblanca.

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Más allá del hallazgo de un trébol

Por Cristian Naranjo

Noche histórica en el Camp Nou, donde nunca antes se habían celebrado de una vez Copa, Liga y Champions. Los artífices de la gesta se fundieron con una afición entregada. Se oyeron cánticos de toda clase y se llevaron a cabo numerosas olas. Ante un estadio tan eufórico como repleto, Pep Guardiola y sus hombres dedicaron unas palabras a la parroquia culé. Entre los que empuñaron el micro, destacaron especialmente Touré y Messi, totalmente desbocados. Habló todo el núcleo duro de la plantilla azulgrana. Guardiola, Puyol, Xavi, Iniesta, Piqué, Valdés, Touré, Alves, Eto’o, Henry, Bojan, Sylvinho, Abidal, Gudjohnsen, Márquez y Jorquera brindaron el trébol de títulos a su hinchada, certificando la perfecta comunión existente entre equipo y afición. Las ovaciones proliferaron en honor a los jugadores favoritos de la grada, entre los que esta vez sí se encontraba Samuel Eto'o, cuyo futuro está en el aire.

Y así transcurrió la noche más mágica del barcelonismo, con casi 100.000 personas en el estadio y una plantilla rebosante de felicidad. Ser del Barça es hoy más trendy que nunca gracias a gente como Guardiola, Iniesta y Messi. Mientras los futbolistas daban su segunda vuelta de honor y la fiesta se acercaba al cierre, un servidor se hacía mil preguntas en la grada. Finalmente, una vez celebrados, los títulos ya forman parte del pasado y la vitrina. El fútbol no se detiene y genera nuevos retos de forma constate. La 'Guardiola Mecànica' tiene una oportunidad irrepetible para convertirse en el mejor equipo de la historia azulgrana. Posee todos los mimbres necesarios: un modelo definido, paz institucional, un ramillete de grandes jugadores hambrientos y el mejor entrenador posible. Sucede que en fútbol, dos más dos nunca suelen ser cuatro. Del Barça de Rijkaard, que contaba con la misma plantilla más el talento de Ronaldinho y Deco, también se esperaba que marcara una era. No fue así. El equipo se deshizo tras celebrar la Champions de París en el Camp Nou, hace ahora un trienio. En esa ocasión, Puyol aseguró que aquella copa sería el inicio de un ciclo glorioso. Anoche, quizás escarmentado, no prometió nada. Este Barcelona es tan fresco y juvenil que no se plantea el porvenir. Sólo quiere Rock & Roll. Queda un verano por delante antes de que se reabra el telón de las competiciones. La Supercopa de Europa, la de España y el Mundial de Clubes se añadirán a los retos de la Liga, la Copa y la Champions. ¿Podrá este Barça superarse a sí mismo y encontrar otro trébol de más hojas? Con Guardiola al mando, un técnico tan preparado como afortunado, todo es posible. Por si acaso, esta vez Laporta no caerá en el error de hablar de aspiraciones futuras. Reinará el método del paso a paso que impondrá el entrenador. Una gran noticia.

Con el verano llegará el momento de renegociar la plantilla. Beguiristain tendrá la difícil tarea de mejorar un plantel histórico, aunque francamente mejorable. La Champions ha sido conquistada con 12 jugadores, lo cual demuestra la precariedad del banquillo, donde sólo Keita ofrecía unas mínimas garantías. Del intercambio de cromos de 'Txiki' en el mercado dependerán buena parte de las aspiraciones de Barça 2009-2010. Hleb ─temporada nefasta, confirmada con su no convocatoria en Roma─, Gudjohnsen ─un jugador cuya comparación con Iniesta y Xavi produce sonrojo─, Sylvinho ─un lateral que ha superado a Abidal en todo pero cuya carrera toca a su fin─, Cáceres ─pese a haber costado la friolera de 16 millones de euros, no se ha ganado la confianza de Guardiola, que ha llegado a reconvertir con acierto a Touré en central antes que contar con él─, Jorquera ─no llegará jamás a ser titular─ y Pinto ─una solución de emergencia que se ha alargado más de la cuenta─ son sospechosos habituales y deben ser traspasados o no renovados. A cambio, urgen jugadores de nivel muy superior. A saber: Zirkov, Lahm, Essien, Cesc Fàbregas, Silva, Robinho, Villa, Forlán y sobre todo Ribéry, por cuyo fichaje tiene que ir el Barça a la guerra si es necesario. El tándem del francés con Messi no tendría parangón en Europa. De hecho, dos regateadores de ese nivel en el mismo once, unidos a Iniesta y Xavi, serían imposibles de defender. La 'Guardiola Mecànica' contaría con un nuevo engranaje que la convertiría en la máquina perfecta, ya que la dotaría de más alternativas tácticas. Además, Ribéry asegura trabajo en equipo y un porcentaje mínimo de divismo, todo lo contrario que Cristiano Ronaldo, de quien ya duda hasta el Madrid.

Finalmente, Beguiristain y Guardiola tienen sobre la mesa la cuestión Eto'o. Termina contrato en 2010 y se precisa su renovación o su venta. Se dice que recalará junto a Tévez en el Manchester City, donde afloran los billetes. Los defectos de Eto'o siempre han saltado a la vista: es patizambo, no es ambidiestro, no es estético, desentona ante la técnica de su equipo y se ofusca a menudo con el gol. Sin embargo, sus virtudes son un bien escaso: velocidad de rayo, explosividad, hambre insaciable, instinto asesino y disciplina, mucha disciplina. Las alternativas al camerunés son conocidas por todos: o Villa o Forlán, dos goleadores acreditados que jamás alcanzarían las enormes cifras y el compromiso de Eto'o, capaz de sacrificarse jugando en la banda en beneficio del equipo. La edad tampoco les favorece: 27 y 30 años. Y mucho menos el precio de traspaso: ninguno de los dos bajaría de los 30 millones. A día de hoy, nadie sabe lo que pasa por la cabeza del camerunés, así como por las de Guardiola y 'Txiki'. A juzgar por los hechos, Eto'o es el producto de fabricación extranjera más rentable de la historia del Barça. Haría bien el club azulgrana, comenzando por su afición, en sentirse de una vez por todas orgulloso de su ariete. Le avalan sus cifras y la importancia capital de sus goles ─primer y único jugador de la historia del Barça en marcar en dos finales de Copa de Europa─. Por el bien de ambos, Samuel Eto'o Fils y Futbol Club Barcelona están condenados a unirse de nuevo en sagrado matrimonio y a intercambiarse otro "sí, quiero". El triunfo del amor, en la vida como en el fútbol, es la mejor noticia posible.

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jueves, 28 de mayo de 2009

La 'Guardiola Mecànica' tritura al United

Por Cristian Naranjo


Londres, Paris, Roma. Esta vez ha sido la capital italiana la que ha encumbrado al Barça como campeón de Europa. Con este título, logrado con total merecimiento, el club azulgrana se instaura en la élite europea junto a su rival de hoy. Con tres entorchados, el Barça se iguala con el United y se despega de clubes como el Benfica o el Notthingham Forest, alejados hoy en día de la burguesía europea.

No sé quién inventó una frase que ha hecho fortuna: "Las finales no se juegan; las finales se ganan". La Champions League, antigua Copa de Europa, suele ceñirse a ese guión en tanto que el miedo a perder impide a los finalistas desarrollar su juego. Ocurre muy a menudo que el campeón de la competición no se corresponde ni de lejos con el mejor equipo de Europa. Como ya hiciera la selección española sobre el Ernst Happel de Viena, el Barça de Guardiola ha reventado un nuevo tópico: las finales se ganan jugándolas. El azulgrana, no será nunca un equipo capaz de ganar sin proponer nada, sin imponerse al rival. Ese gen, especialmente italiano pero también inglés, no forma parte de su ADN. El Barça, un clásico de Europa por historia ─siempre ha participado en competición continental─ y palmarés, ha estado en seis finales de la máxima competición y ha levantado tres trofeos, un balance que aún le sitúa lejos de Real Madrid, Milan y Liverpool. Ocurre sin embargo que el Barça mereció ganar en Berna ─donde se estrelló contra los palos cuadrados que se cambiarían al curso siguiente─, en Sevilla, en Londres, en Paris y finalmente en Roma. Se trata de un club tan educado, aseado y exquisito, que además de ganar necesita merecerlo. Así es el Barça y así son los culés. Siempre existirán equipos mezquinos, capaces de sacar el máximo rendimiento del mínimo mérito, pero se trata de fútbol, el deporte más grande porque traza multitud de caminos para alcanzar el éxito. No es el caso del Barça, que morirá con su estilo año tras año. El 'Dream Team' ganó la orejuda en su punto álgido; el gran Barça de Rijkaard firmó su obra cumbre en Paris y la 'Guardiola Mecànica' se ha coronado maravillando hasta a Ferguson.

Hasta el momento en que el derechazo de Iniesta hiciera estallar el candado de Cech, no se recordaba una final tan pareja entre dos contendientes de tal magnitud. El Manchester llegaba al partido como vigente campeón y como flamante vencedor de la que dicen es la mejor liga del mundo. Además, Ferguson contaba con todos sus efectivos a excepción de Fletcher, una baja insensible a tenor de su profundidad de banquillo. Nada que ver con el Barça, que se presentaba en el Olímpico de Roma con tres bajas de peso en la misma zona del campo. Márquez, Abidal y sobre todo Alves dejaban un hueco enorme en la retaguardia culé. No obstante, el gran momento del Barça, sellado con la consecución de los dos títulos domésticos, igualaba las manos de Ferguson y Guardiola. En Manchester, se daba como claro favorito al equipo inglés, hasta el punto de no concederle opción alguna al Barça. En Barcelona, se respiraba confianza, optimismo y sobre todo prudencia. Se imponía el 'seny català'.

Llegaban pues a Roma los dos mejores equipos del mundo dispuestos a dirimir quién era superior. El campeón de la Premier League a un lado. Al otro, el ganador de la Liga española. En una punta Cristiano Ronaldo. En la otra, Messi. El vigente Balón de Oro contra el próximo vencedor. Rooney contra Eto’o. Van der Sar contra Valdés. Había tantos duelos igualados ─tantos como once─, que la única solución pasaba por el pitido inicial del árbitro.

A los 10 segundos de juego, el United ya se había ganado su condición de favorito. Su apuesta por apretar al Barça en todo el campo y por jugarle de tú a tú fue una genial sorpresa por parte de Ferguson, que comenzaba a imponerse en el duelo de banquillos. Hasta los 10 minutos, el equipo azulgrana no existió. Le temblaban las piernas y sus neuronas estaban desconectadas. Estaba siendo desintegrado por el vigente campeón, que se presentó al partido imperial en defensa y explosivo en ataque. Rooney y Park asfixiaban la salida de balón culé, y Cristiano Ronaldo era una continua amenaza para el marco de Valdés. A juzgar por lo visto durante esos primeros minutos, la final podría haber acabado con un nada descabellado 0-4. De hecho, a más de un culé le vinieron a la memoria Massaro, Savicevic, Desailly y compañía.

Ocurre que en el Barça juega un tal Iniesta, un maestro de varios gremios que tiene seda en las botas y una ballesta en ristre. El '8' azulgrana domina todas las dimensiones del juego: tiempo, espacio, profundidad. Xavi es un jugador fenomenal. Su juego de toque y movimiento es fundamental para el Barça y para la selección. Cualquier centrocampista de Europa quedaría retratado ─Carrick o Anderson, por ejemplo─ al ser comparado con él. Cualquiera excepto uno. Sólo hay alguien tan técnico e inteligente como él. La paradoja es que juega en su mismo equipo. Y es que Iniesta es tan delicioso como Xavi pero es mucho más nocivo, porque añade cambio de ritmo y regate. Mientras se habla de las cifras astronómicas que valen Cristiano Ronaldo o Kaka', Iniesta se sigue reivindicando como un futbolista sin precio.

Corría el minuto 10 y el de Fuentealbilla conectó con el balón con espacio por delante. Cambió de ritmo y avanzó hasta la zona de tres cuartos, donde advirtió a un antílope desmarcándose. Era Samuel Eto'o, el mejor '9' del mundo. Después de las cifras que ha alcanzado y de haberse dejado el alma para levantar tres Ligas y una Champions League, muchos infiltrados entre la masa culé, carentes de gusto, memoria y respeto, todavía tenían la osadía de criticarle antes de la final. Ojalá el gol de esta noche, repleto de potencia, furia y fuerza animal, selle sus sucias bocas para siempre. Este verano, directiva, secretaría técnica, entrenador y jugador deberán decidir su futuro. No en vano el contrato de Eto'o expira en 2010 y es el momento de llegar a un consenso. Ahora que se ha convertido en el héroe de otra final, cientos se apuntarán al carro y clamarán por su renovación. Con tres Ligas, una Copa y dos Copas de Europa, Eto'o puede salir del Barça con la mirada al frente y con la tranquilidad de haber sido el jugador extranjero con mayor influencia en la centenaria historia del Barça. Casi nada. Ni Kubala, ni Cruyff, ni Ronaldinho lograron tanto.

El gol de Eto'o devolvió el partido a su igualdad original. El equipo azulgrana se oxigenó a través del balón, aunque el United seguía disputándole la posesión y creándole mucho peligro con la explosividad de Cristiano. Una arrancada del portugués hizo temblar los cimientos de la defensa culé, y sólo Piqué, en clara obstrucción, pudo detenerle. Giggs ejecutó la peligrosísima falta, que se marchó por encima de la escuadra de Valdés. Fue la mejor acción del portugués en todo el partido, incapaz de añadir inteligencia a su físico de velocista. Mientras Cristiano no entienda el juego, jamás alcanzará su auténtico potencial. ¿Se lo imaginan pegado a la banda, poniendo a disposición del equipo su velocidad? Sería demoledor.

Hasta el minuto 25, los dos equipos se repartieron las posesiones y los ataques. El United tenía más sensación de peligro, aunque no llegaba a inquietar a Valdés. Las faltas laterales y córners, que se presumían un suplicio para el de Hospitalet, jamás le pusieron en aprietos. La defensa zonal de Guardiola, complementada con dejar a tres unidades arriba para intimidar al Manchester, fue una apuesta magistral. Tanto es así, que el United no pudo rematar un solo balón en ventaja. Además, Puyol, Touré y sobre todo Piqué estuvieron imponentes por arriba.

En la primera mitad, según estadísticas de la UEFA, los dos equipos presentaban un empate técnico en cuanto a pases ejecutados y distancia recorrida se refiere. La segunda parte, para orgullo de los culés, fue una historia bien distinta. Ferguson sustituyó a Anderson por Tévez y ahí comenzó a perder la final, ya que en su búsqueda de pegada se olvidó de la clave del encuentro: la zona ancha. Busquets ─sobresaliente; sólo le recuerdo una mala entrega─, Xavi, Iniesta y Messi comenzaron a conectar descaradamente y el partido se convirtió en un monólogo de gran categoría. Impotente y rudimentario, Ferguson optó por seguir acumulando delanteros. Entró Berbatov por Park Ji-Sung, lo cual no le dio rédito alguno al United. Los pequeños del Barça campaban ya a sus anchas en busca del gol que cerrara el partido. Lo tuvo Xavi en un lanzamiento de falta y pudo llegar antes o después. Finalmente, en el 70', el de Terrassa encontró un espacio virgen en tres cuartos de cancha. Ante la pasividad del United, tuvo tiempo de pensar, caracolear e insuflarle cloroformo al balón. Demasiadas ventajas para un superdotado como Xavi, que detectó el desmarque de Messi y le puso un balón tocado y con algodones. El argentino, voraz de protagonismo, no desaprovechó el regalo y le puso el lazo con un remate propio del mejor ariete. Quedaban 20 minutos para la heroica, una faceta que domina como nadie el United. Sin embargo, como expresaba acertadamente Jorge Valdano, "el fútbol es un estado de ánimo". En esos momentos, el United estaba destrozado física y anímicamente. Sus jugadores habían sido bailados, retratados, humillados. Ferguson se volvió a equivocar introduciendo a un motor diésel como Scholes por Giggs ─decepcionante, inédito en todas las facetas─. Y así se fue consumiendo el partido, con Cristiano, Scholes y Vidic desquiciados. No eran más que el retrato de un equipo superado por la evidencia: el mejor equipo sobre la faz de la Tierra se llama Futbol Club Barcelona.


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martes, 26 de mayo de 2009

El Fútbol es algo muy serio; el Barça, más todavía

Por Albert Valor


Quedan apenas treinta horas para la final y tengo un nudo prácticamente en cada articulación. Necesito escribir algo; no lo que siento, ya que narrar o describir lo que se siente es prácticamente imposible.

Esta mañana he adquirido lo que me faltaba para la ocasión. Ya tengo la camiseta y la bufanda, incluso tenía una bandera, pero he creído oportuno reforzar la equipación con un trapo algo más grande. En estos momentos estoy pensando en el sombrero y en el megáfono para completar la indumentaria de la victoria. Queda claro, mañana se puede ganar, también se puede perder, pero cuando un sentimiento como el barcelonista aflora tanto hay que intentar transmitirlo como se pueda o se quiera, y a mi me ha entrado la vena consumista.

Pienso mucho en los culés de verdad. En aquellos que llevan la camiseta el día después de una derrota, en el verano posterior a una mala temporada, en los que van al campo en los partidos de ida de dieciseisavos de final de Copa contra el Benidorm, en los que siempre animan, aunque sea en un Barça-Celta en la vigésima jornada del campeonato con el equipo octavo en la tabla. En los que se quedan sentados en su butaca hasta que el árbitro pita el final aunque el equipo pierda por 0-3.

Lastimosamente, nuestro club es una institución llena de instrusos. Llena de gente que se apunta al carro ganador, que siempre está cuando las cosas van bien, presumiendo de un sentimiento efímero y coincidente con el éxito. Hablo de aquellos que siempre pueden decir que han estado en el Barça-Madrid, en el Barça-Chelsea, y que luego ven como un tal Essien les marca un gol y no saben ni quien es. Mañana en el Olímpico habrá muchos de ese tipo. El otro día leía a Lluís Mascaró en la contra de Sport, y decía que llevaba toda la semana escuchando a jefecillos y altos cargos que decían: “Lluís, ¡que me voy a Roma! Oye, ¿son buenos esos del Manchester o qué?”

Ese es el verdadero problema de nuestro club. Ahí está el verdadero cáncer. La ventaja de clubes como el Espanyol o el Atleti, es que los aficionados de esos equipos no pueden ser oportunistas, ya que para serlo ya hay otros equipos como el Real Madrid o el propio Barça. Quien es perico se abona al sufrimiento, aprecia el valor de las victorias, está con los suyos en cada caída. Soy un hombre de fútbol además de culé, y lo que que aquí expongo lo sé de buena tinta porque he estado en el Lluís Companys en unas cuantas ocasiones, varias esta temporada, y lo que han sufrido los espanyolistas en estos últimos meses no está escrito. Esa sí que es una afición de verdad, del primer hincha hasta el último. Ser hincha de esos equipos es como ser culé en Madrid o madridista en Barcelona.

He de decir que no soy socio del Barça, y aún así, gracias al carnet que me facilita mi tío, voy cada temporada al estadio a ver unos 15 partidos entre Liga y Champions y siempre intento adquirir entradas para los partidos de Copa, que suelen ser siempre más baratas de lo habitual. Mañana no estaré en Roma, y tampoco he estado en ninguna otra final, ni de Champions ni de Copa. Además, me toca trabajar. A pesar de ello, sentiré la victoria o la derrota más que muchos otros que estén en Roma. La verdad es que de todos los que se hacen llamar culés, con todo lo que implica ser culé, quizá ni un 20% de los aficionados que estos días salen a la calle merecen lo que el equipo les está brindando este año.

A pesar de todo esto, mañana animaré al Barça hasta quedarme sin voz y desde donde esté, entonaré todos los cánticos para aportar mi granito de arena a la victoria final. Una vez más, Visca el Barça! Viva el Fútbol! Y sí, Fútbol empieza con mayúscula; es un nombre propio, es algo muy serio. El Barça, más todavía.

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domingo, 24 de mayo de 2009

El via crucis de Valdés

Por Cristian Naranjo

Víctor Valdés (Hospitalet de Llobregat, 14-1-1982) lleva seis temporadas siendo portero titular del Barça. Se ganó a pulso el puesto en 2003, cuando Rijkaard relegó al banquillo al extravagante Rüştü. Desde entonces nadie le ha hecho sombra. Ha ganado tres Ligas, dos Supercopas de España y una Copa del Rey, además de una Champions League y un trofeo Zamora. A sus 27 años puede presumir de un palmarés envidiable, que a buen seguro engrosará y mucho antes de retirarse.

Valdés no es un guardameta cualquiera ni dentro ni fuera del campo. Con el balón en juego, tiene más obligaciones a parte de atajar balones. No en vano al portero del Barça se le exige un excelente juego con ambos pies, capacidad para vivir fuera del arco y preparación para salvar las pocas situaciones de gol que se le presenten. En todas esas facetas, Valdés es un portero inmejorable. Ha sido fundamental en las tres Ligas que ha ganado y por supuesto fue definitivo en Paris, cuando le ganó la batalla de los mano a mano a un pletórico Henry. No todos los que recuerdan con nitidez el gol de Belletti hacen lo propio con el de Eto’o y las intervenciones de Valdés. La memoria jamás hace justicia con la historia.

Por otro lado, hay un continuo rumor en la grada y en los medios que acostumbra a acrecentarse al mínimo error del cancerbero. El ventajismo es el alimento de los oportunistas. El miércoles, los maravillosos enanos de Guardiola se juegan la Champions ante el United. Nadie olvidará jamás el derechazo de Iniesta. No ocurrirá lo mismo con el pie salvador de Valdés a merced de Drogba. Así de ingrato suele ser el fútbol.

La injusticia con Valdés viene de lejos y responde a motivos extradeportivos. Su persona no ha hecho fortuna entre la masa culé. Se le acusa de tener aires de superioridad y siempre aparece la alargada sombra de Casillas para establecer una desacertada comparación. Los medios tampoco le han ayudado nunca debido a su poca querencia por conceder entrevistas.

Una demostración de que no se es justo con Valdés la tenemos en el hecho de que no vaya convocado con la selección. Un veterano como Palop y un portero como Reina, que tuvo que salir del Barça porque no daba el nivel, están por delante de él. Nadie duda de los conocimientos de Aragonés y Del Bosque. Por eso es difícil llegar a comprender el por qué de la ceguera ante Valdés. De nuevo, todo apunta a un motivo extradeportivo.

Efectivamente, el '1' culé tiene una imagen extravagante que en cierta forma lo vincula con Cañizares: no lleva el pelo platino pero se lo rapa por completo; tiene un gesto que se puede confundir con altivez; luce tatuajes… Sin embargo, se equivocan aquellos que ven chulería en Valdés. Es concentración. Se equivocan los periodistas al acusarle de ser poco accesible. Es timidez. Por último, se equivoca Del Bosque. No hay portero más fiable y trabajador sobre la faz de la Tierra.

Mientras tanto, Valdés calla y sigue mejorando. El miércoles espera el United de Ronaldo y Rooney, un buen escenario para volver a reivindicarse.

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viernes, 22 de mayo de 2009

A vueltas con el lateral zurdo

Por Cristian Naranjo


Se acerca peligrosamente la gran cita futbolística del año y a Guardiola siguen sin salirle las cuentas. Debido a las bajas seguras de Márquez, Abidal y Alves, el técnico está obligado a componer una defensa totalmente inédita, donde Piqué, Touré y Puyol tienen plaza asegurada. El marfileño y el espigado central catalán actuarán como centrales, mientras que Puyol jugará en uno de los dos laterales. Hasta hoy, se daba por hecho que la elección de Guardiola para llenar el hueco vacante era Keita, un jugador de su absoluta confianza: “He conocido pocas personas tan generosas como él. En la conversación que tuvimos, dijo que si era preciso jugaría de portero, pero que no es un especialista como lateral y que yo contemplase el riesgo si finalmente lo alineo”. Por tanto, la ecuación de segundo grado sigue sin resolverse y Guardiola parece no recordar la fórmula. Los periodistas tienen por tanto vía libre para el debate y la especulación. Muchos apuestan por Sylvinho, otros por Keita y algunos por Cáceres.

La elección del brasileño se presenta como la más natural. No en vano es un lateral izquierdo puro y ha desarrollado toda su carrera jugando en esa posición. Sylvinho asegura experiencia, entrega, despliegue físico y recorrido, condiciones que no han convencido a Guardiola en partidos de máxima exigencia. A buen seguro, el técnico ve en Sylvinho a un lateral ‘largo’, más dotado para el ataque que para la defensa. Por otro lado, el brasileño anda escaso de centímetros, lo cual supone una merma para el equipo en la batalla aérea. Finalmente, el técnico culé desconoce por qué zona caerá la estrella del United, Cristiano Ronaldo. Se especula con que se situará por el centro pero con total libertad de movimientos, lo cual supone que a la hora de encarar se irá a buscar al peón más débil del tablero. En resumen, Guardiola conoce a la perfección las virtudes y carencias de Sylvinho y a juzgar por lo visto a lo largo de la temporada no está convencido de su validez para partidos de máxima tensión defensiva. Su entrada o no en el once dependerá de si el entrenador acaba seduciendo o no a Keita.

La opción del malí se daba por hecha hasta que hoy mismo el centrocampista sorprendiera a los periodistas auto-descartándose. Ausente Abidal por sanción, sin lugar a dudas es la opción preferida del técnico. Guardiola siente una admiración por Keita rayana a la sodomía. En las ruedas de prensa, nunca escatima elogios hacia él. Alaba su motivación, compañerismo y entrega. Hoy mismo, ha comentado que el malí es el jugador que más ha evolucionado en el juego de posición. Por tanto, no es difícil adivinar que para Guardiola es la primera opción. De hecho, Keita tiene todas las condiciones que busca el entrenador para cubrir el lateral: disciplina táctica, dominio del juego aéreo, esgrima ─capacidad defensiva en el uno para uno─ y resistencia entre otras. Él mismo Guardiola ha reconocido que tratará de convencerle, lo cual evidencia su favoritismo.

La última opción es la más remota y no por tanto descartable. Pasa por desplazar a Puyol del lateral derecho al izquierdo para sujetar a Cristiano y por situar a Martín Cáceres en el puesto vacante. Esta variable es poco probable en tanto que el uruguayo apenas ha contado para Guardiola este curso ─a pesar de haberlo pedido y del coste de su fichaje─, pero conociendo el intervencionismo del de Santpedor no hay nada escrito todavía. No olvidemos las características de Cáceres: rápido, expeditivo, contundente, poderoso por alto, experimentado como marcador, polivalente, generoso en el esfuerzo… En mi opinión es el más capacitado para ocupar la plaza. No en vano costó 20 millones de euros y es el momento de utilizarlo. En su contra juega lo más importante, la confianza del míster, así como su indisciplina táctica, sus pérdidas de concentración y su nula capacidad para sacar el balón jugado.

Guardiola conoce la importancia de los pequeños detalles y también sabe que las finales no se juegan sino que se ganan. En su cabeza dando tumbos, tres opciones para un solo puesto. La experiencia de Sylvinho, la confianza en Keita y la contundencia de Cáceres. Al técnico le quedan cinco días para seguir perdiendo pelo y cinco noches para obsesionarse. A ciencia cierta, ya resuenan en su mente las trompetas romanas y el galope de los caballos del United. Aún tiene horas para tomar una decisión que puede marcar el destino de toda una Champions.

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jueves, 21 de mayo de 2009

La verdadera victoria

Por Albert Valor

Antes de jugar la final de Copa el pasado día 13, el Barça ya había ganado. Antes de que se confirmara su alirón liguero el fin de semana, el Barça ya había ganado. Y a menos de una semana para el choque de trenes en Roma, el Barça ya ha ganado. Y no me refiero a títulos –como diría Santiago Segurola, los trofeos son sólo un adorno en la vitrina-. Me refiero a ganar de verdad. Me refiero a ganar corazones, a ganar memorias, a ganar aplausos. A conseguir que Marca y As omitieran la vuelta de Florentino Pérez en su portada el día después de que Puyol alzase la Copa de Su Majestad el Rey. No tenían otro remedio ante tal exhibición. El futurible a la presidencia fue quien habló en su día de la política deportiva de Zidanes y Pavones, y son los barcelonistas quienes, no sólo la han llevado a cabo sino que la han mejorado, porque entre otras cosas, han conseguido que algunos Pavones sean Zidanes.

Tras el Dream Team de Cruyff, la excelencia futbolística en el Camp Nou estuvo ausente durante una década. Los pupilos del maestro holandés versionaron el Fútbol Total de la Naranja Mecánica que el propio Johan había liderado como jugador, pero la máxima siempre era marcar más goles que el contrario. Daba igual recibir tres goles si marcabas cuatro. Con todo eso, el bagaje fue de 4 Ligas, 1 Copa de Europa, 1 Copa del Rey, 1 Recopa y 1 Supercopa de Europa en 6 años. Los años de luces y sombras, donde destacó la temporada de Robson y el doblete de Louis Van Gaal y en los que hay que lamentar la vuelta del propio holandés y los años muertos de Serra Ferrer o Charly Reixach dieron paso a la llegada de Rijkaard y Ronaldinho. El Barça de hoy no se puede entender sin su figura. El 3-4-3 de principios de los noventa se tornó en un 4-3-3 en el que los pilares del equipo eran los mismos que los de antaño: un portero seguro que solventara las pocas llegadas al área del rival (Zubirrarreta-Valdés), un zaguero con buena salida de balón (Koeman-Márquez), un creador acompañado por un perro de presa no exento de clase (Guardiola,Bakero-Xavi, Deco) y arriba, tres puñales siempre eran mejor que dos (Stoichkov, Romario-Etoo, Ronnie). Pero está claro que fue el Gaúcho, que vino solo en la temporada 2003-04, el que devolvió la alegría y el optimismo a la Gent Blaugrana después de un lustro en las catacumbas.

El Barça de Rijkaard logró una perfección en el juego muy loable, pero cuando los partidos empezaban a ponerse cuesta abajo el equipo pecaba de preciosismo. De todas formas, siempre ha parecido que la perfección y la practicidad son dos términos que están reñidos. Si eres Wenger no puedes ser Capello; si eres Benítez no puedes ser Pellegrini.

Tuvo que llegar Pep Guardiola para negar ese absurdo axioma. El Fútbol Club Barcelona llega al terreno de juego y le hace ver al rival que si en el césped hay un balón éste tendrá un propietario, que lo tocará y lo tocará hasta marear al rival, hasta desquiciarlo y meterle un gol. Una vez conseguido esto, volverá a intentar el mismo proceso. Y todo ello, desde el más profundo respeto, desde la más absoluta deportividad.

Hay quienes se quejan de que Tom Henning favoreció a los culés en Londres hace unos días. Y puede que tengan razón. Pero como decía Carlos Martínez en su retransmisión para Canal +, fue el Dios del fútbol quien premió a los azulgrana. Premió al equipo que siempre quiere dar espectáculo, premió al que siempre busca la portería. En definitiva, premió al que siempre quiere jugar al fútbol. Y aunque en los últimos tiempos haya parecido lo contrario, a eso se sale a un terreno de juego, ¿no? Esa es la verdadera victoria. El Barcelona ha demostrado que se puede ser práctico sin el patadón, sin la especulación, sin el constante achique, sin las dobles líneas de cuatro. Ha demostrado que la presión arriba, la posesión y la valentía también sirven para ganar. Porque en definitiva, la mejor defensa siempre ha sido un buen ataque.

El pasado verano, fue España la que conquistó el cielo con el tiqui-taca y la base del juego de los culés personificada en Xavi e Iniesta y complementada de maravilla por finos estilistas como Silva o Cesc y con magníficas puntas de lanza como David Villa o Fernando Torres. El 29 de junio la Roja abrió la veda. Y el 27 de mayo se juega una final de Champions. Está en la mano del Barça poder ganarla. Gane o pierda, se cerrará un círculo que será sólo el inicio del futuro del fútbol. España y el Barça han iniciado este nuevo camino. Puedo pecar de fanático, pero me siento español y catalán a partes iguales. Soy incondicional de la Selección y barcelonista hasta el tuétano. Y no saben lo orgulloso que me siento. Viva el fútbol.

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Gerard Piqué, el central del futuro

Por Cristian Naranjo

La cuenta atrás para la gran final de Roma ha comenzado. Cuando restan seis días, es un buen momento para abordar uno de los temas de la temporada: el descubrimiento de Gerard Piqué. Ante todo, me confieso converso a su religión. Cuando se confirmó su fichaje por el Barça, nunca imaginé que se convertiría en pieza clave en una sola temporada. Lo veía más como un complemento. Se decía que Guardiola lo iba a utilizar como recambio de los centrales o incluso de Alves. Nadie podía imaginar que se ganaría la titularidad indiscutible. Desde el inicio del curso, quedó patente que el entrenador culé iba a darle muchos minutos. En esos primeros partidos, la afición azulgrana comenzó a descubrirle. Al que escribe no terminaba de convencerle su juego. Me parecía lento, falto de cintura y que sufría demasiado cuando se desplazaba a la banda. Unos meses después, su rendimiento me selló la boca. Ha demostrado ser sólido en todas las facetas del juego y ha acreditado su gran clase para sacar el balón. Muchos comienzan a compararle con Koeman por sus envíos de cuarenta metros, lo cual me parece exagerado. En conjunto, Piqué supera por mucho al holandés, pero al César lo que es del César.

El actual '3' del Barça llegó el verano pasado procedente del Manchester, precisamente el rival en la final. Con los red devils ganó la pasada Champions, aunque apenas contó para Ferguson, obstinado con darle minutos a Brown antes que a él. Sin embargo, Piqué aprovechó todas y cada una de sus experiencias fuera del Camp Nou para curtirse y mejorar. Él mismo reconoce que cuando salió del Barça no era ni por asomo tan sólido como ahora. Así las cosas, fue un acierto para ambas partes su salida del club. Jugó en Zaragoza y demostró que era válido para Primera; volvió a Manchester y continuó aprendiendo. Cuando volvió, ya estaba preparado para ser central del Barça, con todo lo que ello supone. Dice el propio Piqué que su referente futbolístico no es ni Beckenbauer ni Koeman, sino Fernando Hierro, un madridista. El central destaca la capacidad goleadora del malagueño pese a ser defensa, lo cual da pistas sobre cuál será la evolución de Piqué, que no se conforma con dedicarse a proteger su retaguardia.

En el ámbito personal, confieso que tampoco era santo de mi devoción. Lo veía altivo, sobrado, pijo. Meses después y tras escucharle en varias entrevistas mi opinión ha cambiado radicalmente. Lo veo humilde, sencillo, trabajador e implicado. En Can Barça cuentan con un activo impagable. El central del futuro juega de azulgrana.

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miércoles, 20 de mayo de 2009

El Barça de Iniesta; el United de Rooney

Por Cristian Naranjo

Falta justo una semana para el partido más esperado de lo que llevamos de siglo XXI. La final de la Liga de Campeones, que ha de enfrentar a los dos equipos más en forma del mundo, se presenta como el mayor espectáculo posible. Si el Barça llega fuerte, el Manchester llega mejor. Por primera vez en muchos años se enfrentan en una final los dos equipos que han acreditado ser mejores a lo largo de la competición.

El Barça llegará a Roma con todos los deberes hechos y los exámenes superados con matrícula de honor. No en vano se ha proclamado campeón de Liga y Copa con un fútbol celestial, arrollando a sus principales rivales a medida que se iban interponiendo en su camino. Como si del caballo de Atila se tratara, por los campos donde ha pasado el Barça esta temporada no ha vuelto a crecer la hierba. Sevilla, Villarreal, Madrid, Londres, Valencia… El equipo de Guardiola se dio un festín en el Bernabéu y en Mestalla, donde trituró a Madrid y Athletic respectivamente. El fútbol que hacen los blaugranas se basa en conceptos sencillos de asimilar pero harto difíciles de lograr. En primer lugar, el Barça tiene al menos un once inicial de jugadores extraordinarios. De esos once, no podrán jugar ni Márquez por lesión ni Alves por sanción. Iniesta y Henry, en cambio, están entre algodones a la espera de poderse recuperar a tiempo de sus dolencias. A pesar de las posibles bajas, Guardiola presentará un once temible porque saldrá con lo mejor que tiene y al ataque, como ha demostrado durante toda la temporada. El Barça sólo sabe jugar a ganar. Sus jugadores están programados para atacar del minuto 1 al 90. En segundo lugar, el equipo cuenta con la coherencia de su entrenador, capaz de sacar el máximo de sus jugadores allá donde los ubique. Y en tercer y último lugar, los culés cuentan con un aliado, con un doceavo hombre: el balón. Y es que el equipo que comanda Xavi no lo suelta ni mediando las armas. La mitad del once tiene un manejo extraordinario de la pelota, lo cual protege al equipo y desespera a los rivales.

Así las cosas, el once que con toda seguridad presentará Guardiola será el siguiente: Valdés en portería, dando seguridad por alto, con los pies y cerrando el candado en el uno para uno; Puyol en el flanco derecho por la ausencia del maratoniano Alves. Qué decir del gran capitán. Todo fiabilidad y entrega; Touré Yaya como central diestro para ocupar el lugar que deja vacante Puyol. El marfileño, una delicia como mediocentro de cierre, cumple también como central. Aporta exuberancia física, salida limpia de balón y sólo ofrece una duda: ¿sabrá defender la velocidad al espacio de Rooney y Cristiano Ronaldo?; a Touré lo acompañará un hombre totalmente consolidado como central titular del Barça. Piqué asegura contundencia por bajo y por alto, inteligencia táctica y excelente salida de balón en corto y en largo. Como Touré carece de velocidad en espacios abiertos y lo puede pasar mal con los delanteros del United; como lateral zurdo actuará por exigencias del guión Keita. Guardiola no tiene reparos en descubrir que su comodín para casos de emergencia es el malí, un jugador que no termina de ejecutar con excelencia ninguna faceta del juego pero que cumple en todas ellas. Al menos en opinión de Guardiola. El africano tiene un aceptable trato de balón, va fenomenal por alto y sabrá cubrir su zona con solvencia; por delante de la defensa repetirá como en Stamford Bridge Sergio Busquets. Guardiola apuesta ciegamente por él a pesar de su juventud. Sin embargo, contra Chelsea no existió. Según Ramon Besa: “Tampoco Busquets funcionaba: tímido en ataque, presionó a destiempo y defendió mal en la jugada del gol”. De hecho, está por ver cómo reaccionará el canterano en un partido que puede marcar el despegue o el declive de su carrera. De su acierto en el corte, en la conducción y en la entrega depende en gran medida el transcurso de la final. Sea como fuere, Busquets asegura intensidad en el juego y poderío aéreo; como volante derecho y llevando la batuta del juego estará el doctor Xavi, alguien de quien está todo dicho y escrito. El de Terrassa es el jugador más fiable del equipo. En lo que va de temporada no se ha lesionado ni tampoco se ha escondido en ningún partido. La Eurocopa le transformó. De ser un buen centrocampista pasó a ser un jugador de enciclopedia. Todo lo que ejecuta lo hace con sentido. Controla, gira, alza la mirada, toca y se mueve… Santiago Segurola decía que Zidane era un reloj con botas. Xavi es el Big Ben; a su lado estará el bautizado por Joaquim Maria Puyal como ‘Don Andrés’. El de Fuentealbilla llegará justo para disputar la final. Por tanto, no sería de extrañar que llegara falto de ritmo. No obstante, siempre ha respondido cuando ha vuelto de una lesión. Iniesta es al Barça lo que las burbujas a la Coca-Cola. Es la chispa que estalla en el paladar de los aficionados. Es tan bueno como Xavi pero además tiene desborde y verticalidad. Un lujo y una necesidad para su equipo; en la derecha del ataque aunque permutando de posición actuará el antílope africano Samuel Eto’o. Son muchos los que le critican por su falta de puntería en los últimos partidos, olvidando quien abrió el camino de la victoria en Paris. Eto’o es el mejor delantero de Europa y volverá a demostrarlo en Roma; en el centro del ataque y suspendido entre líneas jugará el ‘pequeño Diego’. El argentino pondrá la imaginación y el desequilibrio que necesita el Barça para hacer daño al Manchester. Messi es capaz de llegar al gol de mil maneras distintas. Se asociará con Xavi e Iniesta para convertir el partido en un rondo constante; finalmente, como vértice izquierdo del equipo culé flotará monsieur Henry. Al igual que Iniesta, el francés llegará justo para disputar la final. Su lesión es de rodilla, lo cual complica su recuperación, pero todo apunta a que estará a punto para saltar al Olímpico de Roma. Titi es básico para el equipo porque aporta amplitud, profundidad, asistencia y sobre todo gol, mucho gol. Esta temporada se ha reivindicado a base de tantos importantes en momentos importantes, justo cuando deben aparecer las estrellas. Tenerle sobre el campo será una forma de intimidar al Manchester desde el inicio.

Y enfrente, acechante y dispuesto a revalidar corona, espera el peligroso United. Campeón de Inglaterra con solvencia por tercer año seguido, el equipo de Ferguson cuenta con la plantilla más completa del mundo. El escocés tiene donde elegir, aunque su once inicial no brilla tanto como el del Barça. El United alineará a Van der Sar en portería. Experimentado, sobrio y dos veces campeón de Europa; como lateral diestro actuará un centrocampista reconvertido. Debido a su altura ─1’91 m.─, O’Shea no se distingue por ser un jugador rápido. Tampoco destaca por ser un gran marcador, por lo que Henry debe probarle en el uno para uno; en el eje de la zaga y sin discusión, Ferguson alineará a Vidic y a Ferdinand. Se dice de ellos que son la mejor pareja de centrales del mundo. Por contundencia en el corte, juego aéreo y velocidad desde luego lo son. Sin embargo, quizá les falte algo de salida de balón. Los delanteros del Barça tendrán que estar especialmente incisivos en la presión para cazar algún balón en zona decisiva o provocar un balonazo a zona propia; como lateral zurdo jugará el mejor del mundo en su puesto. El francés Evra es como el hermano bueno de Abidal: veloz, incansable, de amplio recorrido, buen defensor y buen atacante. Eto’o no debe intentar desbordarle porque será imposible. La opción es buscarle la espalda por velocidad, aunque será difícil; como pareja en el doble pivote actuarán Carrick y Scholes. El primero es un jugador muy completo: trabajador, bueno técnicamente y con buen disparo de media distancia. Scholes es parecido pero más ofensivo y de más recorrido. Los dos ingleses se presumen escasos para contener el caudal de juego que fabricarán entre los tres canteranos del Barça; ayudando en las tareas de destrucción y aportando despliegue físico y llegada actuará Park Ji Sung. El surcoreano es un fijo para Ferguson en las grandes citas debido a la cantidad de facetas del juego que domina y a su disciplina táctica; en banda izquierda cabe la duda de quién jugará, si el veterano Giggs o el joven Anderson. Es muy posible que Ferguson opte por ser conservador y le dé chance al experimentado galés. El brasileño destaca por su gran zancada y llegada al área, mientras que Giggs tiene una zurda sedosa para lanzar centros a la pareja de atacantes; una pareja formada por dos delanteros que no necesitan presentación: Rooney y Cristiano Ronaldo. El primero es el jugador más peligroso y completo del United: rápidísimo, inteligente, luchador, pasador, goleador… Tiene muchas de las virtudes de Eto’o pero es mucho mejor técnicamente que el africano; y finalmente el mediático Cristiano, un jugador situado por todos al nivel o incluso por encima de Messi. El futbolista por el cual suspira Florentino. Un jugador de fama mundial, más millonario y más bello que su pareja de ataque pero mucho peor jugador. Es cierto que tiene muchos registros para llegar al gol y que eso le convierte en peligroso por impredecible. Sin embargo, no se engañen, el principal peligro del United se llama Wayne Rooney.

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Litio en las venas

Por Cristian Naranjo

Tras nueve meses de ardua competición, las grandes ligas europeas avanzan inexorablemente hacia su final. En Italia, el Inter de Mourinho ha alzado su cuarto Scudetto consecutivo. Por su parte, el Manchester ha conseguido su tercer entorchado seguido. En Francia y Alemania, en cambio, aún no hay campeón. Lo que se sabe es que Bayern y Olimpique de Lyon han fracasado con estrépito.

En España, el Barça se ha proclamado campeón con todo merecimiento, maravillando a propios y extraños con un fútbol tan lírico como los poemas del desaparecido Benedetti. Guardiola, un novato de los banquillos, ha sabido optimizar su plantilla hasta niveles insospechados. El de Santpedor representa la nueva imagen del Barça. Es elegante, sobrio, educado y optimista, profundamente optimista. En una temporada ha mejorado con creces a su predecesor en el cargo. Como imagen corporativa, Rijkaard era el técnico ideal: jamás se metía en un embrollo en las ruedas de prensa. Dicen de él que era un gran psicólogo de vestuario. Sin embargo, nunca acreditó ser un gran entrenador. Cometía errores garrafales en días señalados. Guardiola se ha destapado como la gran revelación del curso. Con decisiones arriesgadas en momentos cruciales, ha conseguido ganar partidos y superar eliminatorias. Sin ir más lejos, en el clásico del Bernabéu sorprendió a todos haciendo flotar a Messi entre líneas. La asociación del argentino con Xavi e Iniesta destrozó al Madrid. Ese acierto de Guardiola sentenció la Liga.

En la parte baja de la tabla, el Espanyol ha logrado salir del pozo de Segunda cuando ya nadie lo esperaba gracias a otro entrenador joven y hambriento de éxito: Mauricio Pochettino. Mientras, Numancia y Recreativo son carne de segunda. Getafe, Osasuna y Sporting se jugarán en los dos últimos partidos quién de ellos acompaña a numantinos y obetenses a la Liga Adelante. Por desgracia, los tres merecen la salvación, ya sea por juego o por haber resistido.

En la zona Champions, Sevilla parece tener una plaza asegurada, mientras que Atlético y Valencia lucharán hasta el final por el cuarto puesto. Lo mismo ocurre en zona UEFA con Villarreal y Deportivo.

Ha sido la Liga de Guardiola y de Juande, dos técnicos divergentes en todo: edad, estilo, filosofía, discurso, carisma… En todas las facetas supera Guardiola a Juande. Sin embargo, el de Pedro Muñoz ha mantenido a su equipo una vuelta entera con opciones de ganar el título. Supo colocar cada pieza en su casilla y estuvo a dos partidos de la remontada: el del Camp Nou y el del Bernabéu, donde el Barça descubrió las carencias del Madrid y evidenció el abismo que separa a ambos.

Y es que el fútbol está enfermo. Padece un incurable trastorno bipolar que afecta especialmente
a los dos grandes de la Liga. Barça y Madrid, además de ser vasos comunicantes, sufren cíclicamente euforias y depresiones por culpa de la falta de litio en su sangre. Suele ocurrir que cuando uno vive días de vino y rosas, el otro cae en un profundo socavón. Y así continuamente. Mientras que las euforias pasan de manera fugaz, las depresiones no tienen fecha de caducidad. Pueden durar un año, dos, o incluso perpetuarse en el tiempo si no se tratan correctamente. Por ejemplo, la última depresión del Barça ha durado dos temporadas. Con Guardiola ha vuelto a ganar y ha estallado la euforia, al tiempo que el Madrid ha caído en depresión. Si bien el trastorno bipolar es incurable, sí que tiene solución. Esta pasa por la estabilización de la enfermedad mediante tratamiento. Éste consigue evitar la fluctuación cíclica de la euforia a la depresión. La traducción al fútbol sería que el tratamiento más adecuado para los grandes de España es mirar hacia Inglaterra y comprobar cuál es la mentalidad de dirigentes y aficionados. Aquí es impensable una figura como la de Ferguson o Wenger. Se da el caso con algún jugador como Raúl. Nunca con un entrenador. Los proyectos a largo plazo no existen; sólo la inmediatez del resultado. O ganas ya o no eres nadie. Haría bien el Barça en ser el primero que rompa con la tradición del aquí y ahora. Guardiola lo tiene todo para desarrollar una larga carrera en el Barça. Conoce la casa a la perfección y tiene amplios conocimientos que sabe expresar como el mejor comunicador. Es humilde, tiene el cariño de la afición y además tiene porte. En definitiva, el Barça tiene un diamante en su propia caja fuerte. Sólo necesita conservarlo para lograr la estabilización futbolística. El litio que ha de correr por su sangre se llama Pep Guardiola.

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jueves, 7 de mayo de 2009

El gol de Iniesta bien merece un regreso

Por Cristian Naranjo


Llevábamos tres largos meses sin publicar artículo alguno en este cuaderno de bitácora futbolístico. Personalmente, tenía y tengo un motivo: cada vez siento menos la necesidad de estar vinculado directa o indirectamente al periodismo deportivo; cada vez estoy más cómodo en el papel de espectador riguroso y me siento menos atraído por el de profesional sujeto a las rutinas productivas. Durante estos meses he elegido otros canales de comunicación distintos al blog; he priorizado el diálogo a la escritura. No obstante, la ocasión bien merecía un retorno.

Ha llovido mucho desde que abordáramos el debate del mediocampo. Y sin embargo, como la vida dibuja círculos sin cesar, anoche Keita y Busquets dieron su auténtica medida: hoy por hoy, ninguno de los dos es válido para las grandes ocasiones. A mi pesar, Keita debe ser traspasado en verano, en tanto que a sus 29 años no tiene margen de mejora. De él se esperaba que cumpliera el papel de centrocampista doble: que barriera el centro del campo y que a la vez ejerciera de cerrajero desde la segunda línea. En partidos menores ha cumplido con la segunda parte. Ayer no existió. Quedó patente que le falta intensidad y físico para ser un buen carterista y además su aportación en ataque fue exigua. El caso de Busquets es muy distinto: es joven, de la casa y tiene talento y proyección. Varios partidos de trascendencia media y su convocatoria con la selección le avalan.

Han ocurrido tantas cosas en estos tres meses que la lista sería interminable. En clave española, el Madrid ha quedado descolgado de la lucha por la Liga, mientras que el Espanyol ha sacado la cabeza del pozo de segunda. El Barça, por su parte, se encuentra en la mejor posición posible para alcanzar el anhelado trébol. Anoche estuvo a dos minutos de decir adiós a la orejuda. El Chelsea, un equipo mezquino lo entrene quien lo entrene, estaba a un paso de certificar su pase a la final de Roma con un fútbol rácano y cobarde. Le había bastado un obús de Essien para ponerle al Barça la eliminatoria cuesta arriba. Como ya ocurriera en Barcelona, el Chelsea planteó el partido para desactivar al rival, no para explotar sus propias virtudes; un planteamiento tan lícito como deplorable. A punto estuvo de salirle bien la apuesta a Hiddink, que dispuso el mejor 11 posible sobre el campo, con todas las unidades dispuestas para el combate. Los blues cerraron su área a cal y canto, estableciendo su defensa muy atrás pero anulando cualquier línea de pase interior. De nada servía el tacto sedoso de Xavi e Iniesta ni la velocidad de movimientos de Messi. El partido se convirtió pronto en un ataque y gol permanente, con un Barça que quería pero no podía; con un Chelsea agigantándose minuto a minuto. Los ataques culés eran infructuosos, por más que Guardiola inventara fórmulas abrelatas. Eto'o no tenía espacios a la espalda de los centrales; Messi no tenía su noche, ya fuera en la banda o en el centro; Henry, lesionado, no
estaba sobre el tapete.

Desde muy pronto, el encuentro ya parecía predestinado a resolverse en una acción individual puntual. Era evidente que los azulgrana no iban a poder convertir el césped en una pista de baile. Stamford Bridge, hoy por hoy, no es el Bernabéu. Aún así, perserveró el Barça con más tesón que acierto, convencido de poder encontrar un haz de luz entre su penumbra. Sucedía que pasaban los minutos y la trama defensiva del Chelsea se consolidaba. Los disparos del Barça llegaban a cuentagotas y eran siempre forzados o de mala calidad. Cech, un gran portero en horas bajas, fue un espectador más del encuentro. Todo lo contrario que Valdés, de nuevo clave en un partido decisivo. En la ida amargó a Drogba. Anoche lo volvió a desquiciar. El fenomenal delantero marfileño se ganó un mano a mano tras quebrar a Piqué con inusitada frialdad, pero se topó entonces con un pie milagroso del de Hospitalet. Avanzaba el partido y el peligro sólo lo generaba el Chelsea, que trazaba los contraataques de forma vertiginosa. En uno de ellos llegó la injusta expulsión de Abidal. En otro, Piqué cometió un penalti clamoroso al tocar con el brazo extendido un envío de Anelka. El árbitro erró para un lado y para otro. Es el precio a pagar por ser valiente y consecuente con lo que dicta el propio criterio. En un partido a cara o cruz, el perdedor acostumbra a
buscar pretextos para justificar la derrota.

Llegó el partido a su recta final con un guión inmejorable para el Chelsea: ir ganando en su casa y frente a un rival diezmado por una expulsión. Ocurría que enfrente estaba el Barça de Guardiola, un equipo con moral de hierro destinado a hacer historia. Si no eran Messi ni Eto'o, sería Piqué o Alves. Tanto daba quien decidiera, si un actor protagonista o uno de reparto. El partido avanzó inexorablemente hacia la zona Cesarini. El árbitro concedió cuatro minutos de prolongación, que se antojaban pocos para una eliminatoria de 180. Ni por esas se rindió el Barça, decidido a entregar su destino a un golpe de suerte o inspiración.

Sorprendentemente, cuando los culés ya lo daban todo por perdido, Alves, que había estado toda
la noche impreciso pero que se mantenía fresco a pesar del kilometraje, irrumpió por su banda como la flecha de una ballesta y puso su primer y único centro de mérito en todo el partido. Nadie acertó ni a despejar ni a rematar. El balón le cayó a Eto'o que no pudo controlar. Llegó Essien, que se precipitó en su intento por alejarlo del área y se la entregó franca a Messi, que puso pausa donde cualquier otro mortal se hubiera acelerado. El genio argentino se la cedió a otro genio; uno manchego, de Fuentealbilla, humilde, tímido, frío, parco en palabras y que nunca fue el más guapo de clase ni el primero de la foto. A ése le llegó el balón de Messi en el minuto 92. E Iniesta, de empeine exterior, con la precisión de un cirujano penetrando con el bisturí a corazón abierto, reventó de una vez y por todas la resistencia del Chelsea. Sólo un fuera de serie es capaz de dirigir el balón con esa potencia y precisión allá donde dormitan las arañas. Imagínense hacerlo en el descuento del partido de vuelta de una semifinal de Champions League. Lo más parecido al éxtasis futbolístico.

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