miércoles, 21 de abril de 2010

La vieja Copa de Europa

Por Cristian Naranjo

En Liga de Campeones el balón adquiere las propiedades del queroseno. Redobla su valor, se vuelve líquido y se inflama a la mínima chispa. En esa coyuntura, cada pelota perdida es algo más que un desperdicio incalculable. Es un arma arrojadiza en manos del adversario. Se trata pues de no malgastar el combustible, y de utilizarlo con malicia.

Parecía el Barcelona doctorado en tales premisas europeas. Pero no. Como ya sucediera el sábado en Cornellà-El Prat, los de Guardiola desdibujaron su impecable retrato a base de inconexos garabatos. Todo lo contrario que el Inter, que fue la versión más picassiana de sí mismo. Fiel reflejo de su técnico, el conjunto neroazzurro se dedicó a no derrochar el crudo. En ningún caso aspiró a sentar escuela. Antes al contrario: geometría simple y efectiva. Cada línea encontrando continuidad en un vértice. Eso es todo. ¿Arte cubista? Arte, al fin y al cabo.

Si se asume que en Europa cada pelota es una oportunidad preciosa, se diría que el Barça se dedicó a perder rubíes al ritmo del crono. Disminuido Xavi, desajustado Busquets, desangelado Ibrahimović e irrelevante Messi. Falló el abecé del campeón la noche más peliaguda. San Siro fue un escenario oscuro, lleno de recovecos y trampas, en el que las veteranas y afiladas fauces interistas hicieron fortuna. No necesitaron mediocampo. Regidos por el moderno paradigma del Calcio, según el cual el fútbol se dirime en las áreas, se lo saltaron. Directamente. Sin bagatelas ni paños calientes. A eso juega el bueno de 'Mou'.

Entre los románticos, esta competición todavía responde al nombre de 'Copa de Europa'. Lleva casi once lustros siendo la dama más anhelada. Bien saben sus pretendientes que por ella no pasan los años. Pizpireta y consentida como pocas, no responde su conducta a lógica alguna. No tiene nada que hacer con ella el excesivamente meloso. Ni tampoco el mezquino puede tenerlas todas consigo. Es mujer azarosa y aguda. No existe en ella justicia. Y, sin embargo, conoce el arte de dictar sentencia. Como cada temporada, sólo ella escogerá Casanova.

Hasta ahora, su candidato predilecto había sido el bien parecido Barcelona de Guardiola. Mas tras pecar de ingenuo en la última cita, al vigente campeón no le queda más salida que pasar al ataque. Desde el minuto cero. Será un examen al arrojo y al coraje. A la valentía. Y a la maldad, pues el cortejo y la lírica se le dan por supuestos al equipo del Doctor X. En Madrid aguarda la única juez del romance. La vieja Copa de Europa. Se trata de ser el chico malo. Sólo por una noche.

*************************************************************

1 comentario:

Unknown dijo...

Me deshacen (me sulibeyan, más bien) cada una de conexiones, por breves que sean, del futbol con lo artístico y su circunstancia. Llámame simplón, romántico o simplemente reduccionista.

El Inter, generoso de ti, sólo puede ser picassiano en la mejor y más efectiva de sus versiones. Lo normal es que no pase de futurismo de principios del 50: líneas rectas inconexas, secantes y convergentes en el punto de la portería rival. Sin más impacto en el espectador que contar cuántas líneas se han trazado hasta el objetivo, o lo que es lo mismo, comprobar en la estadística en cuántas ocasiones Milito y Eto'o han pisado el área contraria.

Pero sí: el Barça tiene que ser más. Tiene que exhibir su muchedad. Si no, quizá incluso el Mundial de La Roja esté en peligro, o por lo menos en entredicho.

No queremos vendetta. Queremos Barça.