lunes, 15 de junio de 2009

La belleza indescifrable, el talonario y el balón

Por Cristian Naranjo

Continúa el ruido de tambores en el mercado de fichajes. Con Kaka' y Cristiano Ronaldo comprados a precio de diamante, Florentino no ha hecho más que comenzar su caprichoso proyecto, la segunda era galáctica, basado en ir a la compra con un crédito ilimitado a adquirir los productos más caros del mercado. El caviar beluga de antaño era Zidane. En una clara recesión futbolística, este curso ha sido Cristiano, un jugador profundamente sobrevalorado y de carácter altivo. No es difícil ir de compras con un cheque en blanco, y sucede que en la bolsa del fútbol los que cotizan más al alza son los delanteros. A por ellos va Florentino con el ansia propia de un millonario sin criterio, carne de cañón para hábiles vendedores. En lugar de preguntarse qué necesita, Florentino cavila sobre cuál sería la operación más desorbitada: Kaka', Cristiano, Iniesta… Messi. En ese proceso, tan simple como deplorable, consiste su política de fichajes.

Sin ir más lejos, todo estaba listo para el anuncio del tercer nombre. David Villa, a razón de 42 millones de euros, estaba a un paso de ser jugador del Madrid. No pudo evitarlo el Chelsea, otro club que tiene el dinero por castigo, pero sí el Barça de Guardiola, capaz de convertir a cualquiera a la propia religión. Desde Madrid se daba por hecha la operación dado el profundo madridismo del Guaje. Nada más lejos de la realidad. Villa está decidido a salir del Valencia para ir a un grande de España. Si bien es cierto que no tendría reparo en recalar en Chamartín, no es menos cierto que los sentimientos de la infancia y la ascendencia de referentes como Quini y Luis Enrique pesan a la hora de tomar una decisión de tal relevancia. Por otro lado, la sensación que transmite el estado del fichaje es que a igualdad de condiciones el Valencia prefiere negociar con el Barça, dada la antipatía del club de Mestalla hacia el Madrid. Así las cosas, la tercera gran operación de Florentino estaba a punto de caramelo porque Laporta no había entrado en acción, descolgándose con una oferta competitiva: 40 millones más incentivos y las cesiones de Bojan y Cáceres. El futuro del Guaje aún es una incógnita, pero lo cierto es que, rotas las negociaciones entre Madrid y Valencia, el Barça tiene el camino allanado.

Es de esperar que la gran mayoría de culés se feliciten si fructifica el fichaje. No será el caso de los inteligentes. Nunca puede ser un buen negocio desprenderse de un delantero de referencia como Eto'o para fichar a otro a golpe de talonario, por más que sea del mismo nivel. En caso de no renovar su contrato, la sombra del camerunés será demasiado alargada para cualquiera que le sustituya. A saber: tercer máximo goleador de la historia del Barça y autor de dos goles en sendas finales de Champions. Un currículo inalcanzable. Sorprendentemente, todavía hay quien sigue dudando, ya sea por su temperamento o por su fútbol. Siempre encuentran pretexto. Se ha llegado a decir de él que tiene que correr el doble que otros delanteros para conseguir la misma cifra de goles, en un intento por criticar su efectividad. Una aberración. Es francamente exigible que Laporta olvide la pelea de gallos con Florentino y se centre en el auténtico objetivo: Franck Ribéry. Actualmente, no existe mejor negocio que invertir 60 millones por el francés, un futbolista dominante por desequilibrio, que dotaría de mil variantes a un ataque culé necesitado de otro jugador de banda. Scarface es habilidad, regate, velocidad, juego de equipo y gol. Aúna las aptitudes exigidas y los valores de humildad y sencillez que busca Guardiola. Al ideal griego de belleza que supone Cristiano Ronaldo, el Barça respondería con un bajito de rostro surcado, evidenciando el abismo que separa un modelo del otro.

La solución a la dicotomía sólo la tiene el jugador. A elegir, dos modelos diametralmente opuestos: la chequera y los mediáticos de Florentino o la seducción de integrar la 'Guardiola Mecànica'. Las bazas madridistas consisten en amontonar fajos de billetes en la mesa de Rummenigge y estrellas de cartón sobre el campo, un modelo capitalista exacerbado. El Barça, en cambio, no puede hipotecarse más, pero de su lado juega el mejor futbolista de la historia: el balón. Por ahora, sólo conoce las respuestas Ribéry, quien de momento se muestra tan indescifrable como su belleza.

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1 comentario:

Jose David Lopez dijo...

La Copa Confederaciones viene a reflejar lo mismo que ha sucedido toda la vida con torneos donde las selecciones potentes no estaban o acudían combinados tan dispares como algunos que estarán en Sudáfrica. Como siempre, en nuestro país sólo se atiende cuando las televisiones quieren y esta vez quieren, desde luego, porque las expectativas con la 'Roja' desde la pasada Eurocopa son máximas y porque el caramelo comercial es mayúsculo. Las anteriores ediciones pasaron inadvertidas excepcto para aquellos que seguimos cualquier tipo de competición y coincido contigo en que sucede algo similar con el Mundial de Clubes. Se ignora, nadie parece mostrarle interés e incluso se le cuestiona su significado pero este 2009 cuando el Barcelona lo dispute todo cambiará. De repente será un torneo codiciado y deseado por todos. Si el Mundial de Clubes representa lo máximo (porque para ganarlo hayq ue entrar en Champions un año, ganarla al siguiente y volver a reinar en Japón cuando estás concentrado en la Liga), la Confederaciones es similar. Hay que clasificarse para la Eurocopa, ganarla y ahora, en Sudáfrica, en mitad de verano y tars una campaña larguísima, vencer de nuevo. Si eso no tiene valor por sí mismo, que alguien alze la voz por favor.

Un saludo desde El Enganche