sábado, 10 de abril de 2010

La Liga más bipolar se decide en Chamartín

Un análisis de Cristian Naranjo

El fútbol inventó partidos como éste para echar por tierra cualquier tipo de pronóstico. Vaticinar lo que puede ocurrir es poco menos que un engaño al pueblo; es como enfrentar a los mejores de cada clase en el patio del instituto, y tratar de adivinar el resultado. No tendría sentido. Cuando reina la incertidumbre, el espectáculo se convierte en el único favorito.

Llega el Barça al clásico en curva exponencial, con todos sus efectivos útiles al rojo, y un Messi que echa chispas; que quema; que abrasa. El preciosismo ha dado paso al empirismo que practica el argentino. No hay nada gratuito en sus botas, convencido como está de cerrar los partidos por derribo. Messi está hecho de material conductor. Conduce la alta tensión.

Sería un error, no obstante, limitarse al análisis individual. Las estadísticas dicen que Messi lleva marcados 40 goles ─¡siendo mediapunta!─ esta temporada. De todos ellos, sólo uno con Argentina. Dice Relaño que conoce un modo, el único, para pararle: ponerle a Maradona de entrenador. Los números hablan de cuán importante es tener a la estrella rodeada de secundarios de altura. Xavi, Busquets, Keyta, Iniesta, Pedro, Alves... Prácticamente todos internacionales, jugadores de postín, y sin embargo comprometidos como soldados rasos. Todos trabajan por igual en la presión, siempre constante y agresiva. Es el modo de que el balón le llegue deprisa y a menudo al demonio rosarino. La 'vieja' es la clave. Quien la haga suya, se llevará el partido y la Liga. Es casi imposible meterle mano al Barça cuando acapara la posesión. Porque defiende al mismo tiempo que ataca. En la ida, el Madrid consiguió decomisarle por momentos el cuero. Y los de Guardiola sangraron. ¿Quién le echará el guante, pues, al esférico? Quién sabe... Pero claven su mirada en el dorsal '6' azulgrana. Dicen que juega bastante bien.

Por su parte, el Madrid se explica como un libro abierto. Pellegrini apuntalará la defensa con Arbeloa en el lateral zurdo, acompañando a Garay, Albiol y Ramos, que será el encargado de saltar a por Messi cuando éste gane posición de tres cuartos. El sistema se basará en continuas ayudas e intensidad máxima; una pequeña pérdida de atención puede ser fatal en este tipo de partidos. En cambio, si la defensa funciona, el equipo blanco crecerá en confianza y se verá capaz de poner cerco a la meta contraria. Xabi Alonso, Gago, Van der Vaart y Marcelo parten como teóricos titulares en la media, dibujando un 4-4-2 muy flexible en las alas.

Granero es la imagen de la inconstancia, Lass ha desaparecido de las formaciones por indisciplina, y la lámpara de Guti no da para 90 minutos. Increíble pero cierto: Van der Vaart y Gago, desahuciados hace unos meses, titulares sin discusión en el encuentro del año. Paradojas del fútbol. El holandés será el encargado, junto con Marcelo, de inyectarle dinamismo al juego. Ambos están dotados para el pase, y no les asaltan dudas al mirar a puerta. Serán el complemento atacante a los portentos de la primera línea.

Siempre con el gol en el entrecejo, Cristiano e Higuaín pueden desatar el huracán en cualquier momento. Un desmarque a traición, un crudo proyectil, un remate heterodoxo o académico… Con espacios y cuota de balón, el portugués y el argentino pueden derruir cualquier estructura. Esta noche serán el equivalente a Messi. De salida, ellos ya son dos. Veremos si el '10' del Barça consigue invocar de nuevo a Satanás. Se hace difícil pensar en un buen resultado para los azulgrana sin la magia negra del número uno.
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