Por Cristian Naranjo

Cuando llegó a Madrid ya no era el mismo. Su constitución física había cambiado, hasta el punto que pasó de tener un cuerpo atlético a ganarse con el tiempo el apelativo de gordito. Había perdido por tanto potencia y velocidad, pero le quedaba lo principal: cientos de balas en la cartuchera. Marcó infinidad de goles con suma facilidad y firmó una noche memorable de Champions en Old Trafford, de donde salió ovacionado. Fue ganando kilos y perdiendo capacidad de intimidación, hasta que fue traspasado al Milan en 2007. Tras una temporada decepcionante en San Siro, todos le daban por retirado. De hecho, se había lesionado gravemente y ya no era hábil para el fútbol al más alto nivel. Sólo le restaba una opción; volver al origen: Brasil. Fichó por el Corinthians alimentando su fama de traidor, pero todo fuera por recuperarse física y anímicamente. Unos meses después, Ronaldo parece otro. Continúa con los abdominales tapados, pero ha recuperado velocidad y alegría. Marca goles de bandera e incluso gana títulos siendo determinante. Anoche firmó un hat-trick como los de antes, con exhibición de velocidad, habilidad en el área y potencia de disparo incluidas. Después de todo, sigue siendo una bestia.
Contra el recuerdo de esa maravilla del fútbol tendrá que batallar Cristiano. Tiene a su favor la edad y las condiciones físicas. Técnicamente, tiene que aprender mucho del Ronaldo de siempre, cuyas acciones destacan por ser nocivas para los rivales. Cada bicicleta y cada recorte deben tener un sentido. Sin ser un goleador, Cristiano conseguirá tantos a granel, pero debe detectar que hace más daño solapado en la banda que en el centro. De momento ya ha manifestado que se siente más cómodo sobre la línea de cal, lo cual representa una declaración de intenciones. Todo dependerá de Pellegrini, un hombre reflexivo que a buen seguro sabrá exprimir las virtudes del portugués. La comparación del viejo Ronaldo con el nuevo está servida desde que Cristiano decidió ser CR9. Los dos han triunfado de jóvenes y han contado con un físico privilegiado además de haber ganado el Balón de Oro. Ambos tienen la potencia y la velocidad como sus mejores virtudes. Si Cristiano tiene gol, Ronaldo tiene más. En técnica pura, quizá gana el portugués, que lo tiene todo para marcar una época. De hecho su objetivo es ser el mejor jugador de siempre, por delante de los cuatro grandes. Es una aspiración casi imposible, pero que demuestra ambición. Le queda mucho por enseñar. Su primer referente no debe ser otro que el viejo Ronaldo, el Ronaldo de siempre.
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