martes, 13 de abril de 2010

You'll never be alone

Por Albert Valor


Dublín, capital de Irlanda. Icono de la independencia conseguida años atrás por el pueblo irish y ciudad cosmopolita. Allí, la belleza femenina se construye a través de la mirada. El segundo paso es la turgencia. El tercero, el maquillaje, estudiosamente barroco. El recreo preferido se basa en la ingestión descontrolada de cerveza. La medida más popular es la pinta. Principalmente rellena de cerveza negra, con Guiness como la estrella de la función. Pero lo más curioso de todo, y en contra de las previsiones iniciales, es que puede ser el lugar perfecto para vivir un Real Madrid-Barça.

La cita aparecía como la excusa perfecta para ver el partido con un amigo el día de su cumpleaños. Pero pronto nos dimos cuenta de que sería mucho más que eso. A eso de las 19:00 –en Irlanda es una hora menos, con lo cual sólo quedaban dos horas para el partido– llegamos al templo. Lugar situado en O'Conell Street y conocido popularmente como O'Conelletes. Toda una declaración de intenciones por parte de esa especie de peña blaugrana en la Isla Esmeralda.

Lo dicho. Faltaban dos horas para el duelo pero ya asomaban camisetas, banderas y bufandas culés por todas partes. Del Madrid también, pero a cuentagotas. Nos entreteníamos mientras viendo el final de un Bayer Leverkusen–Bayern de Munich que finalizó 1–1 y el inicio del un Fiorentina–Inter en que Keirrison abría el marcador. Y por supuesto, la cerveza apareció también como el perfecto pasatiempo. Las pintas llegaban rebosantes a las mesas y se consumían en minutos. Menguaba la espera y crecía el nivel de cocción. De nuestras cabezas y de nuestros corazones.

Y con poco más de media hora por delante, empezaron los cánticos. El 95% de ellos fueron pro barcelonistas. Y cuando una ráfaga de calma les permitía tal osadía, los vikingos entonaban alguna canción. Lo que también se conoce, es que las gargantas ya no callaron hasta el borde de la medianoche. Si no había 150 azulgranas en aquel pub, no había ninguno. Madridistas, bastantes menos. Pero no por ello dejará de tenerse en cuenta su presencia.

Hablando con la gente, nos dimos cuenta de que allí, pocos turistas había. Prácticamente todos estaban viviendo en Dublín. Gente de Ripollet, Barcelona, Valencia, Murcia, Ciudad Real, Santander, Jaén, Cádiz… incluso de Puerto Rico. La madridista de la foto –amiga, por cierto– podría dar fe de ello. En definitiva, personas que han encontrado cobijo en otra latitud. Bien empezando otra vida, bien labrándose un futuro más prometedor, bien tomándose un paréntesis para, por ejemplo, aprender inglés. Con cada aficionado en su puesto, adivinamos alguna presencia ajena a la dualidad del Clásico. Presencia que refrenda la abnegación de algunas hinchadas. En semifinales de la FA Cup, el Chelsea le había endosado una sangrante derrota al Aston Villa. 3-0 fue el resultado del partido disputado en Wembley. Pero eso no fue óbice para que los más osados de los villanos desconectaran y se dispusieran a observar que los españoles también son capaces de animar de principio a fin. Y sobre todo que, para evitar la sequedad de garganta, también utilizan el trago.

Del partido, poco puede decirse que no se sepa ya. Fue la segunda parte de algo ya vivido. Segunda parte de un allanamiento de morada. Segundo capítulo de un cuento para unos. Segundo fascículo de una pesadilla para otros. Además, en el propio hogar. Fue también la confirmación de Xavi y Messi como referentes de esta era y de las venideras. Y la consolidación de Pedro, que mostró, una vez más, su aptitud para partidos de alta alcurnia. Se confirmó también que el Santiago Bernabéu es el terreno preferido por la tropa barcelonista para liberar todo su repertorio. Y por supuesto, se confirmó que Florentino deberá gastar más este verano. Pero el partido nos expuso otra vez la realidad de ambos. Todo el mundo sabe ya la verdad. Por mucho que los madridistas se hinchen de valor y asalten el título en las siete jornadas que quedan, el mejor equipo de esta Liga ya se conoce desde el sábado.

Entre pinta y pinta, entre cada golpe a la garganta, un pensamiento sugería otra percepción. Si todo eso sucedía en Dublín, podía estar pasando también en París, Londres o Berlín. Y por qué no, en Miami, Buenos Aires o hasta en Tokio o Melbourne. Barça, you’ll never be alone. Tú tampoco, Real. Y que así sea hasta el fin de los días.

PD: Tampoco usted, don Andrés, estará nunca solo. El barcelonismo siempre le esperará. El tiempo que haga falta. No lo olvide. Tampoco nosotros nos olvidaremos de usted. *************************************************************

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