martes, 18 de noviembre de 2008

Esto ya lo hemos vivido antes

Por Albert Valor


Cuando antes del fin de semana Vicente Del Bosque daba la lista de convocados para el amistoso contra Chile, me congratuló que llamara a Fernando Llorente, pero no me sorprendió. Algunos dicen que nunca acaba de explotar, que no mete goles, que puestos a convocar a Llorente, que sea el del Villarreal, que por lo menos está que se sale en cuanto a eficacia goleadora. Con todos mis respetos, Joseba es un buen delantero, evidentemente tiene gol, pero también a un buen equipo detrás que le nutre de balones y que facilita su labor. No es que no merezca ser convocado para la absoluta para tener como mínimo su oportunidad. Pero cuando hablamos de Fernando Llorente hablamos de otro caso. Hablamos de futuro. El partidazo que el riojano hizo esta última jornada contra sus paisanos de Osasuna define muy bien sus características como futbolista. No sólo es el ‘9’ del Athletic, también es el alma, juega de espaldas a la portería, se pelea a menudo con los centrales y con cualquier marcador que le salga al paso. Sin ir más lejos, hace unas semanas en el Bernabéu, él solo se bastó para volver loca a la maltrecha defensa madridista.

En definitiva, soporta la presión de sostener a un equipo que hace ya demasiado tiempo que coquetea con el descenso -un riesgo demasiado peligroso para un equipo que nunca ha perdido la categoría, por otra parte-. Y todo eso lo hace ya desde hace cuatro temporadas. No está mal para tener 23 años. ¿Quién era Luca Toni con esa edad? ¿Saben que su novia le recomendó al italiano dejar el fútbol y dedicarse a otra cosa porque a esa edad era poco más que un discreto delantero? Tampoco Zlatan Ibrahimovic era un goleador consagrado a esa edad –otra cosa es su abrumadora calidad, ya patente desde que era un juvenil-.

Pero si a alguien me recuerda el caso de Llorente es al de un tocayo suyo. Hasta un apellido comparten. Fernando Llorente Torres uno, Fernando Torres Sanz el otro. Este último un chaval que debutó con su equipo cuando éste intentaba retornar de su bienio en el infierno, que tras regresar a la elite se echó al equipo a la espalda, tiró del carro y se comió todos los marrones. También decían de él que nunca valdría para un grande, que no marcaba suficientes goles, que era intermitente. Hasta que un día Sir Rafa Benítez se trajo unos cuantos millones, un billete de ida para Liverpool y una camiseta de los ‘reds’ con el 9 a la espalda. Las tres partes dijeron que era lo mejor para todos, pero pocos lo creyeron así entonces. Hoy Torres está entre los mejores de la Premier y comparte el protagonismo de los cánticos de The Kop con un tal Steven Gerrard. Además, fue el debutante con mejores cifras goleadoras de la historia de la Premiership y marcó el gol que hizo a España campeona de Europa. Para colmo, su Atleti regresó a la Champions once años después.

Cada persona es un mundo y por ende, cada jugador también. No es necesario que Llorente sea en el futuro idéntico a Torres –tampoco ahora lo es-. Él es más alto y corpulento y no tiene tanta velocidad como El Niño –aunque tampoco le falta dados sus 195 centímetros-. El caso es que su llamada para la selección puede ser un primer paso para su explosión definitiva. En todos los equipos profesionales del mundo hay algo de talento, y por supuesto también lo hay en el Athletic. Pero una cosa es jugar en un primera y otra jugar en un grande. Y ahora mismo la selección es un grande. Cuando te rodeas de jugadores que además de talento tienen carácter ganador, saben lo que es levantar un gran título y llevan la victoria grabada en el ADN te contagias de esos síntomas, sobretodo si en tu interior también está escondida toda esa proyección.

[Recuerdo cuando Sergio González abandonó el Espanyol y fichó por el Deportivo por expreso deseo de Irureta. Allí, con la confianza de verse rodeado de un equipo en estado de gracia que paseaba su fútbol por España y por Europa, se desató y todas sus cualidades anteriores se multiplicaron, convirtiéndose en uno de los centrocampistas más completos de los primeros compases del siglo. Quizá no fue el caso más sonante que se recuerde, pero quien siguió a Sergio en Barcelona y luego en A Coruña seguro que apreció su evolución. Por cierto, que a día de hoy –como hará Torres en un futuro- el catalán se plantea que sus últimos días como futbolista sean en club que le hizo debutar en Primera División.]

Esta convocatoria para la absoluta será el primer paso para que veamos el verdadero talento de Llorente, sin agobios clasificatorios, sin tener que estar constantemente subiendo y bajando de punta a punta del campo, cargando con la responsabilidad de una entidad histórica en horas bajas. Y sintiéndolo mucho para los aficionados del Athletic, el siguiente paso sería dar el salto a un grande, de España o del extranjero. Quizá mejor del extranjero. Y todo ello, más pronto que tarde. Esto ya lo hemos vivido antes. Está en juego la carrera de un jugador con un porvenir muy brillante, quizá glorioso. La cúpula directiva del Athletic deberá entenderlo y dejarse seducir por la millonada del primer atrevido que se pase por San Mamés con el talonario, como en su día lo hicieron a orillas del Manzanares. La lástima para ellos es que no podrán invertirlo en Forlanes y Simaos.

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