viernes, 25 de septiembre de 2009

Cristiano y Messi ya dan lustre a la Liga

Un análisis de Cristian Naranjo

Cuatro jornadas, cuatro victorias. Pleno de puntos para Madrid y Barcelona, que están firmando el arranque liguero más parejo de su historia. Con un total de 27 goles a favor entre ambos, los grandes no han tardado en poner de manifiesto la bicefalia de la Liga. Si en Santander los marcianos fueron 'Ibra', Messi y Xavi, anteanoche recogieron el testigo Cristiano, Guti y Kaka' en el Madrigal. Frente a un Villarreal en recesión, por fin con tres centrocampistas abrigando al astro brasileño, el conjunto blanco dominó una primera parte marcada por el súbito eslalon de Ronaldo, jugador que por sus cifras comienza a hacer honor a su nombre y dorsal. No obstante, al analizar el choque en panorámica, un referente obligado como Santiago Segurola hubiera aseverado: "En el mejor de los casos, fue un partido mediocre". Se podría ir más allá. Tratándose de un aspirante al triplete tuvo una actuación lacrimosa, cercana al cinismo de la Vecchia Signora, a la que se asemeja peligrosamente. A pesar de la reunión de ges en la cocina, formada por Guti, Granero y Gago, el Madrid sigue abonado a la comida rápida: hamburguesas por doquier a cargo de Cristiano.

Resultado a parte, irreprochable a todos los efectos, el equipo blanco insinúa síntomas conocidos. Esto es: elevados niveles de mordiente y escasa elaboración; alto contenido calórico a cambio de bien pocos nutrientes. Esta vez ni siquiera participó Kaka', que pasa por ser el único gastrónomo de primer nivel. Tampoco hizo acto de presencia Granero, ese corsario indiscutible para estructurar el buque. Apenas si apareció Guti, de cuya zurda sólo brotan claveles. Por el contrario, inopinadamente y para sonrojo de sus críticos, el mejor en los fogones fue Gago, que superó la prueba con intensidad máxima atrás y fuego lento pero seguro en la creación. El argentino ha sido sentenciado antes de tiempo por seguidores y periodistas. Se ha sido injusto con su fútbol, siempre laborioso y solidario. Etiquetado desde la cuna como sucesor de Redondo, Fernando Gago nunca ha podido brillar con luz propia. Vino muy joven, procedente de una liga menor, y se le exigió que resolviera el mal endémico de un equipo mayor: la ausencia de discurso. No llegó al lugar correcto en el momento adecuado. Y ahora, el fichaje de Xabi Alonso le cierra todas las compuertas. Definitivamente, Concha Espina no es su sitio. Tarde o temprano deberá buscar otros retos que impulsen de nuevo su carrera. Hay vida después del Madrid. Muchos pueden constatarlo.

En mitad de la nada, hubo más protagonistas secundarios. Lassana Diarra, fontanero al servició de Pellegrini, se confirma como integrante del club de Super Mario. Aprobó con nota el remiendo, al tiempo que Sergio Ramos completaba un asombroso despliegue de facultades. Son pocos pero elegidos los que, a día de hoy, consideran más central que lateral al sevillano. Ni Schuster, ni Juande Ramos, ni Aragonés, ni Del Bosque, ni Pellegrini forman parte de esa lista. Por el contrario, Manu Sarabia, comentarista de Canal+, sí es uno de ellos. El ex futbolista participa de la opinión de que, liberado del tráfico de banda, con un radio de acción menor, las virtudes de Ramos se multiplican: puede exhibir su contundencia y celeridad en el corte, así como su portentoso salto. Por no hablar de las capacidades ofensivas.

Sea como fuere, las palabras mayores de la Liga las pronuncian otros. Con cinco tantos cada uno, Cristiano y Messi no han esperado para opositar a la jefatura del campeonato. Caracterizados por ser jóvenes velocistas incubados en la banda, el portugués y el argentino son hoy en día mucho más que extremos. La línea de cal no es sino su punto de salida para destrozar el crono. A Cristiano le han bastado las últimas citas para acreditarse como el pistolero más rápido de Texas, en tanto que el revólver de Messi acumula cinco muescas en tres partidos. Uno a babor y otro a estribor, generalmente ambos ejercen el oficio a pierna cambiada, y sus diagonales son brocas del 9 para las defensas.

De cuerpo compacto y tejidos fibrosos, los ases de Barça y Madrid son simétricamente cruciales para sus equipos. El rasgo distintivo de Messi es que, además de ser una centella, el balón siempre está de su parte, zurcido a su bota con hilo de oro. Salvo excepción, la izquierda es el pincel con que traza esos zigzags de vértigo que acostumbran a ser carne de portada. Es justo ahí donde reside el valor añadido del genio azulgrana: su juego margina el exhibicionismo en beneficio del pragmatismo. Es fácilmente comprobable la sencillez con que juega Messi, cuyas cuatro acciones básicas le bastan para ser dominante. Sólo con esprintar, asociarse, fintar y tirar ─habilidades inherentes a cualquier delantero─ tiene suficiente para ser el mejor. ¿Motivo? Es insuperable por velocidad, regatea como nadie en carrera, opta por la pared en el momento preciso y sólo engatilla en posición franca. Resultado: pura cicuta para los rivales. Una pluma del nivel de Alfredo Relaño, director de As, publicaba este miércoles: "Messi es un genio del regate corto, el cambio de dirección, la visión y la capacidad para ponerla en los rincones". Palabra de veterano.

Si el desequilibrio de Messi va ligado a su punta de velocidad, el de Cristiano no sería posible sin su físico de atleta. Merced a una musculatura acerada, fruto de la genética y el intenso trabajo, el luso marca diferencias en todas las facetas del juego, casi siempre por mera potencia. Es explosivo al correr. Es explosivo al saltar. Es explosivo al disparar. Parece salido de un laboratorio. Mientras que Messi estuvo al borde del raquitismo, Cristiano aúna, en sus 185 centímetros, las proporciones del Hombre de Vitruvio con las características del deportista total. Eclosionó irrevocablemente en Manchester hace dos temporadas, cuando rebasó los 40 goles, 31 de ellos en liga. Ese curso plasmó en el campo su extenso catálogo de maniobras demoníacas, básicamente diseñadas para abatir porterías. Jugadas en solitario, cohetes multicolor, remates siderales, fusilamientos a sangre fría, cócteles molotov… Todo ese abanico de recursos, unido a su condición de imán para los medios, convenció a Florentino Pérez de que CR9 era el robot que buscaba. Una vez en España, Cristiano se ha adaptado al medio igual que el oso polar al ártico: cinco partidos oficiales, siete dianas. Inmejorable. Relaño le sintetiza así: "Es un fenómeno físico y técnico, de carrera incontenible, disparo tremendo, llegada, cabezazo y magníficos tiros libres". Lo cual, qué duda cabe, es mucho.

Procedentes de Funchal y de Rosario respectivamente, ambos de origen humilde, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo han alcanzado la cumbre del fútbol. Tienen títulos como para desbordar márgenes: Ligas, Premiers, Ligas de Campeones, copas domésticas y una ristra de galardones individuales. Cristiano agrega, además, la extinta Copa Intercontinental y el Balón de Oro: un premio discutible, pero clásico y de prestigio. Cristiano lo consiguió en una temporada de frenesí. En contrario a Messi, que recibirá a final de año el primero de varios, a modo de reconocimiento planetario, con absoluta unanimidad y por clamor popular. Tras lacrar un ejercicio artístico, triunfal e irrefutable, la joya rosarina, el último de los carasucias, ya desprende aromas de emperador. Por más que lo idolatre, no piensa detenerse como hizo Ronaldinho. Sus declaraciones, así como su mirada, anuncian más. Según Miguel Rico, en este caso un reputado periodista de Mundo Deportivo, los 80 mejores partidos de Messi aún están por llegar. A tenor de su edad, es probable que los de Cristiano también. Por simple evolución de la especie, cada vez son más los futbolistas precoces que, reclamados por la élite, alcanzan la cima tan pronto como despuntan. Los dos iconos de la Liga, ya curtidos con 22 y 24 años, son el mejor ejemplo. El devenir de sus carreras determinará, en buena medida, el próximo lustro de los dos grandes. El luso, un jugador selvático, tiene a su favor la versatilidad, porque además de ser una liebre lleva lanzamisiles en ambas piernas y un hacha en la frente. Sin embargo, será un llanero solitario, el simple trazo de un lienzo surrealista. Por su parte, Messi engrana un mecanismo que nunca se detiene, repleto de ruedas dentadas como Xavi, Iniesta, Busquets, Touré, Alves o Piqué. Poseedor de una gambeta única, Lionel Messi es el cometa Halley del fútbol, un individuo astral dentro de un sistema que funciona a la luz de Guardiola, el auténtico galáctico en esta Liga de estrellas.

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miércoles, 23 de septiembre de 2009

'Ibra' y Messi ajustician mientras Xavi se exhibe

Por Cristian Naranjo

Ejercicio de demolición en el Sardinero por parte del Barcelona, un equipo totalmente empapado por los principios de su entrenador. Educado, elegante y perfumado, el once azulgrana sí alcanzó esta vez la excelencia demandada por Guardiola, a quien no le había convencido la goleada al Atlético. Con porcentajes de posesión insultantes, combinaciones rápidas en corto y naturalidad a la hora de acabar los ataques, el tricampeón le hizo pagar al Racing, más que los platos, la vajilla entera. El conjunto cántabro se pertrechó tan bien como pudo tras las socorridas líneas de cuatro, pero la suya no fue una resistencia armada. Los ensayos de Henry, Keita e Ibrahimović fueron relámpagos de anuncio, pues los truenos no tardarían en llegar. El once local retrasó el derribo 20 minutos, pero a partir de ahí se desangró hasta perder las constantes vitales.

Ibrahimović abrió en canal el partido con su cuarto gol en Liga, que le convierte en el ariete más productivo de la historia del Barça a estas alturas. Principal valedor de su fichaje, hasta la estadística le va de cara a Pep Guardiola. El delantero cíngaro ha destapado definitivamente la caja de Pandora, y de sus botas ya surgen piedras preciosas. Marcó el 1-0 subiendo a la azotea, remató al poste acto seguido y engendró la sentencia con la coz de Pegaso. Lejos quedan sus primeros minutos de azulgrana, cuando dejaba detalles tan lujosos como estériles. Ahora, a su alrededor todo son fuegos de artificio. Y es que además de mágicas, las acciones de Ibrahimović fueron cruciales para sellar la victoria. Unos metros por detrás, la ambición volvió a poseer a Messi, cuya superioridad sobre el resto de mortales es abrumadora. Su forma de aunar talento, aceleración y voracidad es devastadora para los rivales, incapaces de contener el maremoto. Tras un asombroso arranque de Liga, el techo de los 23 goles no se antoja insuperable para un futbolista ilimitado como el argentino.

Así las cosas, cada uno por su cuenta, Ibrahimović y Messi se erigieron como protagonistas del choque con todo merecimiento. Sin embargo, sucede que en el Barcelona juega un doctor honoris causa, un mediocentro que funciona con diésel y sin el cual no sería posible la hegemonía azulgrana. Gracias a Xavi, un encantador de serpientes en toda regla, el Barça se asegura una línea de conducta sobre el campo: posesión, combinación, compás, agilidad de transición y profundidad. Con el de Terrassa en la alineación, por más desacertada que esté, la 'Guardiola Mecánica' nunca jugará mal. Denominador común de equipos campeones como el club catalán y la selección española, Xavi es la Espasa-Calpe del deporte rey: es el fútbol en sí mismo.

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La caja de música pertenece a Granero

Un análisis de Cristian Naranjo

La realidad no admite dudas: el Madrid está de vuelta. De la mano de Florentino Pérez, poco menos que el dios Ra de Concha Espina, el club blanco ha recuperado sus rasgos distintivos. El reencuentro con la esencia que le llevó a gobernar Europa a principios del 2000 es hoy un hecho. De aquellos tiempos sólo han sobrevivido los canteranos. No está Del Bosque ni queda rastro de los antiguos galácticos, pero el modelo ha sido reinventado. La regresión no atañe sólo al presidente. Con él han llegado Valdano, Butragueño, otro entrenador dócil y una nueva promoción de deslumbrantes estrellas. Florentino tenía naftalina para todos. 250 millones después, el Madrid ha completado un cambio radical. El equipo seguirá funcionando sin pentagrama, pero encenderá una fogata en cada llegada.

Pese a la rutilancia de Cristiano Ronaldo, Kaka' y Benzema, son mayoría los informadores de la capital que consideran el fichaje de Xabi Alonso como el definitivo para cimentar la reconstrucción del Madrid. No les falta razón, pues en su ausencia se han activado todas las sirenas de alarma. Ayer tarde, a poco más de 24 horas del Villarreal-Real Madrid, se produjo un encuentro de altura entre dos doctores en fútbol: Julio César Iglesias y Santiago Segurola. Hablaron del esquema de Pellegrini, de las rotaciones, de la cuestionable titularidad de Raúl, de la validez de Guti, de Fàbregas y, sobre todo, de la desigualdad entre Xabi Alonso y su sustituto. Es una evidencia que el donostiarra supera en todas las facetas a Gago, vigente titular hasta su llegada. Con el cambio, el club blanco se ha asegurado un doble pivote extraordinario, que debiera garantizar la fijación de las líneas con cola de impacto. Ocurre que, sorprendentemente, entre Alonso y Lass el más agitador y perpendicular es el futbolista de raza negra. No es una cuestión baladí. El mediocentro tolosarra destaca por ser completo y equilibrado. Es magistrado en desplazamientos en largo, y en Inglaterra ha crecido incorporando el sentido táctico y defensivo. En relación a Gago, lo rebasa claramente en la asignatura de música. Los biorritmos del bonaerense están muy por debajo de lo que exige el Bernabéu ─que ya le ha repudiado─, mientras que la distribución de Alonso goza de distintas velocidades. El español es por tanto un jugador más enriquecedor porque reúne un mayor número de registros. Con todo y con eso, pese a estar a años luz el uno del otro, Xabi Alonso no es abrumadoramente más apto que Gago. El por qué reside en la posición que ocupan, así como en los efectivos que dispone Pellegrini en mitad de la cancha. Es constatable que ambos abarcan la misma parcela y comparten funciones. A efectos reales los dos acaban por dedicarse a lo mismo, por más que el recién llegado se imponga de manera indiscutible. Con el donostiarra el Madrid gana categoría al tiempo que conserva a su recambio, pero en contra de lo esperado el dibujo no varía. El guipuzcoano ha asumido las tareas de inicio y contención, renunciando así a la proyección que tenía en Liverpool.

Lo cierto es que es Lassana Diarra y no Xabi Alonso el que ejerce de playmaker junto a Kaka', de modo que el Madrid pierde el hilo en ataque. Lass, curiosamente de origen malí como Mahamadou, ha supuesto un hallazgo por su ambivalencia. Ha acreditado su potencial ofensivo tanto con pases cartesianos como con bombas inteligentes, pero no destaca por ser ordenado. Le falta sensibilidad para mantener el compás de juego inherente a los grandes timoneles; en contraste con Alonso, que sí incorpora brújula. Se hace francamente extraño ver al tolosarra por detrás de Lass teniendo en cuenta la naturaleza de uno y otro. El francés no es ni mucho menos un mal socio para Kaka', pero no es la opción más sensata. Al respecto, el maestro Segurola apunta: "Creo que Xabi Alonso está más cómodo con un jugador como Lass a su alrededor, preferiblemente por detrás". En cualquier caso así ha quedado el once tipo de Pellegrini, con sólo dos centrocampistas puros, un medio netamente ofensivo como Kaka' y tres delanteros natos como Cristiano, Raúl y Benzema. En Madrid ya nadie debate sobre cuál es en la práctica el dibujo del técnico chileno. El 4-2-4 es plenamente reconocible. En líneas generales es un esquema tan racional como su propio creador. Tanto la media goleadora ─¡4 dianas por partido!─ como los resultados lo avalan. Y sin embargo hay matices que generan ciertas suspicacias. En la primera jornada frente al Deportivo, durante los primeros minutos en Cornellà, por momentos en Zúrich y por supuesto ante el Xerez, el astronómico Madrid padeció una seria fractura entre la vanguardia y la retaguardia. Ante la disidencia defensiva de la línea de ataque, abundó la desconexión entre líneas. Consecuentemente, los blancos se dejaron arrebatar la posesión, cedieron terreno y concedieron excesivas ocasiones, muchas de ellas a balón parado.

Por más abultados que hayan sido sus marcadores, es un secreto a voces que el desgobierno es la tónica general en los partidos del equipo blanco. Dado que en Madrid unos cuantos periodistas entienden de la materia, las reflexiones acerca de los desajustes no se han hecho esperar. Para algunos, la opción fácil ha sido disparar contra Gago. Los que participan de esa opinión olvidan que Xabi Alonso estaba sobre el campo cuando Valerón tuvo el 2-3 en el Bernabéu o cuando el Espanyol pudo adelantarse en Cornellà. Por otro lado, los especialistas más insignes han colocado el bisturí en la raíz del problema: el centro del campo. Con buen criterio, apuntan que la sangría defensiva podría paliarse dando entrada a un tercer centrocampista en detrimento de un delantero. No hay forma de esconder que el modelo a seguir es el Barcelona. Lass haría las veces de Touré, Xabi Alonso las de Xavi Hernández, y Granero ─o Guti─ las de Iniesta, con Kaka' gozando de total autonomía. Salvando las inevitables distancias, con esa fórmula el Madrid encontraría la anhelada caja de música. Un simple cambio de pieza lo haría posible: Granero por Raúl. Es una opción que no escapa a Pellegrini, porque de hecho la ejecuta en las segundas partes. La barrera que impide el cambio definitivo de sistema no es otra que la grandeza de los damnificados: Raúl, Benzema y Cristiano. En otras palabras, el macho alfa de la plantilla y dos galácticos recién estrenados, que además están metiendo goles a porrillo. Por lógica y necesaria que sea, no es una decisión fácil para Pellegrini dar la titularidad a Granero o Guti a costa de prender fuego al vestuario. De momento, el técnico chileno ha tomado el camino del centro. A través de sus rotaciones, estudiadas a conciencia, está consolidando un pilar esencial: la harmonía del grupo. Tanto es así, que ahora incluso Drenthe se siente útil.

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martes, 22 de septiembre de 2009

Pep Guardiola: del axioma al teorema

Por Cristian Naranjo

Al término del partido frente al Atlético, mientras los ecos del triunfo todavía retumbaban en las tripas del Camp Nou, el entrenador del Barcelona compareció en rueda de prensa con su habitual discurso relativizador. En mitad de un huracán de agasajos a Messi, se descolgó asegurando que su equipo no le convenció. Apenas si citó al astro argentino y sin embargo se deshizo en elogios hacia el sacrificio de Ibrahimović y Henry. En materia de alabanzas nadie conoce el arte del goteo como el entrenador azulgrana, cuyas declaraciones son las propias de un licenciado cum laude. Ducho a la hora de preservar el orden del gallinero, siempre en paralelo al ideario de Cruyff, Guardiola se conoce al dedillo el abecé de algunas ciencias sociales como la pedagogía o la psicología grupal. Obsesionado con mantener el equilibrio emocional, el técnico culé suele apostar por los elogios en los días grises y por sesgar la euforia tras las grandes victorias. Los medios no juegan con él. Él juega con los medios. Y en este caso el orden de factores sí altera el producto. La unanimidad entorno a las decisiones de Guardiola es la tónica general de las corrientes de opinión, de modo que sus ideas fuerza se retroalimentan.

La política del cuestionamiento continuo sólo puede surgir de una mente preclara. Para cualquier otro sería inconcebible mostrarse frío ante un resultado de 5-2, donde se ha exhibido la estrella del equipo. No es hipocresía: a Guardiola no le valen las goleadas si no son fruto del estilo propio. En concreto no le agradan los encuentros de ida y venida porque, según argumenta, la celeridad en ataque propicia un interlineado excesivo, que acarrea el rápido despliegue del rival. Por contra, prefiere dominar el tempo y masticar la jugada hasta que se genere el espacio. En su última aparición, previa al desplazamiento a Santander, el técnico perseveró en la misma idea: "El sábado creo que hicimos 7 u 8 disparos a puerta y nos llegaron 5 ó 6 veces con peligro. Fuimos eficaces, pero no tuvimos el control". Renegar abiertamente del acierto ofensivo no responde sino a profundas convicciones. Sólo así se explica un ejercicio de contradicción tan insólito, bajo el cual un empate a cero puede pesar más que un resultado abultado.

Lo cierto es que, tras analizar en profundidad las declaraciones de Guardiola, se extrae que al técnico le obsesiona rebatir la evidencia para evitar la ciclotimia. Lejos de reconocer la productividad del frente de ataque acusó al equipo de falta de precisión al decidir. En contraste, ensalzó la intensidad defensiva de todo el grupo la noche en que Chygrynskyy se desnortó en medio del páramo. Tampoco ha perdido la ocasión estos días de alabar a Abel Resino ─1 punto en tres jornadas─, Henry ─aún sin muescas en el revólver─ y Busquets ─deficiente inicio de temporada─ entre otros. Es el mecanismo de la compensación, basado en repartir el mérito con calculadora. Hay una frase del propio Pep Guardiola que condensa todo su libro de estilo, alcanzando la categoría de dogma: "El fútbol es un juego coral". Así piensa y así procede el preparador culé, auténtico artífice del estado de júbilo.

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jueves, 17 de septiembre de 2009

No todos los días son Iniesta

Una crónica de Cristian Naranjo

Ni vencedores ni vencidos. Indiscutibles tablas en San Siro. No todos los días son Iniesta. Como suele suceder cuando se espera mucho de algo, sea lo que sea, a la postre acaba defraudando. Inter y Barça empataron justamente en un partido donde se les fundieron los plomos en tres cuartos. Fue una grata sorpresa el planteamiento inicial de Mourinho, que no contradijo la naturaleza de sus jugadores. Finalmente apostó por Muntari en lugar de Stanković, y aún así el Inter le discutió el cuero al reputado campeón. Al menos durante el primer tiempo, los neroazzurri no despreciaron la posesión. Y a pesar de su desventaja en el porcentaje final ─37-63%─, los datos revelan que el Inter no mereció menos que el Barcelona. Inició más ataques ─112 por 103─, remató lo mismo a puerta ─3 veces─ y exigió más a Valdés ─12 intervenciones a 7─. Sólo los disparos desviados ─5-11─, así como la sensación de monopolio de la segunda parte ponen en duda la estadística global. El conjunto de Guardiola halló la continuidad tras el descanso, cuando el técnico corrigió los desajustes sobre la marcha. El esférico se puso entonces a la entera disposición del Barcelona. Xavi encabezó una revolución tan loable como estéril: sólo el Inter calibró a Valdés. De hecho el equipo culé no volvió a crear auténtico peligro desde el octavo minuto, momento en el que el choque deliraba. Es cuanto menos significativo. Por idéntica anomalía se vio fuera en Stamford Bridge, pasó serios apuros en Mónaco y volvió a tener problemas en Getafe. Anoche confirmó los peores augurios. Parafraseando a García Márquez, enfrentar al Barça ya no es crónica de una muerte anunciada. Por más que Guardiola se anticipe a las dificultades fichando a defensas que ataquen y delanteros que asistan, el único éxito que asegura es el de la campaña Som Un, de Nike.

Es evidente que el Barcelona ha perdido duende tras las vacaciones. Se lesionó Iniesta y el elegido para suplirle es Keita en lugar de Busquets. Se prescindió de Eto'o, mientras que Ibrahimović y Chygrynskyy fueron las principales incorporaciones. El central ha mostrado detalles de interés, pero no puede competir en Europa. El sueco tampoco ha tardado en enseñar la amplitud de su gran angular. Tiene la visión de un mediapunta y su fútbol abre nuevas compuertas en ataque. Pero también cierra otras, quizá las principales. Anoche tuvo la ocasión más franca del partido en el minuto 7. Amortiguó un balón magistralmente con el pecho, y en boca de gol lo mandó a la grada. Así es Ibrahimović, un futbolista de contrastes. Sea ansiedad o simple desacierto, la ineficacia del nueve titular es una lacra para cualquier equipo. Concretamente, con ese fallo se diluyó todo el picante del Barcelona, que gozó casi siempre de una superioridad ficticia. Eran los despliegues del Inter, puntuales y decididos, los que olían a plomo. Diego Milito fue una amenaza constante, y todas las arrancadas de Eto'o las hubiera firmado el caballo de Atila. Júlio César tuvo menos trabajo que Valdés, cuyo concurso fue crucial. El de Hospitalet, que ha desechado el rechace como recurso, sigue acreditando su categoría ante la ceguera de Del Bosque.

El punto conseguido tampoco hubiera sido posible sin Puyol, y especialmente sin Piqué. Los centrales catalanes se vaciaron para sujetar al dueto africano-argentino, constatando que la merma de nivel no pasa por su zona. No menos brillante estuvo la línea defensiva del Inter, comandada por Lucio y Chivu, dos zagueros infranqueables. Maicon y Alves apenas tuvieron pista libre, pero son dos machetes sobrenaturales. Espeso y falto de inspiración, el Barça se encomendó a una aventura individual. Empresa difícil para un once que vive del colectivo. Ibrahimović no volvió a desatarse de los centrales. Henry, motivado, no probó suficiente a Maicon. Le sustituyó Iniesta, que no tuvo tiempo de engrasar. De modo que Messi, el último de los carasucias ─así se conoce en Rosario a los futbolistas de potrero─, era el tercero en discordia. Libre de ataduras por detrás del punta cíngaro, el argentino arrancó una veintena de veces. La intensidad de Chivu y Lucio le dificultó la existencia tanto como su renuncia a ocupar la banda. El entendimiento con Ibrahimović aún tardará en consolidarse, y de momento se taponan a menudo. En conjunto, la sensación final que dejó el choque es que el Inter, pese a estar en plena reforma, ofreció lo mejor de sí. No regaló el balón en la primera parte y sí dio un paso atrás en la segunda, pero sin soltar nunca la guadaña. Por el contrario, el Barcelona estuvo lejos de su máximo nivel. El regreso de Iniesta y Márquez alimenta las opciones de Guardiola, que no obstante tiene muchos deberes en el frente de ataque.

El empate en San Siro es un saldo valioso para afrontar la fase de grupos, con lo que el equipo azulgrana continúa sin ningún borrón. El tricampeón crecerá necesariamente. Será candidato a todo, aunque su plantilla no desprende la fiabilidad deseada. En verano, el Barça vertió la gran ocasión de blindarse con algún otro jugador de peso. A la espera de Fàbregas, un delantero de banda como Arshavin y un pivote como Poulsen hubieran bastado. Beguiristain prefiere apostar por plebeyos como Henrique y Keirrison, mientras que Guardiola propició un negocio ruinoso a fin y efecto de desprenderse de Eto'o. El entrenador también priorizó el fichaje de un central pese a poder elegir entre Muniesa y Fontàs. Con todo, el Barcelona sigue siendo un equipo serio pero no invulnerable. Hay informaciones que dan respuesta a la obsesión por desterrar a Eto'o. Las publicaciones aseveran que la convivencia entre el camerunés y Henry era insostenible debido a su egocentrismo. Tanto es así que la pretensión de Guardiola era desprenderse de los dos. Sólo ante la dificultad de adquirir un extremo, el técnico aceptó al francés. A tenor de la información, es sangrante la permanencia de Henry, que jamás se acercó a su rendimiento en Londres, que pasa de la treintena y que no deja de ser un punta reconvertido, en detrimento de Eto'o: más joven, más fiable y más goleador. Analizado en global, el balance del mercado de verano es desalentador y peligroso. La plantilla es más corta y los fichajes están en cuarentena. No admite debate que el Barcelona ha desperdiciado la opción de alargar su hegemonía. El estado de las cosas ha cambiado. En este curso, cada compromiso será una dura prueba para una plantilla que no puede ir a más. Acaparar el cuero y triangular no será suficiente. Bien pronto se hará necesaria la máxima eficacia. Tanto en Liga como en Europa, no todos los días son Iniesta.
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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Muñecas rusas en San Siro

Una previa de Cristian Naranjo

Los enfrentamientos de primer nivel no requieren excesiva presentación. Es el caso de un inmejorable pulso de campeones entre Inter de Milán y Barcelona, en el que todos los protagonistas implicados le son familiares al gran público. El choque de esta noche es lo más parecido a una muñeca rusa, en tanto que su interior alberga multitud de duelos individuales. El cara a cara que concita más expectación es sin duda el que medirá a los mejores nueves del continente, aunque ni por asomo será el único. Con el inesperado trueque Ibrahimović-Eto'o, Inter y Barça permutaron literalmente sus respectivas suertes. Es por eso que, generada en los medios, no extraña la premura por concluir quién sale vencedor y quién vencido del intercambio. Finalmente, periodistas y aficionados empatan en cuanto al ansia por recibir respuestas. Y sin embargo, lo que distingue a estos partidos es la total incertidumbre al respecto de su desenlace. Predecir el ganador de la hipotética escaramuza entre arietes es poco menos que imposible. Aún así se hace inevitable el augurio.

Caracterizado por la estridencia de su carácter, Ibrahimović regresa a un estadio que conoce bien. No es previsible que le afecte la presión. Tampoco a Eto'o. El delantero africano juega en casa y las citas de máxima exigencia no tienen secreto para él. A priori no hay apuesta más segura que los goles del camerunés. Sus números cantan. En Mallorca es poco menos que una leyenda merced a la histórica conquista de la Copa del Rey. Con el Barcelona logró cinco títulos mayores en sendos cursos, alcanzando cifras desorbitadas ─32 tantos de media─ siempre que no estuvo lesionado. De hecho, las dos temporadas de sequía azulgrana coincidieron con su mal estado. Los datos no acaban ahí. Disputó dos finales de la Liga de Campeones. Ganó ambas. Sólo sus goles lo hicieron posible. Más que estadística, es historia. Se trata del bagaje de un delantero demoledor. Es el currículo de Samuel Eto'o Fils, el portador del mazo más contundente de Europa. Por lo que se refiere a Ibrahimović, nada que objetar a su condición de Capocannoniere ni al resto de sus títulos personales y colectivos, donde destacan tres Scudettos consecutivos. Triunfar en la Lega Calcio entraña una dificultad añadida con respecto al resto de ligas europeas. Los planteamientos avaros, profundamente arraigados en Italia, complican la supervivencia de los atacantes más técnicos, mientras que privilegian a los arietes acorazados. De modo que los éxitos de Ibrahimović se explican por sí solos. Es un futbolista salvaje, al que sólo un club como el Barcelona podía darle el impulso que demandaba su clase. Es innegable el atractivo de un careo entre dos puntas tan opuestos y sin embargo tan calcados de temperamento.

Otra de confrontaciones con más contraste reside en los banquillos. Mourinho y Guardiola son viejos amigos. Allá por finales de los 90 compartieron vestuario. El portugués, tras ejercer de intérprete de Robson, se convirtió en entrenador en ciernes de la mano de Van Gaal. Guardiola todavía ejercía de capitán en su penúltima temporada de azulgrana. A buen seguro el técnico del Barça absorbió conocimientos de 'Mou' con la facilidad de una esponja. El camino inverso también alcanza la evidencia. Guardiola ha marcado tendencia al confirmar que es más probable ganar jugando bien. No son pocos los entrenadores que se han aplicado el concepto. Es explícito que uno de ellos es Mourinho, que no esconde su aspiración a cambiar de estilo. Sin ir más lejos esta noche va a reunir en el centro de la cancha a sus centrocampistas más finos: Motta, Stanković, Zanetti y Sneijder. No deja de ser significativo, más allá de que en esta ocasión el Inter asuma el papel de secundario. El equipo neroazzurro dispondrá dos líneas de cuatro por detrás del balón. El objetivo será neutralizar a Xavi justo cuando cruce el centro del rectángulo. A partir de ahí, la solución es un libro abierto: balones al pura sangre. El Barcelona también va a depender de las individualidades. Más que un partido de fútbol, esta noche dará lugar a una gala de estrellas. Messi está obligado a reventar la cintura de Chivu o Santon, y la cita exige la explosión de Ibrahimović. Con todo y con eso la clave del encuentro estará en la media. Si Xavi consigue abrir su cajón de sastre el equipo de Guardiola tendrá mucho ganado. Para finalizar, será delicioso cotejar a Lucio con Piqué y a Maicon con Alves. Lo más granado del fútbol mundial se da cita en San Siro.
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lunes, 14 de septiembre de 2009

Los capos no entienden de perdones

Un análisis de Cristian Naranjo

La etiquetada por algunos como 'Liga de las Galaxias', que ha desfasado literalmente a la de las estrellas por obra y gracia de Florentino, ya cuenta dos jornadas. Posiblemente insuficientes para adivinar el destino final de unos y otros; francamente concluyentes respecto a la identidad de los aspirantes al título. Esta vez las predicciones no admiten margen de error: los dos gigantes, otro año más, se postulan como únicos candidatos al cetro estatal. Real Madrid y Barcelona, en orden invertido, ya encabezan la tabla merced a trayectorias equivalentes pero no calcadas. El equipo capitalino abrió la Liga convirtiendo el Bernabéu en un campo de tiro, mientras que el vigente campeón controló su encuentro hasta resolverlo por vía aérea. La diferencia entre el ejercicio del Bernabéu y el del Camp Nou estribó básicamente en las formas. El Barcelona monopolizó el juego en términos de posesión, llegadas al área, disparos a puerta, córners y ocasiones de gol. Circunstancialmente sólo encontró respuestas a balón parado, pero siempre se mantuvo fiel a su idea. Por contra, el once de Pellegrini funcionó de forma discontinua, a dentelladas, sin presentar un patrón definido. Le concedió en todo momento oxígeno al Depor, que no cesó en el empeño por crear peligro. Tanto es así que el choque únicamente se decidió en un definitivo cara o cruz entre Valerón y Lass. En cualquier caso el Madrid venció por una cuestión de infantería y se agenció el mismo número de puntos que los facultados azulgranas. Estilos ambivalentes; resultados convergentes.

Para disputar el encuentro de ayer los dos visitaron la ciudad del enemigo. El Barça para enfrentarse al Getafe de Míchel y el Madrid para estrenar oficialmente el inmaculado estadio de Cornellà-El Prat. La resolución de ambos partidos quedó a medio camino entre lo similar y lo idéntico: los jugadores caros sentenciaron tras el perdón de los humildes. Para el conjunto de Míchel, Albín y Soldado olisquearon la miel en dos ocasiones bien ganadas. Moisés y David García corrieron la misma suerte en el Espanyol. Sucede que el tópico del cine negro es tan recurrente como veraz: la misericordia ante los capos se paga con la vida. Así de implacable va a transcurrir la Liga más hemisférica de la historia. Sujeto a los contratiempos que siempre conllevan las citas internacionales, Guardiola les confirió a Messi, Iniesta y Alves la categoría de soldados de tercera línea. A estas alturas son innegables las dotes de estratega del técnico azulgrana. Conocedor del potencial de su pacífica milicia, el de Santpedor escondió en un hoyo a sus hombres más valiosos, dando entrada a los más bisoños. De este modo evitó el sobreesfuerzo de sus figuras y les brindó a los jóvenes la ocasión de crecer en confianza sintiéndose importantes. Por tanto Pedro y Jeffren actuaron juntos de inicio, en una decisión arriesgada, cuestionable, y sin embargo abrumadoramente certera. Los canteranos de menor rango no percutieron las bandas, pero contribuyeron a madurar el partido con su limpio y ordenado juego de posición. Los números dicen que Guardiola cuenta con escasos efectivos, de modo que tiene que maximizar recursos y repartir protagonismos.

Chygrynskyy fue el otro beneficiado por el barbecho del técnico. El ucranio sigue siendo un desconocido para gran parte de los aficionados. El encuentro de ayer no es el indicado para valorar en panorámica sus condiciones, aunque la mayoría ya son de dominio público. Su perfil natural es el zurdo, y no obstante domina el desplazamiento en largo con ambos pies. Los cambios de orientación desde su posición al extremo opuesto están garantizados. Alcanza por ende el Barcelona un inicio de jugada todavía más depurado, necesario en situaciones de ahogo por la presión del rival. También gana Guardiola más simetría y finura en su esquema, en tanto que puede componer un once completamente sutil substituyendo a los menos dotados técnicamente ─Abidal y Puyol─. El orden simétrico viene dado por la condición de zurdos tanto de Chygrynskyy como de Keita, que en ese sentido también enriquecerán las variantes tácticas del equipo. Por último, el central del Este también permitirá a Guardiola hacer permutas de posición con los hombres más polivalentes. En conclusión, Chygrynskyy será un jugador de gran valor en un elevado porcentaje de partidos. Y en cambio su fichaje sigue ofreciendo dudas por su elevado coste en contraposición a la venta de Eto'o por 20 millones. La otra variante por desvelar es su capacidad de respuesta en fase defensiva. En la final de la Supercopa de Europa, un gran escenario para analizarle, estuvo siempre muy cobijado excepto en la jugada del gol, donde estuvo tan flojo como el resto de defensas. Apunta un cierto déficit de intensidad en relación con Puyol y Piqué. No obstante por alto va fenomenal, de tal modo que, cuanto menos, merece el beneficio de la duda. Guardiola es un avanzado a su tiempo, casi un visionario. Ha demandado personalmente a Chygrynskyy por activa y por pasiva. No hay mejor argumento para avalar su fichaje que la insistencia del timonel. Para el técnico será un reto personal convertirle en un defensor de referencia.

Por lo demás no merece la pena profundizar en el duelo. Sería abusivo, barroco e innecesario enfrascarse en un partido sin vuelta de hoja. El Barcelona se guardó el balón para sí ante el elegante Getafe de Míchel, que tuvo sus opciones de adelantarse en dos remates claros. No lo hizo y firmó su defunción cuando entró en escena la flor y nata del fútbol mundial. Con los guerrilleros silenciosos sobre el campo no hubo color. El cambio de ritmo que imprimieron Messi, Iniesta y Alves finiquitó el choque. Asimismo Kaka' hizo lo propio en el futuro fortín de Cornellà-El Prat, que acabó convertido en el Circo del Sol. El bucanero Granero emitió un código de barras que el brasileño leyó a la velocidad de Bolt. El resultado, más que un simple tabique, fue una casa adosada a las afueras. El 0-1 martilleó el ánimo de los pupilos de Pochettino, que habían merecido abrir el marcador previamente. No fue así, de forma que Kaka' abandonó las funciones de aparejador y prosiguió con su espectáculo circense en el papel de funambulita. No tardó en añadirse al festival un domador como Guti, a cuya morfología le sobra todo excepto su inmisericorde zurda. Ya marcó el curso anterior en campo blanquiazul y anoche repitió tras un pase con diamantes de Kaka', el jugador que realmente va a lavarle la cara a este Madrid. 0-2 y a sestear. Incluso Cristiano se incorporó a la fiesta ejerciendo como payaso para delirio del personal. Hizo el 0-3 al contraataque a servicio de Guti. Dos jornadas participando de forma testimonial, dos goles. El ex-futbolista 'Poli' Rincón, madridista recalcitrante, se soltó con el tanto del portugués: "¡Hostia, qué golazo, es que la pone ahí, la pone ahí!". En fin, para todo aquél que haya visto la jugada sobran las palabras ante semejante afirmación. Por lo visto en la capital le piden pocos réditos a una multinacional que ha costado más de 90 millones. El partido de Cornellà tampoco tuvo más enjundia ─gran palabra, hallazgo de Albert Valor, y salida de la firma de Alfredo Relaño, un analista magistral al que los colores le rebosan demasiado a menudo─.

Por presupuesto, por inversión, por espesor y calidad de plantilla, por desequilibrio, por tener un bloque consolidado, por registros goleadores y defensivos, por ser el actual tricampeón, por tener a los mejores del mundo… Y sobre todo por inercia. Éstos son los principales motivos por los cuales Barcelona o Madrid están condenados a llevarse el campeonato. El Atlético no puede llegar lejos en ninguna competición por plantilla, entrenador, secretario técnico, presidente y propietarios. No es un club. Es un burdel. El Sevilla acumula revólveres arriba, pero el resto del once y el banquillo no le alcanzan para superar el listón del curso anterior. Y finalmente, el único rival en ciernes con el que posiblemente podrán pugnar es el Valencia, que acumula 6 puntos con marcadores abultados. Emery ha armado un buen bloque que va camino de consolidarse, con un Banega demostrando quién es, una defensa bien apuntalada con Dealbert y Saltor y una vanguardia salvaje, las abejas, como denomina Pedro Morata al cuarteto formado por Silva, Villa, Mata y Pablo Hernández. Un once francamente bueno a la par que atractivo para el espectador. Emery no dispone de un gran fondo de armario, pero tiene la rebeldía de Joaquin y a Vicente en la recámara, al que sería vital recuperar. Sería sano para la Liga y sus aficionados que un club grande como el Valencia se uniera a la pelea cuando nadie lo esperase.

El resto de ligas de primer nivel futbolístico también han reanudado el trajín. En Inglaterra, el Chelsea se está mostrando intratable y suma 15 puntos de 15 posibles pese a no haber renovado el plantel. Sin embargo son United, City y Tottenham, con 12 puntos, los que ponen el juego. Mark Hughes ha conseguido ensamblar en tiempo récord los relucientes fichajes, en especial a Adebayor, una experiencia para los sentidos, al que pretendió Guardiola de forma decidida. Si Robinho regresa motivado de la lesión, el City acumulará más veneno. El Tottenham de Harry Redknapp es sin duda el equipo más simpático de la Premier, porque apuesta por un fútbol vertical, veloz y atractivo. Lennon, Defoe, Robbie Keane y Luka Modrić, sustentados por jugadores todoterreno como Huddlestone, Jenas o Palacios están haciendo las delicias de los aficionados más selectos. Por su parte el vigente campeón, el United, ha perdido purpurina con la marcha de Cristiano pero se ha petrificado como un bloque más unido y uniforme, donde Valencia y Owen están funcionando y en el que el líder es por fin un entregado a la causa como Rooney. Del Arsenal de Wenger poco que decir. Jugadores potencialmente muy buenos pero inconstantes para una liga tan competitiva. Y Benítez a lo suyo, arrastrando al Liverpool por territorio inglés, con eminencias como Kyrgiakos y Voronin. Mala señal que la estrella sea Benayoun ─buen futbolista, pero no para liderar a un grande─.

En la Bundesliga, el Bayern recupera la confianza con una goleada en Dortmund ─1-5─. Gol de falta de Ribéry incluido y celebrado a lo grande con Van Gaal. Mucha belleza junta. Ahora el galo dice que quiere renovar con el Bayern. Quien lo entienda, que lo compre. Y en el Calcio, dardos envenenados hacia Guardiola. Gol de puro ariete y liderato para la Juve de Martín Cáceres, un nuevo Puyol en potencia. Era necesario que alguien pusiera en evidencia a Guardiola por una vez. A nadie escapa que hoy por hoy es el entrenador por antonomasia, pero no son de recibo las felaciones públicas ─denominación de origen José María García─ que recibe por parte de la prensa catalana. Tanto es así que Eto'o ha prendido la mecha de la Liga de Campeones con un gol sublime que también sirve para rebatirle. Gol de genio con acuse de recibo hacia el Camp Nou. Llega la liga entre las ligas, la Champions. Y llega el primer combate de altura: Inter-Barça, con enormes cuentas pendientes. Vuelve Ibrahimović a San Siro y lo hace desafiante. Vuelve Eto'o, pero juega en el adversario. Duelo de centrales privilegiados: Lucio-Piqué. Desafío en ambas porterías: Julio César-Valdés. Electricidad entre los dos mejores laterales del planeta: Maicon-Alves. Contraste de caracteres en los banquillos: Mourinho-Guardiola. Y, por supuesto, choque de caballerías: Eto'o-Ibrahimović. La Liga de Campeones es la mejor plataforma para dictar sentencia. Que nadie olvide quién aparece en el momento justo de los partidos decisivos. Si alguien tiene que retratar a Guardiola, que lo haga Eto'o, el capo por excelencia.
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viernes, 11 de septiembre de 2009

PLF: Historia, Filosofía y Letras

Por Cristian Naranjo

PLF somos Cristian Naranjo y Albert Valor, dos apasionados del fútbol de alto nivel. Rozamos los 25. Desde siempre soñamos con ser periodistas deportivos, aunque por ahora hemos aparcado ese deseo. Nos conocimos en la facultad de Comunicación y conectamos bien pronto. No hay lenguaje más universal que el fútbol. La licenciatura, nada relacionada con el deporte, sólo nos reportaba dolores de cabeza. Suponía un peaje demasiado alto para obtener un mero carné. De modo que terminamos abandonando y se frenó en seco nuestra escalada hacia los medios. Hay compañeros que sí coronaron el pico. Escogieron el camino directo: empollaron un millar de horas, pasaron el periodo de prácticas, acabaron los estudios y alcanzaron la meta. Tragaron con el sistema, pero ahora se curten en importantes emisoras y periódicos. En poco tiempo dejarán de ser inexpertos becarios. Hay otros que nos quedamos a mitad de trayecto, trastabillados, hastiados de clases somnolientas, materias insufribles y profesores pedantes. Es un hecho que la universidad acarreó más penas que alegrías, pero aún así lo intentamos.

Conociendo de primera mano la dificultad de obtener un puesto de trabajo sin titulación, declinamos la búsqueda. Ni siquiera nos ofrecimos de forma gratuita para demostrar nuestra valía. El oficio no funciona como antes, cuando el aprendiz se iniciaba a través del maestro. Hay filtros impermeables para los no acreditados. Sin título, experiencia e idiomas, actualmente uno se convierte en John Doe ─Juan Nadie─. Por tanto nos encontramos acorralados y sin alternativas para convertirnos en profesionales. Han pasado los meses y continuamos en punto muerto, cada uno a sus menesteres aunque consumiendo cada vez más futbol. Tras cavilar muy mucho, uno concluye que las salvajes jornadas, las prisas y el estrés inherente al sector periodístico no son nada atrayentes. Es probable que estos juglares en ciernes no hayamos nacido para la esclavitud y sí para la anarquía. Tan probable como que no conseguir algo es igual a no quererlo suficiente. Con todo y con eso nos sentimos periodistas porque nacimos siéndolo, lo cual convalida la Licenciatura en Fútbol, equivale a la experiencia requerida y explica nuestra singular idiosincrasia. A través de este blog, generado de forma natural en mayo de 2008, nos mantenemos conectados con el sano ejercicio de verbalizar el deporte rey.

Los selectos seguidores de Pienso, luego fútbol ya conocéis la filosofía de nuestro humilde cuaderno de bitácora. En este espacio tratamos de abordar la actualidad desde un prisma alternativo, desmarcándonos de la deficiente prensa deportiva y de la ingente mayoría de blogs. Desde la convicción que las buenas plumas escasean, aquí se aspira a extender el legado de aquellos pocos que todavía narran desde las entrañas. El fútbol, como el resto de fenómenos masivos, no debería estar reñido con la profunda reflexión. Belleza y épica han de calcarse del césped al papel, pero las feroces rutinas productivas, así como el alud de pésimos redactores apenas lo permiten. No es el caso de esta página, que sí pretende cultivar el periodismo soñado. Nuestro sello es no seguir horarios ni ceñirnos al yugo de ninguna obligación. Cuando surge la necesidad aparece la inspiración. Sólo así se asegura la calidad. Esto es PLF, un rincón independiente por el que discurre el fútbol champán. Si acaso estáis tristes, no perdáis de vista el balón. Siempre nos quedará un once para once que nos dé cobijo en los días sucios. Hasta aquí nuestra historia. Seguid disfrutando del pasaje.
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Íntimo y personal

Por Cristian Naranjo

Llevo siguiendo al Barcelona desde el 20 de mayo del '92, aunque de Wembley sólo recuerdo el destello de la indumentaria oranje. Tenía 7 años. La televisión quedaba a varios metros de la cama y el sueño me venció. Quizá me desvelara el gol, pero no podría asegurarlo. Tras proclamar al Barça campeón de Europa por vez primera, el Dream Team continuó en pleno apogeo y me enganchó definitivamente en el '94, con el memorable 5-0 al Madrid. Aquel histórico repaso, indeleble para todos por el coletazo de Romario a Alkorta, me inyectó para siempre el fútbol en las venas. O Baixinho era la estética al servicio del gol, y Laudrup la elegancia que le completaba. El deporte rey no ha vuelto a generar un bazooka como el de Koeman, mientras que a Stoichkov siempre lo idolatré por su raza. Guardiola era lento, enclenque y débil, pero jugaba con el kit del delineante: compás, escuadra y cartabón. El actual técnico trazaba la geometría de un equipo gourmet, donde los foráneos marcaban la diferencia. Aquel Barcelona se diluyó por sorpresa en Atenas, y la marcha de Cruyff tuvo tantos defensores como detractores. Fue Sir Bobby Robson, ya en el '96, quien acudió a enyesar aquella fractura social. Núñez no escatimó en gastos y le regaló al jugador más caro de la época. Ronaldo se convirtió bien pronto en el estandarte de aquel fugaz proyecto. El astro sólo disputó una temporada de azulgrana, pero tuvo tiempo de causarme el asombro equivalente a un siglo. Mi abuelo siempre comenta que no había visto nada parecido desde Pelé. Yo rallé la cinta de sus goles y lamenté la pérdida con la nostalgia propia de lo que pudo haber sido. Nunca entendí aquella venta.

Se dice que los clubes están por encima de cualquier jugador. Es cierto que a pesar de todo el Barcelona no se detuvo. Pero quedó huérfano de embrujo. Sin Ronaldo, como escribió Sabina, la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Tras el 'Fenómeno' han triunfado con rotundidad Rivaldo, Figo, Ronaldinho, Eto'o y por supuesto Messi. El salto cualitativo sigue corriendo a cargo de los extranjeros, aunque la cantera ha evolucionado hasta el punto de producir primeros espadas. Iniesta, Xavi e innegablemente Messi tienen hoy en día una categoría reconocida a nivel mundial. La historia reciente demuestra que Barcelona es el ecosistema propicio para incubar a los mejores. No hay duda de que nací en el momento y el lugar idóneos para degustar buenos manjares. Pero no es menos cierto que me perdí a Kubala y a Luis Suárez; a Di Stéfano, Gento, Puskas y Kopa; a Eusebio; a Pelé, a Garrincha y a Zico; a Beckenbauer; a Platini; a Sir Bobby Charlton y a George Best; a Cruyff y a Van Basten. Y también a Maradona. A cambio he disfrutado de una saga de brasileños incomparables, de jugadores de casta y genio a los que realmente he idolatrado, y de una cantera exquisita. Paralelamente, en Madrid también han explotado grandes futbolistas que he seguido con atención. Los primeros años de Raúl fueron deslumbrantes. Roberto Carlos era una especie única. Zidane simplemente bailaba claqué. Sobre aquellos que sentaron cátedra en el pasado, ya sea aquí o en el extranjero, apenas puedo opinar. De la humilde porción de fútbol que he consumido en 15 años, me quedo con el temperamento de Stoichkov, Luis Enrique y Eto'o. Con la pareja de ases que formaban Rivaldo y Figo. También con Ronaldinho. Por supuesto con Guardiola, Xavi, Iniesta y Messi. Pero por encima de todos ellos, con enorme diferencia, siempre estará aquel Ronaldo venido del espacio exterior.

En la actualidad, dejando al Barça de lado, hay otros jugadores jóvenes y/o consagrados que me fascinan. En Italia, Alexandre Pato destaca sobre el resto. Es técnico, rápido, potente y versátil. Le sobra talento para derivar en figura mundial. El estado de su equipo y Dunga ya son harina de otro costal. De Alemania es imposible no señalar a Ribéry, que engrosará la nómina de galácticos en 2010, y al paraguayo Haedo Valdez, que la pasada madrugada le hizo un roto aún mayor a Argentina. De la Premier me quedo con el talento puro de Arshavin y la prematura veteranía de Fàbregas. Con la fantasía de Robinho y la suavidad de Adebayor. Con la velocidad de vértigo de Defoe y la calidad que esconde Modrić. Con la jerarquía de Rooney, la pegada de Valencia y todo lo que apunta Macheda. Y qué decir de la Liga, que este verano ha disipado cualquier duda sobre su estatus: Kaka', Xabi Alonso y Granero son garantía de calidad; Villa, Silva, Banega y Mata, todos juntos, equivalen a mimbres de categoría; Kanouté y Luis Fabiano ya son tiradores clásicos del campeonato; De Marcos en particular y el Athletic en general son mi apuesta personal; Nakamura asegura último pase para el Espanyol, mientras que Ben Sahar tiene buenos detalles. Y en el Atlético, Forlán y Agüero contra el mundo. Nunca dos delanteros tan brutales habían formado parte de un once tan maloliente. Asenjo ha sido un hallazgo, pero la línea defensiva tiene más huecos que un jersey de punto. El centro del campo conduce directamente a la depresión.

Aunque su plantilla no dé para más, Abel Resino pasa por ser el peor entrenador de Primera. Por no hablar de propietario, presidente y secretario técnico, que han vuelto a convertir el club en un polvorín. Con todo y con eso, Forlán y Agüero se bastan para competir. Clasificaron al equipo para la previa de Champions y lo han colocado en la fase de grupos. No se le puede pedir más al mejor dúo atacante de Europa. Tener a Forlán supone un contrato vitalicio con el gol, porque domina por igual el arte del desmarque, el posicionamiento y el remate. Es fuerte, potente, va fenomenal por alto y tiene un revólver en cada bota. Sin embargo mi debilidad es Agüero. Messi, Kaka', Iniesta y Xavi son un lujo para los sentidos. Son jugadores prêt-à-porter. Pero ninguno llama tanto mi atención como lo hace Agüero. El Kun tiene demasiados días grises porque casi nunca se generan huecos para él. Ni en el Atlético ni en la albiceleste. Puede asociarse con Forlán o Messi, pero de nada sirve sin gozar de espacios y un buen pasador. Lo que distingue al Kun es que cuando aparece acostumbra a hacer ruido. Sus conducciones y recortes siempre llevan electricidad y encabezan su repertorio. Son esos enormes recursos técnicos los que le permiten fabricar un pase peligroso o inventarse una maravilla de la nada. Siempre que puedo sigo al Kun con la esperanza de ver en directo alguna de sus gambetas. Desvalijados como están sus equipos no suelo obtener premio. Anoche me llevé otra desilusión con el Paraguay-Argentina. Salió de titular pero nunca conectó con Verón. A la 'Brujita' ya no le alcanza el físico para ser el enganche que pide a gritos la delantera argentina. Si algo caracteriza a Agüero es que jamás se esconde. Es más, suele aparecer en los días señalados. Madrid, Barça y Panathinaikos pueden dar fe. Al sucesor de Romario sólo le falta saltar a un grande para hacer buena la comparación. Del mismo modo que Torres encontró su mejor nivel emigrando a Liverpool, Agüero sólo sacará lo mejor de sí mismo cuando fiche por un equipo exquisito y ganador.

Como no se cansa de repetir el gran Joaquín Caparrós, el fútbol es de los futbolistas. Ellos originan el espectáculo y la pasión por unos colores. Cada club tiene su estandarte y cada país su jugador bandera. El aficionado también siente predilección por unas figuras u otras. El criterio es libre, y la mochila de favoritos ilimitada. Elegir un equipo también es condición sine qua non para el hincha. Todos nos debemos a un escudo. Son múltiples los factores que determinan una decisión que no tiene vuelta a atrás. La ciudad en la que se vive, el entorno donde se crece y la influencia de la familia suelen marcar la identidad del nuevo amante del cuero. El tiempo huye y la vida cambia. Algunos amigos no continúan el viaje. Por contra se incorporan otros. Por el camino también se pierden amores, y hay matrimonios que quiebran. El dinero dibuja parábolas. La salud va empeorando. Junto con la familia, sólo las propias convicciones permanecen. El nexo de unión entre el aficionado y sus colores no tiene fecha de caducidad. Cada cual escoge libremente su escudo y sus emblemas. La oferta es infinita, de modo que el mosaico de culturas está asegurado. Yo me decanté en los 90 por el Barça de Stoichkov. Vi en directo la hecatombe de Atenas. Me decepcioné con el fallo de Salinas y la contra magistral de Baggio. Gocé del Ronaldo original. Me identifiqué con Figo y lo maldije por su traición. Contemplé con asombro la impecable trayectoria de Rivaldo, así como la hechicería de Ronaldinho. Quedé prendado para siempre de Eto'o y en su ausencia no tengo más opción que seguir vibrando con el Barça de Guardiola. Siempre nos quedará el fútbol para mitigar la soledad. Esta ha sido la pequeña historia de una desmedida pasión.
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Brasil se refuerza a costa de Maradona

Un análisis de Cristian Naranjo

Sucede a menudo que los partidos más esperados por el aficionado acaban reducidos a cenizas una vez terminan. La expectación generada no acostumbra a reflejarse en el juego, y el resultado siempre deja damnificados. El triunfo de unos supone el sinsabor de otros, mientras que el empate suele descontentar a ambos. Los espectadores neutrales, que se cuentan por millones en este tipo de choques, también tienen algo que perder: su tiempo. La madrugada del pasado sábado al domingo, según horario peninsular, buena parte del planeta se acomodó frente a un televisor con señal de Rosario. El duelo se presentaba como una cita ineludible: Argentina-Brasil, un nuevo volumen del clásico de clásicos, con la clasificación mundialista en juego. Una albiceleste en apuros frente a una canarinha confiada. Maradona frente a Dunga. Messi contra Kaka'. Y el escenario, el Gigante de Arroyito, literalmente a reventar. En definitiva, todos los alicientes posibles en el campo, en los banquillos y en la grada.

Argentina llegaba al encuentro necesitada de algo más que puntos. Hasta el momento su trayectoria había sido titubeante, ya fuera con Basile o Maradona al mando. La última derrota frente a Ecuador, así como la debacle sufrida en Bolivia, generaron críticas en todas direcciones. La mayoría cayeron sobre Maradona y Messi, las dos cabezas visibles de la selección. Se cuestiona la validez del técnico, mientras que impacienta el escaso rendimiento de la estrella culé. Parece un hecho que Messi no encaja en el sistema del 'Pelusa', y los periodistas argentinos apuntan hacia el propio director técnico. Así las cosas, la albiceleste compareció al partido con sus líderes sitiados y el ambiente enrarecido. La coyuntura exigió a entrenador y jugadores actuar según el procedimiento habitual: aislarse todo lo posible del entorno. La medida quizá funcionó, pero hay filtraciones del exterior que son inevitables. Es una evidencia que el caldo de cultivo no era el idóneo para afrontar 90 minutos a cara de perro.

Por su parte, Brasil se presentaba en una situación diametralmente opuesta. Acudía a la cita como líder, colmada de confianza y sabedora de que podía obtener billete a Sudáfrica en caso de vencer. La pentacampeona ha dominado con mano de hierro la fase de clasificación, donde se ha destacado como la selección más realizadora y menos goleada. Lo cierto es que nadie ha hecho sombra a Brasil desde 2007, cuando se alzó con la Copa América. Fue la primera competición de Dunga como seleccionador. La verdeamarela no carburó durante los primeros partidos, de modo que el técnico recibió tantas críticas como Maradona ahora. En cambio la seleçao se hizo fuerte ante la adversidad. Sacó brillo a sus espadas y escaló hasta la final, donde aguardaba la incontestable favorita: Argentina. El desenlace, 3-0 para Brasil, fue tan contundente como inesperado. El impacto de aquella final explica el actual estado de las cosas. Argentina cayó de forma inapelable pese a tener a los mejores, y la derrota aún sangra. Los tres directos de Brasil sumieron a la albiceleste en una crisis de identidad de la que aún convalece.

La milicia de Dunga no se detuvo ahí. Llegó a la Copa Confederaciones y también la ganó, en un ejercicio de pragmatismo sólo comparable con USA '94 y Corea-Japón 2002. Definitivamente, Brasil se ha reinventado con el paso de los años. La mutación le ha permitido cosechar más triunfos, al tiempo que se ha resentido su lírica. No hay lugar para la nostalgia. Se llevan los repliegues, los trivotes, los balones colgados y, cómo no, los socorridos contraataques. No ha quedado ni rastro de Zico, Sócrates, Falcão, Junior y compañía, aquellos que maravillaron en España '82. Pero que no vencieron. Salta a la vista que la Confederación Brasileña prioriza el resultado por encima del estilo. No en vano prefiere apostar por tipos como Scolari ─cuyo ideario tiene algo rescatable─ o Dunga, en una nueva vuelta de tuerca. La elección parece tan segura como comprar un melón garantizado. El objetivo es ganar a cualquier precio, y entrenadores de esa calaña tienen el secreto. Conscientes del potencial que por generación natural siempre tendrán arriba, su fórmula se basa en blindar la propia portería y esperar buenas nuevas. Antes eran Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo. Ahora son Kaka', Robinho y Luis Fabiano. Cambian los nombres; permanece el estilo. Poco juego y mucho gol. Pura praxis, sin noticias del jogo bonito.

Finalmente, el clásico respondió a la lógica. Maradona hizo la convocatoria a su modo. Recurrió a un estadio pequeño para intimidar. Cargó toda la presión sobre Messi. Proyectó un vídeo de motivación. Y finalmente dispuso un once de postguerra, con los centrales de Vélez, los laterales del Medievo, el centro del campo comandado por Mascherano y por un Verón de Serie B, y una delantera donde se echó a suertes el compañero de Messi. En su fijación por presentar un dibujo simétrico, Maradona dejó las bandas a cargo de Maxi Rodríguez y Dátolo, que salvo noticia no inventaron el oficio de extremo. Con todo, la improvisación era de enormes proporciones. El vídeo no funcionó, la pizarra más bien no existió, y la albiceleste saltó al campo hecha un manojo de nervios. Tuvo más el balón porque a Brasil le convino, pero Verón no conectó jamás con Messi y Tévez.

En realidad, el partido estaba visto para sentencia desde que Maradona dio a conocer los convocados. Ausencias como las de Zabaleta, Garay, Banega o Higuaín son francamente denunciables. También es digna de llevar a juicio la sustitución de Riquelme por el prejubilado Verón. Pablo Aimar, Ariel Ibagaza y por supuesto Ever Banega serían opositores más capacitados. La no convocatoria de un extremo serio como Di María en beneficio de un jugador plano como Dátolo ─golazo a parte─ tampoco es comprensible más allá del reducido campo de visión de Maradona. Además de los alistamientos, las alineaciones de Maradona también atentan contra el buen gusto. A nadie escapa que 'Nico' Pareja y Coloccini deberían ocupar el eje de la zaga, que el 'Kun' ha de ser un fijo en ataque, y que las bandas son un desperdicio si las regentan Maxi y Dátolo. El anacrónico 4-4-2 de Maradona, donde la movilidad brilla por su ausencia, no conduce más que al naufragio. Sólo un improbable cambio hacia algo similar al 4-3-3, con Messi gozando de un ecosistema más propicio, corregiría el rumbo de Argentina de cara a sus definitivos duelos.

La balanza del clásico la decantó Maradona porque además de ser inepto no tiene ningún plan de acción. Dunga tiene ideas prehistóricas, pero es consecuente con ellas. Sabe cómo hacer fuego con dos piedras, y volvió a constatarlo en territorio enemigo. Los mecanismos que ha introducido compensan el escaso atractivo del esquema. Es cierto que utiliza un trivote de poca elaboración, pero los tres hombres tienen una función perfectamente definida. Gilberto Silva es el ancla del equipo. Barre su zona y no complica la entrega. Su concurso es vital para mantener la firmeza del esqueleto. Felipe Melo es el jugador equilibrado y completo por excelencia. Tiene llegada, disparo y remate aéreo, además de abarcar grandes espacios y asegurar trabajo. Elano es el más fino del trío. Goza de una derecha depurada que le asegura distribución y peligro a balón parado. Como Gilberto y Melo, tampoco rehúye las obligaciones defensivas. La gran ventaja de jugar con tres unidades en el medio es la importancia que adquieren los laterales. André Santos y sobre todo Maicon tienen libertad para surcar su banda con asiduidad porque en su ausencia son los volantes los que cubren el hueco. En cuanto a los centrales, Lucio y Luisão forman una de las mejores parejas de la actualidad. Por arriba, son torres en defensa y catapultas en ataque, además de tener criterio con el balón. Es conocida la capacidad de Lucio de superar líneas de presión con sus decididas conducciones. Y delante, toda la fantasía aglutinada. Kaka' en la mediapunta trazando líneas maestras. Robinho sobrevolando el área en busca de inspiración. Y en punta Luis Fabiano, un goleador de amplio repertorio.

A pesar de que su equipo se asemeja cada vez más a un yunque, Dunga también comete atentados. Alves no debería ser incompatible con Maicon en el once titular. Jugadores de la talla de Alexandre Pato, Diego y Hulk no pueden sobrar nunca en la seleçao. Otros, como Amauri, Anderson, Bastos o Ederson también merecen toda la atención. El caso es que el Brasil actual no levanta pasiones pero es tan fiable como las viejas costumbres. Su juego es un pestiño porque no tiene hilo conductor. Funciona a ráfagas, al ritmo descompasado del propio Kaka'. Su centro del campo no goza de grandes atractivos y sus puntas tampoco deslumbran pese a su categoría. Sin embargo Dunga ha construido una estructura de sólidos cimientos. Ha rastreado la oferta de compatriotas en busca del gen competitivo y a la vista está que lo ha encontrado. Este equipo ganó la Copa América, la Confederaciones y aspira al Mundial 2010. Según lo demostrado, el resto de candidatos deben ponerse a la cola. Incluida España. La pentacampeona quiere más. En Rosario dio un nuevo aviso de su ambición. El manual de Dunga es feo, rudimentario y limitado, pero los resultados lo avalan. Frente a Argentina, la canarinha volvió a mostrarse infalible. Primero apeló al oficio y encontró oro en dos tiros libres. Después ahogó la reacción argentina con una contra bella y letal que finiquitó el partido. Brasil no necesitó más. Maradona le allanó el camino a Dunga. Messi no tocó más de diez balones, y Argentina no existió. Se derrumbó con las decisiones de su entrenador. En conjunto, el partido fue una farsa, un engaño al espectador y una inútil pérdida de horas de sueño. Urge la vuelta de Liga y Champions, con el tricampeón poniendo a prueba su escasa plantilla y Florentino controlando cómo crece su parque de atracciones.

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viernes, 4 de septiembre de 2009

Busquets afronta su reválida

Por Cristian Naranjo

Los delanteros centro acostumbran a vivir desconectados del juego colectivo. Trabajan como autónomos, a la espera de cazar un balón servido por el compañero. Es lo natural teniendo en cuenta que son la punta de flecha de sus equipos, que se orientan de cara a portería y que están básicamente para el gol. La estirpe de los nueves totales se extinguió hace décadas, y posiblemente Di Stéfano fue el mejor de ellos. Con los centrales sucede un fenómeno similar, en gran parte porque son mayoría los entrenadores que recurren al pelotazo. Hay algunas excepciones en los banquillos. También al otro lado de la banda: los Mariscales de Campo, cuyo icono es Beckenbauer. El defensa de alto rango, que organiza desde atrás, no ha desaparecido pero es especie protegida. Paradójicamente, la rifa del balón también margina a los centrocampistas, principales responsables de concebir el juego. Por suerte, hay escuelas que se han diferenciado, como la brasileña, la argentina, la holandesa o la española. Por influjo de Cruyff, el Barcelona asimiló un modelo basado en el abuso del balón. Es incuestionable que el holandés cambió la historia del club catalán. Impulsó una revolución estableciendo novedosos mecanismos estructurales. En ellos encontró el Barça su auténtica naturaleza. La figura del '4' que diseña el ataque es la piedra angular del estilo importado de Holanda. Actualmente, el club azulgrana es el único del planeta que fabrica directores cinco estrellas. El sistema de Cruyff se basa en seleccionar a los jugadores más singulares ya desde la base, y en moldearlos según la propia filosofía.

Tras los pasos de Xavi e Iniesta, Sergio Busquets ha sido el último en coronar el ascenso al primer equipo. Algunos, como Arteta o Fàbregas, decidieron buscarse el sustento en otras ligas y también han eclosionado. El requisito que cumplen todos ellos es la total preponderancia en el juego. Por lógica, el estereotipo del centrocampista debiera tener esa característica. No es el caso. Por algún motivo no impera ese perfil, y el espectáculo se resiente. También el potencial de los equipos, cada vez más concienciados de la necesidad de un creador. El Barcelona tiene hasta tres, lo cual aclara el por qué de su éxito. Siempre que faltan Iniesta o Xavi, ahí está Busquets, que fue pieza clave la pasada temporada. Los matices que definen al de Badia son enriquecedores. Es inteligente y maximiza sus recursos. Domina el posicionamiento, además de leer los partidos con claridad. Es competente por alto, y un gran carterista en defensa, lo cual le permite suplantar a Touré con garantías. En definitiva, el poliedro de Busquets está muy pulido.

En los primeros compromisos de este curso, el canterano ha actuado prácticamente de líbero, ayudando en las tareas de iniciar el juego. El nuevo dibujo de Guardiola cada vez se parece más al mítico 3-4-3, y Busquets no ha encontrado su nivel. Ha perdido balones inusuales y son preocupantes sus desconexiones. Lo cierto es que el inicio de jugada ha corrido a cargo de Piqué, y que el medio tampoco ha comparecido para defender. Quizá no ha aprendido los nuevos mecanismos; quizá funcione con motor diesel y tarde en calentar. En cualquier caso, hace tiempo que Busquets dejó de ser un futbolista dudoso. Participar activamente en un Barcelona excelso, sentar cátedra en la final de una Liga de Campeones y consolidarse en la selección en su primer año de profesional equivale a tener un crédito ilimitado. Con una plantilla descaradamente corta y la inoportuna Copa África, Busquets deberá redoblar esfuerzos para hacerse pasar por Touré y Keita. Dispone de la confianza ciega de Guardiola y de un catálogo de virtudes sobradamente acreditadas. No es menos cierto que, en este arranque de temporada, Keita le ha comido terreno como primer relevo en la medular. A pesar del ramadán el malí está pletórico, mientras que el catalán debe recuperar sensaciones. Ni el Barcelona ni el futbolista pueden permitirse perder la pelea contra sí mismos. Guardiola no parece haber olvidado lo que sucedió hace no hace tanto. Ronaldinho hincó la rodilla frente a su propio legado, y con él se derrumbó el primoroso Barça de Rijkaard. A pesar del lastimoso precedente, el aficionado culé no tiene nada que temer: Guardiola se sabe los apuntes al dedillo, y sus pupilos le siguen como el rebaño al pastor. Sergio Busquets no es excepción. Pronto volará al encuentro consigo mismo, guiado por el bastón de su mentor.
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martes, 1 de septiembre de 2009

El debe y el haber del nuevo Barça

Un análisis de Cristian Naranjo

Volvió la Liga y volvió el campeón. Trámite saldado ante el Sporting. Suma y sigue el Barça en su asombroso duelo al Sol. Hasta ahora ningún equipo había ganado en el campo cinco entorchados de una tacada. Al menos que se sepa. Ha perdido el Barcelona un argumento poderoso como Eto'o, pero mantiene intactas las constantes vitales; esas señas de identidad que le han aupado a la cima: talento, conjunción y sobre todo trabajo. Mucho trabajo. El equipo engendrado por Guardiola tiene más estética que épica, pero en Mónaco, ante el pegajoso Shakhtar de Lucescu, volvió a dejar claro que está preparado para cualquier epopeya. El eterno rival se ha reconstruido de arriba a abajo, mientras que Beguiristain sólo ha alcanzado un fichaje de peso. Además Ibrahimović no es un refuerzo, sino un recambio. A falta de presupuesto, Guardiola ha priorizado apuntalar la defensa con una incógnita de la Europa profunda. Una decisión arriesgada, al más puro estilo Cruyff. Con todo y con eso este Barça sigue transmitiendo confianza. Posee algunos jugadores superlativos, que rozan la perfección partido tras partido. Mención especial merece Touré, un coloso que domina todas las facetas del juego. Es un privilegiado física, técnica y tácticamente, lo cual equivale a ser el futbolista integral. Él solo abarca latifundios, y su polivalencia es oxígeno para Guardiola, que no dudó en situarle de central en los partidos definitivos de la pasada temporada. A saber: Londres, Valencia y Roma. La decisión demostró no ser un experimento, sino un recurso de garantías. Aparentemente lento, el africano exhibió una poderosa zancada y una inteligencia admirable. Touré no sólo respondió a la necesidad del entrenador, sino que rindió al nivel de los mejores centrales del mercado. Nadie hubiera adivinado su posición natural a juzgar por aquellos tres partidos. Y la versatilidad del marfileño no acaba ahí. Guardiola también lo ha probado de mediocampo en adelante, con la intención de explotar la llegada y el trallazo de que dispone.

Gerard Piqué es otro de los superdotados del Barça. No ofrece dudas la jerarquía del canterano, consolidado como un mariscal en el eje defensivo. Es evidente que, por fortaleza y manejo del cuero, podría aspirar al mediocentro si así lo requiere el equipo. Futbolistas tan completos son un tesoro para los entrenadores. Con Touré y Piqué, Guardiola dispone de utensilios dos en uno, lo cual compensa algunas carencias de la plantilla. En ataque es Iniesta el que se multiplica. El manchego es junto a Xavi la lúcida cabeza pensante del Barcelona. Su talento le permite funcionar en cualquier parcela, ya sea cocinando el juego o amortizando la banda izquierda. Y donde no lleguen los doctorados llegarán los hambrientos aspirantes. De hecho ha sido Pedro, un emergente canterano, el que literalmente ha solucionado las dos supercopas. El juego espumoso y dinámico del canario amenaza con romper en una de las sensaciones de la temporada. El gran protagonismo de la cantera será insólito, sorprendente y fascinante. Los revulsivos del equipo para las segundas partes acostumbrarán a ser Pedro, Bojan y Busquets. Las soluciones de urgencia, Muniesa, Fontàs, Dos Santos y compañía. La fórmula que diseñó Cruyff, basada en la proporción de ocho canteranos por tres extranjeros en cada once, es hoy una realidad.

La efervescencia de la fábrica azulgrana es una red de seguridad, pero es natural la congoja del aficionado culé ante el despliegue de Florentino, en contraste con los cuestionables movimientos de Beguiristain y Guardiola. La puñalada a Eto'o ha sido una ruina económica, además de una incalculable pérdida deportiva. Los sospechosos fichajes de Henrique y Keirrison huelen a perro muerto. Unos 24 millones al limbo por dos futbolistas mediocres, cuyo disfraz de promesas se ha tragado Txiqui. Por no hablar de Cáceres y Hleb. Otros 30 millones desperdiciados en dos nombres que sí eran contrastados. Sorprende que Guardiola, que fue quien los solicitó, no responda ante el derroche. De momento el técnico no interviene en la parcela económica. Todo llegará. Que tome nota el candidato que pretenda abordar la presidencia. Guardiola está destinado a convertirse en mánager de forma natural, con plenos poderes deportivos y financieros. Como Wenger, Ferguson o Benítez. Y como el propio Cruyff. El mejor fichaje de la historia del Barcelona sería el contrato vitalicio para Pep Guardiola. Por capacidad y compromiso es el único candidato posible. Su arenga al grupo, ante la inminente prórroga frente al Shakhtar, no admite descripción verbal. Es una prueba de que el club debe estar en manos de un barcelonista de cuna, y el de Santpedor es sangre de la sangre del Barcelona.

Sea como fuere, el ser humano no puede vivir de desgracias pasadas, ni tampoco de esperanzas futuras. Es una ley natural. Como canta Julieta, el presente es lo único que hay. Y el presente cuenta que el Barcelona se ha dejado 100 millones de euros a cambio de meros sustitutos. La inversión exigía sufragar la llegada de Ribéry, Fàbregas o Mascherano. No ha sido así. Y finalmente la plantilla ha quedado innegablemente corta. Ibrahimović, el fichaje estrella, acusará la presión de todas las miradas. Sabe que está obligado a eclosionar desde ya, o la sombra de Eto'o se irá ensanchando. A nadie escapa que el sueco está repleto de quilates, con lo que su incorporación ha de interpretarse como una inversión. El otro refuerzo válido es Chygrynskyy, el deseado. El central es algo más que el amor de verano de Guardiola. Le ha llegado al corazón. Tanto se ha enamorado que ha pedido al ucranio por activa y por pasiva, y no le ha importado estrujar las cuentas. Deportivamente Chygrynskyy es una duda por despejar. Dice Pep que tiene el nivel exigido desplazando el balón. La final de la Supercopa no arrojó demasiada luz sobre sus condiciones. Tuvo a seis hombres dándole cobijo, y apenas intervino en el juego. Se sabe que es de tallo largo, zurdo y que parece Jesucristo. Domina los espacios, pero el gol de Pedro le dejó en mal lugar. Se comprobó que no destaca por ser un defensa intenso. Y reflexionando un poco se concluye, sin margen de error, que no será posible que mueva el cuero como Márquez o Piqué. Dice Pitxi Alonso que es mejor jugador que defensa. Reveladora definición. Sin duda estamos ante un central considerablemente fino y presumiblemente blando. Pronto se conocerá en qué queda, tras pasar por el tamiz de Guardiola.

Esta noche no ha actuado Chygrynskyy, ni Touré, ni tampoco Iniesta. Y con Messi en Buenos Aires, el equipo volvió a recaer sobre los jóvenes opositores. La alineación, francamente desangelada, no modificó el nuevo esquema de Guardiola. Alves y Maxwell habitaron en campo contrario, mientras que Piqué hizo de aguador junto a Busquets. Arriba, Bojan y Pedro fueron los cachorros de papá Ibrahimović. Las rotaciones supusieron apuros poco habituales en un equipo tan curtido. La respuesta a tanto revuelo fue deficiente también gracias a Preciado, que ha armado un equipo serio. La presión en media cancha incordió y mucho al Barça, cuyo riego sanguíneo se resintió. Por extensión, la chispa escaseó en ataque. Ibrahimović estaba bien sujetado por Gregory, y Pedro no hizo acto de presencia. De modo que fue Bojan el portador de todo el peligro. El canterano protagonizó las mejores tentativas de un once mermado, al que le costó encontrar la ganzúa del partido. A pesar de todo el once de Guardiola acaparó la posesión, las llegadas y los tiros a puerta, pero la noticia fue que no pasara el rodillo.

Como premio a tantas expediciones al ataque, el Barcelona halló un yacimiento de córners que solucionaron el atasco. Keita, una de las debilidades de Guardiola, resolvió el partido con sus patas de flamenco. El malí es una rara avis, sólo comparable a algunos pocos como Kanouté. De mirada ausente y constitución enclenque, es un jugador que constata el engaño al que induce la apariencia. Tácticamente es un centrocampista de gran valor. Siempre acude a cubrir cualquier boquete, y se ofrece constantemente al compañero. Sucede que al tener de socios a Xavi e Iniesta, queda retratado en cuanto a velocidad de movimiento. Y sí es cierto que funciona con un ritmo cansino. En Londres o Mónaco supuso un problema porque ralentizó la circulación. Sin embargo lo compensa con una buena zurda, llegada y gol. Capacidades nada desdeñables. Su fichaje no fue discutido por proceder de Sevilla, pero pocos conocían su idiosincrasia. Una temporada después, Keita ha certificado ser válido en un equipo ganador. La religión musulmana mantiene equilibrados a este tipo de jugadores. Les dota de cierta frialdad. Pero se ha comprobado que no les merma en la parcela competitiva. Guardiola tiene un sacacorchos. Sin ir más lejos, esta noche el Barcelona sólo ha encontrado alivio en los zancos de Keita, que ha tocado techo en cada salto. Dos de ellos han acabado en gol y el tercero en la madera. Ha sido el mejor por detrás de Bojan, cuyo concurso fue vital. Se hace mayor el de Linyola, que mariposeó por el área hasta lograr el 1-0. El encuentro prácticamente se cerró ahí, pero el campeón fue de menos a más.

El 2-0 aseguró los tres puntos, y en la segunda parte sí se gustó el Barcelona. Ibrahimović jugó los 90 minutos pese a su discutible estado de forma. Trufó la actuación con gestos que definen su estilo. De momento se desplaza como un elefante sin trompa. Aún le falta contundencia, en parte porque en su manual prima la estética. Hoy ha firmado el 3-0 con el remate propio de un '9' puro. Pero que nadie cuente con las cifras de Eto'o. Ibrahimović es otra cosa. Es una bestia distinta, a la que Guardiola debe domesticar a marchas forzosas. Dice Paco González que el técnico de Santpedor ha querido poner solución a un problema que aún no existe. No parece mal encaminado. Es un entrenador que ha marcado tendencia a todos los niveles. Y paralelamente es un tipo muy peculiar, de ideas tan claras como fijas. Sobre todo obsesivo e intervencionista. Más que sesera, Guardiola ha demostrado tener un vademécum. Tira de él a menudo. Casi siempre con éxito. Ocurre que, cuando falla, lo hace con estrépito. De momento el Madrid de Pellegrini es una filatelia repleta de sellos caros. Sí. Correcto. Pero cualquier anomalía en el plan de rodaje sería mortal para el Barcelona. El tiempo apremia, y no está permitido fallar en Can Barça: de las botas de Kaka' sólo puede surgir arte. Arte renacentista.

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