viernes, 17 de julio de 2009

He aquí la cuestión

Por Albert Valor


De haberlo pensado durante horas, nunca se nos hubiera ocurrido tal carambola. El sabor a hiel del retorno de tierras ucranianas tras la segunda negativa de Chygrynskiy se tornó meloso en unas horas. Para ello, bastó una escala en Milán. Ibrahimović jugará en el Barça a partir de los próximos días. A cambio, unos 45 millones, Eto’o envuelto con un lazo y la cesión de Hleb.

Jugada maestra, pensarán algunos. Entre ellos, Pep Guardiola. Para el de Santpedor, el sueño de una noche de verano. Se lleva al delantero que anhelaba desde los primeros días del estío y, de paso, se libra de verse las caras con el camerunés.

Por primera vez en muchos años, la secretaría técnica del Barcelona toma la sartén por el mango. Primero, se advirtió a Manuel Llorente, se pisó el ego de Lendoiro y se desvaneció la ilusión de Filipe Luís. Don Augusto, ante la tentativa de vender paletilla a precio de cinco jotas, se queda ahora a un jugador descontento. Pero la adquisición de Maxwell no fue sólo un farol intimidatorio. Llorente podrá seguir ahora mimando al Guaje, y explicarle de paso por qué se quedará un tiempo más a orillas del Turia. El asturiano ya no deberá plantearse si merece la pena perder dinero para recalar en el Camp Nou. El Barça ya tiene a su delantero.

Jugada maestra, pensarán algunos. No exactamente. Tras menospreciar hasta la saciedad al delantero que más gloria le ha reportado en su historia, el Barcelona tenía ya poco margen de maniobra. Todo tipo de improperios se han lanzado sobre el camerunés hasta el día de hoy. Eso, unido a la mala gestión del club para darle una salida, ha llevado al Barça a pinchar unos cuantos huesos. O Eto’o se quedaba cual bomba de relojería o se le regalaba al primero que pasara. Teniendo en cuenta que la opción del '8' interista se tanteó a principios de junio, ese plan no se vislumbraba ya ni en el horizonte. Pero al final, el roto ha encontrado su remiendo. Mucho dinero, sí. Un ligero cálculo mental nos da un montante de no menos de 60 millones. 40 en efectivo y los 20 que pueda costar un infravaloradísimo Eto'o. Juzguen ustedes mismos el precio de la cesión de Hleb.

La operación pretende ser el ungüento perfecto para el sarpullido que ya le salía a muchos culés viendo como se prescindía gratuitamente del mejor goleador del último lustro. Además, Hleb se marcha un año. Más pomada para los detractores del bielorruso. Veremos si se reivindica o acaba de retocar su nicho.

Llega Zlatan Ibrahimović. El perfil que pedía el técnico. Si se prescindía del africano, poco variaba en lo deportivo la entrada en escena de Villa. Teniendo a un delantero veloz, de raza y goleador como el que más, ¿realmente valía la pena regalarlo? ¿Sería de recibo pagar luego 50 millones por un –magnífico- futbolista con unos gramos más de técnica y un océano menos de visceralidad?

Con la llegada del sueco, se cierra un abanico y se abre otra retahíla. Se pierde fiereza pero se gana técnica. Los centros de Alves serán mejor aprovechados, aunque costará más ver punterazos gloriosos. Los recursos de barrio serán sustituidos por las jugadas de Play Station. A fin de cuentas, el instinto dará paso a la fantasía con todo lo que ello conlleva.

Zlatan y Samuel. Eto’o e Ibrahimović. A buen seguro seguirán repartiendo polémica allá adonde van, ahora con las chaquetas cambiadas. De momento, demos la bienvenida a la Liga a otra pieza del museo futbolístico. Al camerunés, démosle mil gracias. El barcelonismo jamás podrá olvidarlo.

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