jueves, 12 de febrero de 2009

Un debate prácticamente cerrado

Por Albert Valor

El pasado fin de semana mi compañero Cristian, todo un entendido de fútbol y que, a mi juicio, es mucho mejor analista que yo, puesto que siempre lee los partidos a una velocidad pasmosa, proponía aquí un debate que no considero tal. Para mi ese ha sido uno de sus pocos errores, haber puesto demasiadas expectativas en Seydou Keita, tantas que ha pasado por alto a la nueva perla que Guardiola se ha sacado de la manga y que ha pasado por encima del mali y de todas las previsiones.

No porque Sergio haya pasado de Tercera a Primera en un santiamén. Ni siquiera porque tras 6 meses en la elite haya sido convocado con la absoluta -sólo tiene 20 años- cuando su padre no fue ni una sola vez internacional en toda su carrera. Tampoco porque Keita haya costado 15 millones de € y él haya supuesto el mismo gasto que supone llevar a alguien de las categorías inferiores al primer equipo, o sea, una inversión mínima en este mundo.

Los motivos son únicamente futbolísticos. Y se refieren puramente a las cualidades que debe albergar alguien que ocupa una posición tan paradigmática como la de pitbull -o volante, o interior, llámenle como quieran- en el centro del campo. Es decir, un futbolista que, sin reunir las cualidades clásicas de un ‘5’ -al estilo de Makelelé- ni las del arquitecto de un equipo -basta con pensar en cualquiera de los '4' que ha dado la factoría de la Masía-, sepa mezclar satisfactoriamente con ellos y a la vez complementar las cualidades de sus compañeros y saber disfrazar las carencias propias y las ajenas sobre el tapete.

Con la estancia de Edgar Davids en los primeros seis meses de 2004, el barcelonismo redescubrió una posición que hacía años que no se cubría en el equipo, quizá desde la marcha de Víctor Muñoz o de Bakero. El gusto por otro tipo de fútbol hacía que los entrenadores que pasaban por el Camp Nou tuvieran en cuenta a jugadores de otro perfil.

El holandés sólo estuvo 6 meses, y tras su marcha existían muchas dudas de si el equipo lograría suplir su baja con garantías. Pero entonces llegó Deco, que estuvo cuatro años en la plantilla y del que se sacó un rendimiento inmejorable. No sólo era uno de los centrocampistas de más brega que han pasado por el Barça en los últimos años, sino que además, no andaba muy a la zaga de las cualidades de otros jugadores como Xavi e Iniesta, que destacaban más por su fino estilismo que por su quite.

Pero el portugués apuró demasiado sus días en Can Barça, y el último año su situación se hizo insostenible. Es verdad que seguía ofreciendo unas garantías mínimas que muchos quisieran para sí, pero él ya no estaba a gusto y el club no confiaba en él. Su venta era inminente, inevitable. Unos 10 millones forzaron su marcha al Chelsea. En aquel momento se consideró un regalo, una mamarrachada más de la junta directiva, hoy en día –viendo la situación del luso en Londres, por una parte, y la que vive el equipo- se considera poco menos que un favor de Abramovich.

Igual que con la marcha de Davids, la salida de Deco creó una cierta preocupación, más cuando él había ocupado un hueco en el campo durante casi un lustro. Como todo el mundo sabe llegó Keita. Presuntamente, el mali debía aportar brega, quite, darle empaque al equipo. Y luego, como extras, estaban su pegada desde media y larga distancia y su llegada al área desde atrás. El problema del malí es que sólo ha aportado una parte de los extras, porque aunque todos sepamos que goza de un gran disparo a puerta, aún no ha marcado con ningún cañonazo desde fuera del área como los que nos regaló en el Sevilla. Y aún sabiendo que algunos de sus goles llegando desde atrás han significado puntos importantes para el equipo, los goles, entendidos como una necesidad que tiene un equipo para ganar partidos, corresponden a los atacantes, igual que las paradas son para los porteros y el saber aguantarle la marca a un delantero es faena de los zagueros.

Y ahí es donde entra Sergio Busquets. Desde que debutó en liga contra el Racing en la segunda jornada, se ha convertido en pieza importante, sino clave. Ocupa la zona ancha con una autoridad encomiable, con una seguridad impropia de un chico de su edad y de su trayectoria. Cuando el rival encara hacia el mediocampo, ahí está la pierna del chaval para cortar el paso. Eso sería en cuanto a recuperaciones. Cuando el balón está en sus pies pueden pasar tres cosas: o bien busca la opción más fácil de pase y se inicia una jugada, o bien acaba provocando una falta que muchas veces significa una tarjeta para el rival –aunque ya hablaremos más adelante del tema de las amonestaciones-. Y, claro falta la tercera opción: a veces, el rival le birla el balón. Algunas veces, lo corta y provoca él la falta, pero lo que sucede normalmente es que lo recupera en un espacio temporal de cinco segundos como máximo. Lo que es seguro, es que cuando el balón parte de su bota, la jugada nunca acaba con una contra del rival, si acaso con una de su equipo. En todos los partidos que le habré visto jugar esta temporada, que habrán sido más de veinte, no le habré visto perder más de cinco balones que no hayan acabado con una posterior recuperación. Además, está claro que por corpulencia, planta y envergadura -mide 1,90 m-, nada debe envidiar a otros como Touré o el propio Keita. Por supuesto que a día de hoy, el debería ocupar la media junto al marfileño y Xavi en los partidos grandes que se avecinan.

Pero hablemos de las tarjetas. Sergio provoca una media de 2 amarillas por partido, a veces más, e incluso alguna expulsión. Y no nos engañemos, él también suele ver una amarilla en cada partido. ¿Pero acaso no las veía Deco? Sólo hay que echar la vista atrás para comprobarlo.

Y hablando de Deco, ¿recuerdan su clase con el balón en los pies? Es evidente que era suprema, pero no creo que Busquets sea precisamente cojo con el balón en los pies. Se mueve bien entre líneas y tiene un excelente desplazamiento en corto y -sin ser Xavi o Márquez- un aceptable desplazamiento en largo. Además, no hay que olvidar que, pese a tener poco gol, se suma al ataque cuando es debido y suele provocar alguna acción de peligro. Ahora mismo me viene a la memoria el trallazo que Diego López le sacó en el Madrigal cuando el balón ya entraba por la escuadra o cuando Míchel Salgado le hizo un penalti en una acción en que el zaguero madridista parecía en novato y el barcelonista el veterano.

Evidentemente, nadie es perfecto, y a Busquets también se le pueden encontrar carencias. Es evidente que en algunos partidos mete la pierna más de la cuenta y algún día puede acabar expulsado. De igual forma, su aportación ofensiva aún podría aumentar mucho más.

Fue una pena que no debutara con la selección. Pero atentos: la posición que hoy en día ocupa Marcos Senna es la que más preocupa a Vicente del Bosque y su cuerpo técnico , puesto que en la cita mundialista el centrocampista de origen brasileño rondará ya los 34 años y se tienen ciertas dudas sobre su estado físico para entonces. De momento, Sergio Busquets se centra en el Barça y en seguir desarrollando su rol en este equipo que parece no tener verdugo.

Sólo una debacle o una lesión le podrían apartar ahora de la titularidad. Y está claro que Keita aún tiene tiempo para mejorar sus prestaciones y que las lesiones no le han respetado. Del mismo modo, hay que recordar que un equipo no son únicamente los once que saltan al campo, ya que se ha de disponer de hombres que completen la plantilla, y el africano merece ser uno de ellos. Pero por ahora, no hay debate en la zona ancha.

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miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Y si mi abuelo tenía razón?

Por Albert Valor


Mi abuelo, un respetable hombre que hoy tiene 84 años, me recordaba hace ya un tiempo, en las épocas en las que yo estaba empezando a amar este deporte que es el fútbol y él ya las había visto de todos los colores, que un día todo esto acabaría explotando por algún lado.

Eran las épocas en las que Ronaldo fichó por el Barça por 2.500 millones de pesetas, marcando todo un récord en un traspaso, allá por julio de 1996. Una operación que se vio superada en menos de un mes con el pase de Alan Shearer del Blackburn Rovers al Newcastle por 2.800 millones. Lo curioso es que un año después, esas cifras quedaron atrás, puesto que el mismo Ronaldo voló de Barcelona a Milán por 4.000 millones, más o menos la misma cifra que los azulgrana invirtieron en traerse a Rivaldo del Deportivo.

Tras un tiempo de tregua, más porque se invirtieron discretas millonadas en jugadores mediocres que por una verdadera calma en el mercado, en el 2000 se volvió a abrir la veda. Nada más acabar la temporada, Crespo cambió Parma por Roma para jugar en la Lazio del mecenas Cragnotti por unos 7.500 millones. Y en julio, llegó la bomba, un caso que aún hoy sirve de precedente en muchos contextos. Más allá de la traición que supuso para todos los barcelonistas que Figo recalase en el Real Madrid, casi de la noche a la mañana tras proclamar su estima por el club culé a los cuatro vientos, lo realmente histórico fueron las cifras de su traspaso. Florentino Pérez se hizo con el luso pagando los 10.000 millones de pesetas –o lo que es lo mismo, 60 millones de €- de su cláusula de rescisión.

[Al año siguiente, Zinedine Zidane marcó la cifra récord, unos números que aun a día de hoy no se han superado. El club de Concha Espina desembolsó 75 millones de € por el astro francés.]

En el momento en que vio a Figo presentándose como nuevo jugador merengue, flanqueado por Florentino y Di Stéfano, fue cuando el bueno de mi abuelo puso definitivamente el grito en el cielo. Después de haber visto como César -el jugador que más admiró en su juventud- pasaba del Granada al Barcelona por unos miles de pesetas, después de asistir a operaciones tan polémicas y llenas de misterio como las de Di Stéfano, tras ver como Maradona se convertía en el fichaje más caro del momento -1.000 millones de pesetas pagó Nuñez para traerlo de Boca-, tras indignarse por las cifras que movía Ronaldo, llegó el límite de su paciencia. Él –pese a ser granadino- sentía como todos los barcelonistas la traición del portugués, pero ante todo sentía vergüenza ajena y casi propia por ver que alguien estuviera dispuesto a pagar tales cantidades por un jugador. Aquel día, mi abuelo pronosticó que a este paso, el mundo del fútbol, esa esfera de representantes, intermediarios, clubes, televisiones e infinidad de implicados tal como lo conocemos hoy, acabaría desapareciendo o, en su defecto, reventando por algún lado. Quizá esto suene hoy utópico, pero los casos que poco a poco empiezan a invadir nuestro fútbol hacen que la situación, inimaginable hace poco más de un lustro, sea cada vez más insostenible.

Hace poco nos enteramos de que un histórico como el Club Deportivo Logroñés había desaparecido definitivamente tras algunos descensos administrativos en los últimos años -descensos que también han vivido otros como el Real Oviedo y el Club Polideportivo Mérida-. Todos ellos estuvieron no hace tanto en Primera División. También es conocido el caso del Levante, que descendió por deméritos deportivos, pero que actualmente aun adeuda a jugadores y ex jugadores de la plantilla una importante suma de dinero. Todo ello, desde hace unos dos años. Existen también casos como el de Real Sociedad, que tras su descenso a Segunda se mantiene a duras penas tras ajustar hasta el límite su presupuesto, o los del Espanyol y el Valencia. Estos dos se han endeudado al máximo, y todo para cumplir el sueño de su afición. Los pericos quieren dejar ya el insípido Estadio de Montjuïc, por lo que han construido un hogar a la inglesa que esperan les devuelva sus años de gloria. El problema es que el crédito que demandaron para la construcción del nuevo estadio les hace tener un tope, tanto salarial como a la hora de invertir en fichajes, por lo que cada verano la directiva se las ve y se las desea para poder reforzar el equipo con una mínima garantía. Parece, eso sí, que con la construcción de un centro comercial contiguo al nuevo campo, la deuda podría quedar saldada. En otro orden de cosas, tenemos al Valencia. La construcción del Nuevo Mestalla tiene al club endeudado, tanto que los jugadores ya tienen cobros pendientes. A estas horas, se rumorea incluso con que las obras se detengan por tiempo indefinido.

A todos estos casos, sólo citados brevemente y que tienen toda una historia detrás con sus damnificados debido a gestiones y/u operaciones que en su día se hicieron mal, hay que añadir otros, quizá los que tocan más de cerca a familias de la calle, gente como cualquiera de nosotros. Son todos esos casos que hay en Segunda B y Tercera División, categorías semiprofesionales –también se dan casos en competiciones más inferiores, como preferente y regional-, es decir, con jugadores que además del fútbol tienen otro sustento, pero que evidentemente, necesitan su ficha para llegar a fin de mes, y a los que se les adeudan cantidades importantes de dinero. Cada vez es más frecuente ver a futbolistas en huelgas de hambre o encerrados en su vestuario para reclamar lo que se les debe. Incluso hace poco tuve la oportunidad de ver a la mujer de un futbolista esposada al poste de una portería reclamando en nombre de su marido. Por lo menos, estas situaciones, siempre sacan lo mejor del ser humano.

Toda esta exposición sólo pretende ser una humilde estampa que muestre la desangelada situación en la que está desembocando nuestro fútbol y el tsunami en el que puede acabar convertido todo. Puede que la previsión que hizo un día mi abuelo se acabe cumpliendo. Esperemos que no. ¿Qué haríamos sin fútbol? De momento, bastaría con poner algo de sentido común para frenar la sangría. De momento, me bastaría con no volver a escuchar que un equipo de fútbol quiere derrochar 100 millones de € por un futbolista.

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martes, 10 de febrero de 2009

Brasil vuelve a 'sambar'

Por Albert Valor


Un partido como el de esta noche entre Brasil e Italia es de esos que, aunque denominados amistosos, poco tienen de ello. Un duelo entre las dos selecciones más laureadas en la Copa del Mundo, los dos últimos campeones de la Jules Rimet. El partido se jugaba en Wembley, el nuevo santuario del fútbol británico, casi del fútbol mundial. Todo ello daba como resultado un aperitivo exquisito –que bien podría ser el plato estrella- de la tanda de partidos intersemanales que se avecinan, como el España-Inglaterra y el Francia-Argentina.

Brasil llegaba al partido sumida en un mar de dudas, intentando dar con un patrón de juego que casara entre lo que siempre ha sido la verdeamarelha y ese componente de rigidez que Dunga quiere dar a los suyos. Italia, por su parte, llegaba con la moral relativamente renovada tras su chasco en la Eurocopa, y Lippi, seleccionador azzurro, sumaba un total de 31 partidos invicto sumando sus dos etapas en el banquillo.

El partido ha empezado con una obra maestra de Gilardino, que en el 2’ le ha dado a Grosso un pase teledirigido desde 20 metros que el fino lateral del Lyon ha empalmado a la red sin dejar caer el balón al piso. La lástima es que el árbitro, teniendo en cuenta que la jugada rayaba el límite del reglamento, ha anulado la jugada por presunto fuera de juego. En este momento, a Italia se le han fundido los plomos, pero lo peor para los transalpinos es que poco a poco, más a ritmo de vals que de samba, Brasil ha empezado a crear fútbol. El mediocampo de los suramericanos, tan criticado otras veces por rebosar brega pero carecer de fantasía, ha sido el eje del equipo. Gilberto, que apura sus últimos años de fútbol en el Panathinaikos, se ha erigido como un sobrio stopper, mientras que una de las apuestas del míster para este encuentro, Felipe Melo, ha sido una grata sorpresa. Hasta mediada la segunda parte, el ex de Racing y Almería, no ha fallado una sola entrega. Mientras, los dos baluartes del City, Elano y Robinho, demostraban que acompañados de grandes jugadores pueden ser un espectáculo.

En la defensa, Lucio, que cuando podía se encargaba de armar contragolpes como el que ha significado el prólogo del segundo tanto de los suyos, se ha encargado junto a Juan de secar a los italianos, que por vía de Grosso y Luca Toni han dado algún susto. En los laterales, Marcelo no parecía ni mucho menos ese desesperante jugador que veíamos en el Bernabéu con Schuster, que atacaba discretamente y que defendía de modo calamitoso. De Maicon poco podemos decir que no se sepa ya. Basta con decir que su presencia ha sentado a Dani Alves. El barcelonista también ha tenido sus minutos en el segundo tiempo. A día de hoy, Brasil tiene el equivalente a dos Cafús en el lateral derecho. No sería de extrañar que en el futuro, Dunga cambie de banda a uno de los dos para poder gozar de dos misiles en cada lado de la cancha. Bajo los palos, Julio César se empeñaba en demostrar que la pentacampeona del mundo también puede tener un buen arquero. Aunque Mourinho no acabe de estar contento con él, lo cierto es que cada día va a más.

Alguien se preguntará porque no he hablado aún de los delanteros. Ahí ha residido el mérito de Brasil en el día de hoy. Actualmente, jugar con Ronaldinho y Adriano en punta, es hacerlo con 2 menos. El Gaúcho se ha movido en un espacio de cinco metros cuadrados y, como siempre, se ha intentado abonar a su habilidad en el lanzamiento de faltas. Beckham ya le ha quitado el sitio en el Milan, y a este paso, en la Copa del Mundo de Sudáfrica, estará como mucho en el banquillo para poder animar la previa de los partidos en el autobús. El interista, por su lado, se podía dar con un canto en los dientes si conseguía controlar algún balón de espaldas al marco. Uno se imagina el equipo de hoy con Kaká y Pato en el lugar de las ex estrellas –casi ex futbolistas, no se imaginan qué pena siento al decir esto- y la mente le dibuja una exhibición de las que hacen época. No olvidemos tampoco a gente como Luis Fabiano y a Amauri. Puede que hoy el juventino haya despejado las pocas dudas que podía albergar entre una y otra camiseta. Aunque parece que en este caso puede incidir algo más que la voluntad del jugador.

A Italia le queda el consuelo de saber que Toni, Pirlo y De Rossi siguen ahí como base del equipo, que Grosso nunca perderá su zurda de oro y que Buffon acabará cogiendo ritmo de partidos más pronto que tarde. Y tampoco hay que olvidar la ilusionante progresión de Giussepe Rossi. Y por supuesto, que el Mundial 2010 está aún a más de un año vista y queda tiempo -y sobran mimbres- para armar un equipo más que competitivo.

Por cierto, con tanto análisis se me olvidaba recordar el resultado: 2-0 con goles de Elano y Robinho, que ha mostrado al mundo que en el Real Madrid, sino luchaba los balones era porque no quería. Quizá los dos cracks del Manchester City hayan echo un híbrido entre buen guiño y señal de SOS a los grandes de la Premier. Hasta aquí el Brasil-Italia. Mañana más.

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domingo, 8 de febrero de 2009

Un debate en la zona ancha

Por Cristian Naranjo

Cuando Guardiola volvió al Camp Nou para dirigir al primer equipo del Barça, lo hizo con un libreto aprendido de memoria. Pronto se mostró como un gentleman entregado, metódico, obcecado y valiente. De hecho, no tardó en exponer sus primeras decisiones: Ronaldinho, Deco y, presumiblemente, Eto’o deberían abandonar el barco. Finalmente, el camerunés se comprometió a seguir siendo el hombre para el gol del equipo. Ronaldinho y Deco, en cambio, se vieron obligados a emigrar. Para sustituir al portugués, el elegido fue Keita, un todo terreno malí compuesto por pura fibra. Llegó avalado por una gran temporada en el Sevilla, trufada de goles deslumbrantes desde la media distancia. Se precisaba de Keita tanto su músculo como su aceptable técnica. La idea era rellenar la zona ancha con más poder africano. A día de hoy, son muchos los socios y aficionados que cuestionan su fichaje. Le acusan de no tener toque y de no robar lo que debiera. Hasta el momento, la realidad no les desmiente. Sin embargo, a favor del malí juega una de sus grandes cualidades: la capacidad para llegar desde segunda línea a machacar balones a las mallas. Ha logrado tres goles de ese modo, frente a Getafe, Recreativo y Villarreal. Sus tantos, además, han valido su peso en puntos. No obstante al socio culé, exigente como pocos, no le sirve.

Otro de los factores que han propiciado el nerviosismo barcelonista tiene que ver con un hallazgo: un chaval imberbe de la cantera de tallo largo y piel blanquecina, con la complexión más típica de un delantero que de un centrocampista –de hecho, esa era su antigua demarcación–; un auténtico desconocido para el gran público: Sergio Busquets, el primogénito del ex-portero azulgrana. Ya desde la pretemporada Guardiola contó con sus servicios, conocedor de sus virtudes tras un año entero entrenándole en el equipo filial. El de Badía no tardó en mostrar sus credenciales: mucho trabajo en la medular, calidad técnica para el desplazamiento tanto en corto como en largo, derroche físico y una cualidad de importancia capital, su inteligencia. Sabe cuando toca servir de primeras o de segundas, cuando es el momento de driblar, cuando el de descolgarse… El abanico de virtudes que reúne le acreditan como el gran descubrimiento de esta Liga, además de haberle convertido en internacional. Y lo más importante: Busquets es quien ha ocupado realmente el puesto de Deco en este Barça. El debate está servido: Keita o Busquets. Por delante, media temporada para dirimirlo. El Camp Nou ya ha hablado: el joven de Hospitalet se impone por un largo trecho.

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