domingo, 30 de agosto de 2009

El Madrid de Florentino enseña la dinamita

Por Cristian Naranjo

Se confirma lo que ya se presentía. El Madrid casi nunca alcanzará la continuidad en su juego. Tampoco la excelencia. Pero en su primer partido ha acreditado poseer el mayor arsenal del campeonato. Kaka', Cristiano, Benzema, Lass y Xabi Alonso garantizan el fuego a discreción, mientras que en el banquillo aguardan otros cañoneros de primera, como Granero o Higuaín. Incluso Drenthe tiene misiles en reserva, por más que Pellegrini lo haya fijado en el lateral. Y a la artillería pesada se une Raúl, el último superviviente de la primera era galáctica. El eterno capitán sigue resistiendo año tras año por más que cambie el estado de las cosas. El resto de figuras han sido substituidas con paralelismos evidentes. Cristiano emula a Beckham. Kaka' a Zidane. Benzema a Ronaldo. Marcelo, por qué no, a Roberto Carlos. Raúl, inalterable, sigue siendo Raúl. Sólo falta Ribéry, el extremo que haría las veces de Figo. Individualmente no encontrará rival el Madrid. Todos sus efectivos de ataque poseen la pegada de los buenos boxeadores. En cambio el juego colectivo ofrece más dudas. Xabi Alonso es el mejor surtidor del mundo, pero no aporta excesivo dinamismo. Y Lass es un hallazgo de petróleo, pero no un especialista a la hora de temporizar. Finalmente será Kaka' el único encargado de comandar el frente de ataque, con su juego basado en la mezcla de asociación y conducción. Sólo el evangelista, con mucho el mejor fichaje de Florentino, decidirá cuando activar y cuando parar el cronómetro del Madrid. No deja de ser arriesgado fiarlo todo a un solo cerebro, por lo que jugadores como Granero o Guti irán ganando protagonismo. Cristiano Ronaldo tampoco ayuda a la fluidez del juego. El portugués está acostumbrado a guardarse el balón y a encarar con espacios. La Liga no es la Premier, de modo que su fútbol se acartonará por momentos.

Pellegrini ya ha encontrado su esquema básico, un clásico 4-4-2 con Kaka' gozando de total autonomía y Raúl manteniéndose en vanguardia. De momento el Madrid es una aglutinación de talento, pero carece de mecanismos grupales. El equipo todavía no es tal. Le falta el cuajo que da el rodaje. Tiene un largo camino por recorrer, que culminará en una estructura mejor armada. Difícilmente en un estilo definido. Los nuevos galácticos funcionarán a fogonazos. La lluvia de proyectiles producirá destrozos y marcadores abultados. El Madrid arrasará pueblos y ciudades, al tiempo que su juego se alejará de conceptos como aseo o ecología. Así se impuso anoche al Depor de Lotina, un equipo pulcro que jamás dio su brazo a torcer. Kaka' no tardó en exhibir sus galones de bombardero. Ningún intento lejano encontró portería, pero todos tenían un alto contenido de veneno. El brasileño es mucho más que un francotirador. Lo demostró a los 26 minutos, encontrando un pasadizo secreto hacia Benzema. El lionés tiró a reventar. Pero la jugada, necesariamente mortal, la culminó Raúl tras barrer el polvo del área como sólo él sabe hacerlo. Primer gol de la Liga. De nuevo Raúl, el último superviviente.

El Depor, valiente de principio a fin, no se encogió. Más bien al contrario. Se fue arriba con determinación y encontró el premio en una falta magistralmente tocada por Juca, cuyo balón encontró a Riki como paloma mensajera. 1-1. El empate tampoco anestesió al Madrid, que reanudó la ofensiva con todas las unidades. A los cinco minutos el partido volvió a decantarse. Esta vez fue Lass, un superdotado física y técnicamente, el que detectó un resquicio en el área. Allí acudió Raúl, como veterano de guerra, para chocar con Aranzubia y emplazar al árbitro al punto de penalti. En la moviola la acción ofrece algunas dudas, porque el '7' blanco recurre al contacto con descaro. En directo y a ojos del árbitro, sí pareció penalti. La responsabilidad de lanzarlo recayó sobre Cristiano, inédito hasta entonces. Con un golpe seco a la base del poste, el portugués se estrenó en la liga española. Apenas volvió a ser noticia en todo el encuentro.

El descanso no atenazó a los deportivistas, que volvieron a equilibrar la balanza al minuto 1. Valerón, que ha renacido con 34 años, convirtió un centro con nieve de Guardado en una obra de arte. El 'Flaco' domesticó el balón con los tacos y lo mandó a gol con la potencia justa y la colocación precisa. Así es Valerón, un mago capaz de desaparecer para volver al partido en el momento oportuno. Por estética, hasta el momento el gol de la Liga. Con el 2-2 el partido se descontroló, y el Bernabéu volvió a convertirse en caldo de cultivo para la épica. Cristiano amenazó con su mejor recurso. Su disparo desde el perímetro, altamente tóxico, no encontró puerta por bien poco. El Depor también pudo aprovecharse del ruido. De nuevo Guardado acuchilló su banda en beneficio de Valerón, que como los grandes genios marró el remate fácil tras acertar en el difícil. Es conocido lo que suele ocurrir después del fallo ante un grande. La piedad se paga con la derrota. En el '60, al poco tiempo del perdón a Casillas, Lass cogió su fusil. El motorcito francés certificó ser un jugador ambiguo y nocivo, porque nunca se sabe donde acaban sus facultades defensivas y donde empieza su potencial atacante. Lo que se presiente es que posee más clase que mordiente, lo cual ya supuso un naufragio en Liverpool y frente al Barcelona en el Bernabéu. Es un buen recuperador, pero no alcanza la intensidad de los mejores en ese puesto. No sería un problema en un equipo más blindado, pero en un Madrid tan desnudo atrás la trampa está servida.

De hecho el Depor también descubrió las vergüenzas defensivas del once de Pellegrini. Los flancos hicieron aguas por derecha e izquierda, y el equipo blanquiazul tuvo el 2-3 en los pies de Valerón. Se presumen muchos partidos de ida y vuelta en el Bernabéu, donde la contundencia de los galácticos jugará un papel esencial. En cualquier caso, Lass resolvió el primer escollo de la temporada con una maravilla: recorte en la frontal y disparo ajustado. Queda toda una Liga por delante para seguir escudriñando al Madrid. El gol y el espectáculo están garantizados en Concha Espina. La retaguardia ofrece más dudas. Y el banquillo, que hace días daba miedo, ha quedado algo reducido sin Robben y Sneijder. Que nadie lo dude: Florentino echará el resto por Ribéry. Lo niega Valdano. Lo niega Pellegrini. Se niega el Bayern. De momento Scarface y Robben ya forman la pareja de extremos más letal del planeta. Pero algo sigue oliendo mal. Florentino quiere completar el álbum a toda costa con el último galáctico. Pretende conseguir el perfume definitivo, y considera necesario añadir una última esencia. Sin duda sería una mezcla explosiva reunir al mejor de cada gran liga. Sería la culminación de un proyecto faraónico, inédito en la historia del fútbol. El auténtico sueño prohibido es Messi. El único sucedáneo del mercado es Ribéry. Querer es poder para Florentino, que ya contrató a Beckham después de negarlo tres veces. La historia, en tanto que es cíclica, siempre se repite.

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sábado, 29 de agosto de 2009

La cantera extiende la supremacía azulgrana

Por Cristian Naranjo

Definitivamente el Barcelona de Pep Guardiola es un equipo ecológico y sostenible. No destruye a sus rivales. Más bien razona con ellos, para finalmente seducirles con argumentos irrefutables. El hilo de la conversación siempre lo teje Xavi, maestro costurero que hace fluir el discurso. A su alrededor gravitan el resto de contertulios, interviniendo en el momento preciso para dar fuste a las ideas del conjunto. La filosofía nace en el cerebro de Guardiola, la expone Xavi y cristaliza en los silogismos que proponen Iniesta y Messi. De ahí la sostenibilidad del equipo, cuyo núcleo procede de la propia cantera. Touré, Alves o Henry, entre otros foráneos, también juegan un papel necesario en la producción de melodía y harmonía, componentes indispensables en un buen grupo de oradores. Así lo propugna desde siempre Arrigo Sacchi. Los extranjeros aportan otras soluciones dialécticas. Son el complemento perfecto para una espina dorsal que pertenece a los futbolistas nacidos en La Masia.

Los hombres de confianza de Guardiola, que no completarían dos onces, han formado algo más que un buen conjunto de pensadores. Han hallado la fórmula del éxito: hacer una familia del vestuario. Este Barcelona caerá algún día como cayeron todos los paradigmas dominantes, pero las bases de su ideología garantizan su regeneración infinita. De las cenizas de un canterano siempre nacerá el siguiente. Así lo acredita la hornada actual, con jugadores como Muniesa, Fontàs, Dos Santos o Thiago. En cualquier caso, para la historia y la memoria quedará la belleza de un fútbol despojado de acritud y miedo. Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Abidal; Touré Yaya, Xavi, Iniesta; Messi, Eto'o y Henry. Una alineación plagada de argumentos indiscutibles; repleta de pasión, orgullo y compromiso. Casi todos al ataque, sin más artillería que los mimos al balón. Hubo un tiempo en que se consideraba incompatibles a Xavi e Iniesta en la medular. Se argumentaba que ambos eran bajitos, livianos y carentes de músculo, lo cual evidenciaba que no mezclaban bien. Es asombroso como Guardiola, ideólogo de la teoría, refutó el argumento de forma fulminante, apostándolo todo a la carta del talento. El resultado no encontró precedente en el fútbol español: Copa, Liga y Liga de Campeones.

Anoche, sobre el estadio Louis II, no compareció la prodigiosa sociedad blanquecina, dado que Iniesta aún se recupera de su sobreesfuerzo en Roma. Tampoco actuó Eto'o. Se hizo extraño no verle en el césped, en un partido que en buena parte le pertenecía a él. La final de Mónaco no era más que la herencia de su gol en Roma, donde acudió al rescate de la dama cuando ya estaba en las fauces del lobo. Ocurre que las mentes privilegiadas esconden parcelas encriptadas, en las que se fraguan las decisiones más dogmáticas. Es el caso de Guardiola, un genio capaz de prescindir de la cantidad de goles y sacrificio que asegura Eto'o. A cambio se presentó Ibrahimović en un partido de altura. Era la oportunidad de comprobar las evoluciones del díscolo delantero sueco, destinado a hacer las delicias de la afición azulgrana con remates imposibles, asistencias asombrosas y regates sui géneris. Hasta el momento se había mostrado falto de forma y desubicado. La primera parte de la final corroboró su bajo estado físico, pero desmintió algunas sospechas. Comienza a dar síntomas de su adaptación con pinceladas de fuoriclasse.

A parte del delantero cíngaro, la otra atracción del primer acto fue la disposición táctica de Guardiola, con Touré ejerciendo de líbero, los laterales de centrocampistas y Messi en la mediapunta. Las mezclas de probeta no funcionaron. Con un terreno de juego devastado, el discurso del Barcelona no fluyó con la agilidad habitual. Tampoco ayudó la propuesta de Lucescu, basada en interrumpir al rival sin proponer nada a cambio. Con todo, la final se desarrolló en forma de monólogo. Con el Barcelona de protagonista, no sería noticia si no fuera por la inocencia de sus ataques, abortados sin más problemas por los antiaéreos del Shakhtar. Chygrynskyy, pero sobre todo Kucher, se erigieron como dos fortalezas. Sólo Messi, siempre Messi, se armó de valor para penetrarlas.

La segunda mitad no alteró el orden establecido, con lo que el partido alcanzó un espesor desagradable. Los azulgrana se hincharon a lanzar córners en vano, y sólo Messi conseguía inquietar a Pyatov. La rueda de sustituciones, activada por Lucescu casi en el '80, por fin agitó el duelo. El experimentado entrenador rumano acertó con sus decisiones, basadas en añadir velocidad para enganchar la contra definitiva. Por suerte Guardiola hizo lo propio con Pedro, al que dio entrada en detrimento de Ibrahimović. El sueco dejó el campo extenuado, pero siguió avanzando detalles de su juego plástico y anárquico. Por su indolencia, será difícil encajarle en el esquema defensivo; por sutileza, está condenado a entenderse con Henry y Messi. Conjeturas a parte, fue Pedro el que cambió la cadencia del Barcelona. En su juego, fresco y punzante, el equipo de Guardiola encontró por primera vez argumentos de peso. A casi nadie le preocupa ya Ribéry. La cantera, por sí sola, ha generado una nueva estrella para el ataque. No es francés y su nombre no suena bonito, pero es garantía de calidad y compromiso. Se llama Pedro. Y anoche acabó con el indulto a Pyatov.

El Shakhtar, un equipo incómodo por definición, se resistió a claudicar y envió el partido a la prórroga. Lucescu dio entrada a Aghahowa para que castigara el cansancio de Puyol y Pique, mientras que Guardiola introdujo dos canteranos más: Bojan y Busquets. Con hasta ocho efectivos de La Masia afrontó el Barcelona el tramo decisivo del partido. Corría el minuto 100 y el depósito estaba en reserva, pero la ambición y el orgullo estaban intactos en el bando azulgrana. Tanto es así que las bombas de mortero parecieron caer sobre el área del Shakhtar. No eran más que las trenzas verbales de Messi y compañía. Se engrandecía el Barcelona pero también el conjunto ucranio, encomendado a una aventura de Aghahowa, Kobin o del clan brasileño. La balanza permanecía todavía en punto muerto, a la espera de decantarse de forma definitiva. Los penaltis suponían una amenaza para un equipo plagado de imberbes y carente de cañoneros como el Barcelona.

Pero entonces emergió la figura de Pedro, un futbolista cuya confianza en sí mismo lo ha catapultado. Con libertad para sobrevolar el área, el canario se dejó caer por la izquierda, desde donde encaró y buscó el centro para asociarse con Messi. Desde el instante en que el argentino recibió el balón hasta que terminó la jugada, pasaron sólo dos segundos. Más que suficientes para dos albañiles de sueños, que construyeron una pared de palabras con sólo mirarse. Los defensas del Shakthar, inmunes a cualquier balón aéreo, no lo vieron ni pasar por abajo. Chygrynskyy también quedó retratado, como en varias jugadas anteriores. El tuya-mía de Messi y Pedro, rubricado por el canario con una calidad extrema, cerró un partido que, excepcionalmente, jamás debería haberse disputado. El Barcelona se coronó supercampeón de Europa ya en Roma, con su baile asombroso frente al vigente campeón. En aquel partido se ganó el Barça su condición de jerarca de Europa. Era un equipo de ensueño, casi calcado a éste, pero con el hambre de Eto'o.

En cualquier caso la 'Guardiola Mecánica' sigue imparable, superando a rivales a través del razonamiento y no de la crueldad. Es un equipo ecológico porque conquista trofeos de forma limpia, justa y generando unanimidad. Incluso cuando sus jugadores no tienen el día, siempre proponen algo vistoso. No es el Barcelona un club al que históricamente le haya sonreído la fortuna en Europa. Su modelo no conoce la mezquindad italiana, ni los escuadrones alemanes o ingleses, ni tampoco los golpes de suerte del mismo Madrid. Siempre ha tenido que batirse el cobre para ganar. Sólo siendo el mejor, sin discusión, ha encontrado el premio de la victoria continental. Precisamente esa es la filosofía de Guardiola: sólo jugando bien se puede vencer. Es un modelo propio y genuino, casi inimitable, que no debe cambiar jamás. En la esencia del Barcelona anida su auténtico secreto: la belleza del juego como único argumento.

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sábado, 15 de agosto de 2009

La Liga más bipolar (II)

Un análisis de Cristian Naranjo

Capítulo II: Guerreros pluscuamperfectos

El cara a cara en el lateral derecho es uno de los más parejos que se pueden encontrar en los respectivos onces de Barça y Madrid. Dani Alves y Sergio Ramos, dos defensas de distinto corte, comparten sin embargo algo más que demarcación. Durante varias temporadas convivieron a las órdenes de Joaquin Caparrós, que les pulió las aristas hasta convertirlos en dos de los principales defensas jóvenes del mundo. Con sólo 18 años, Alves llegó al Sevilla en 2001como una apuesta personal de Monchi, que pagó por él la irrisoria cantidad de 500.000 euros al Esporte Clube Bahia. Con 172 centímetros de puro nervio, desde su llegada al club hispalense se manifestó como un jugador a tener en cuenta: rápido, incansable y muy dotado técnicamente. Con los años, fue perdiendo anarquía y ganando experiencia. Pulió su capacidad defensiva y continúo mejorando en todos los aspectos, hasta el punto de convertirse en el mejor lateral del mundo ─la UEFA le incluyó en el once ideal de la Liga 2005-2006─. Mientras que su perfeccionamiento llevó el sello de Caparrós, fue con Juande Ramos con quien llegaron sus primeros títulos: dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey y una Supercopa de España. Un palmarés envidiable teniendo en cuenta la dictadura que ejercen los clubes poderosos. Aquel bienio dorado entró de lleno en la historia del Sevilla, y Dani Alves siempre tuvo un papel protagonista. Sus éxitos no pasaron desapercibidos para la selección brasileña, que finalmente se rindió a sus cualidades. En 2007, tras sus dos mejores temporadas como sevillista, se proclamó campeón de la Copa América. A partir de ahí su carrera estaba destinada a cotas más altas. Había cumplido un ciclo en Sevilla y era el momento de dar el salto a uno de los más grandes.

Tras una temporada de barbecho, en la que acabó jugando a regañadientes tras frustrarse su traspaso al Chelsea, en julio de 2008 se confirmó su pase al Barcelona por más de 30 millones. Su precio de superestrella le convirtió en el tercer defensa más caro de la historia del fútbol, por detrás de Ferdinand ─46 millones, del Leeds al Manchester United en 2002─ y Thuram ─36'5, del Parma a la Juventus en 2001─. Fueron muchos los que consideraron una locura el montante de la operación. A día de hoy nadie habla de lo que costó Alves. Convertido en dueño y señor del carril derecho del Camp Nou, la 'tarántula' se ha ganado por derecho ser el sucesor de Roberto Carlos en la Liga. Aún sin igualar la potencia de disparo del mítico '3', Alves es una máquina perfecta. Entre otras cualidades, posee fondo de maratoniano, centro preciso y gran esgrima defensiva. Le sobra capacidad para cumplir con su tarea, motivo por el cual es pieza clave en el esquema de Guardiola. Con él como fichaje estrella volvieron los títulos al club azulgrana. La Copa, la Liga y la Champions han supuesto un buen bocado para el arácnido culé, que sin embargo sigue hambriento. Precisamente, si algo define a Alves es su insaciabilidad.

Nariz prominente, en forma de vela, cuerpo hercúleo y pelo siempre en remojo. A grandes rasgos así es Sergio Ramos, lateral indiscutible en el Madrid y en la selección española. Tras una temporada sorprendente en Sevilla, con 18 años fichó por el club blanco, convirtiéndose en la única contratación nacional de la primera etapa de Florentino Pérez. Su despliegue físico, combinado con una técnica considerable y un disparo maligno, le confirmaron como una de las sensaciones de la Liga 2004-2005. Su pase al Madrid le costó a Florentino 27 millones; cifra nada despreciable teniendo en cuenta que se trataba de un defensa joven, y español. Al primer partido oficial, Ramos ya había justificado la fuerte inversión. Se convirtió en titular en un pispás, merced a la necesitada defensa madridista. Firmó una primera temporada inmejorable, con 46 partidos jugados y 6 goles. En la siguiente campaña, su rendimiento mantuvo una línea ascendente, mostrándose como un coloso atrás y un machete arriba. Se proclamó campeón de Liga. También el año siguiente, aunque su progresión comenzó a estancarse. Aunque las cifras aseguran lo contrario ─43 partidos, 5 goles y 5 asistencias─, al Faraón de Camas comenzó a oxidársele el juego. Las excursiones al ataque ya no eran tan frecuentes, ni tampoco tan incisivas. Sin embargo, además de conseguir la Liga, se alzó con el cetro europeo más preciado a nivel de selecciones. La Eurocopa le encumbró como defensa, pero instaló la duda de si la posición ideal de Ramos es el lateral. Tanto en Madrid como en la absoluta, siempre ha sido colocado ahí, como una forma de explotar al máximo sus virtudes. Si bien un portento físico está capacitado para destacar en cualquier posición de retaguardia, lo cierto es que en las últimas temporadas ha evidenciado una falta de fuelle notable, posiblemente fruto de la acumulación de compromisos.

Con todo, Ramos pasa por ser uno de los grandes laterales de la era actual. Como central, sin duda sería el mejor del mundo. Liberado del trajín de la banda, se convertiría en la versión mejorada de Puyol. A las condiciones de espantapájaros del catalán, les añadiría salida limpia de balón y cientos de perdigones para contrarios a la hora de rematar. Por más que la derecha se haya convertido en su área de trabajo, el '4' del Madrid es el prototipo de central moderno que tanto ansían entrenadores como Guardiola, obsesionados con defensas de guante blanco. Ramos tiene la combinación perfecta: cuerpo acorazado y pies sensibles al tacto del cuero.

Decantarse por Alves o Ramos conllevaría errar siempre. El brasileño funciona con un motor diesel que nunca se detiene, mientras que el sevillano parece protegido como un caballero: cota de malla, yelmo y escudo. Son dos deportistas portentosos, fruto de la naturaleza más generosa. Ambos se caracterizan por el hervor de su sangre, puesta al servicio de sus colores. En concreto, se trata de un duelo sin sentido entre recorrido y potencia. Alves es un fondista incansable, pegajoso en defensa y bombardero en ataque. Ramos es fuerza, raza y orgullo. Formando parte de equipos ganadores, los dos han levantado los trofeos más anhelados, acreditando tener el gen de la competitividad. En definitiva, se trata de dos defensas tallados a conciencia, preparados para cualquier batalla. Si de afrontar una guerra se tratara, los primeros alistados debieran ser Dani Alves y Sergio Ramos.

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sábado, 8 de agosto de 2009

La Liga más bipolar (I)

Un análisis de Cristian Naranjo

Introducción
Desde que la Liga es Liga, Madrid y Barcelona han dominado el torneo con mazo de hierro. Atrás quedaron los años dorados de Atlético, Athletic, Valencia y Real Sociedad, todos ellos campeones en al menos dos ocasiones. En los últimos 25 años, el torneo nacional por excelencia ha evidenciado una bipolaridad prácticamente total ─no podía ser de otro modo en un país con sólo dos colores políticos─. Salvo cinco excepciones puntuales, donde otros clásicos de la Liga se hicieron un hueco en el palmarés, Barça y Madrid se han erigido siempre como campeones. Durante esos años, escasas han sido las temporadas donde algún otro equipo les haya disputado siquiera el trofeo. En cualquier caso, siempre han sido equipos con tradición los encargados de salpimentar el campeonato. Desde 2004, cuando el Valencia de Benítez salió vencedor con autoridad, ningún equipo ha osado a discutirle la hegemonía a los dos grandes. La Liga no es ajena al mal endémico mundial de las desigualdades: los ricos se enriquecen cada vez más, mientras que los necesitados se empobrecen al mismo ritmo. Las diferencias presupuestarias entre Madrid, Barcelona y el resto son cada vez más abismales, lo cual también acrecenta las diferencias deportivas. Los medios tampoco contribuyen a escurrir las desigualdades. Día tras día, privilegian la información de Madrid o Barça, pero nunca la referente a otros equipos, cuyo tratamiento sólo encuentra cobertura en los medios locales. Deportivamente, temporada tras temporada las grandes estrellas del fútbol se congregan en la Liga, merced a los ingresos de televisión. Eso atrae a los aficionados, que se multiplican alrededor del mundo. Con todo, la situación dibuja un círculo cerrado muy difícil de quebrantar. Esta temporada, con los fichajes de Florentino Pérez y el equipazo que ha formado el Barcelona, no se presume una rebelión contra el orden establecido. Es por ello que, una vez que los onces iniciales de Guardiola y Pellegrini ya pueden ser descifrados, ha llegado el momento de radiografiar a los dos grandes jugador a jugador. He aquí el análisis pormenorizado de PLF.

Capítulo I: La sobriedad y el milagro

Cabeza rapada, músculos prietos, tatuajes y gesto serio, desafiante, casi de perdonavidas. Podría pasar por ser la descripción de Derek Vinyard, personaje central de American History X. Por suerte, a Víctor Valdés no se le conoce ideología tan radical y devastadora, aunque desde siempre le ha perseguido una fama de altivo e inaccesible. Pese a ser el guardameta titular del Barcelona desde 2003 y haber contribuido decisivamente en la consecución de cinco títulos mayores, nunca ha encontrado el reconocimiento proporcional a sus méritos. Cualquier error puntual ha sido señalado con fluorescente por parte de medios y aficionados. En cambio sus intervenciones clave, las que ganan títulos, suelen ser sepultadas por los goles de otros. El aficionado azulgrana, de corte operístico, exige al futbolista la perfección a todos los niveles. El modelo a seguir es Xavi, fiable como un Rolex tanto en el césped como después de la ducha. Su secreto estriba en que siempre se muestra accesible, ya sea para recibir el pase del compañero o la pregunta del periodista. Para deleite de la masa social culé, Xavi no es el único cortado por el mismo patrón. En general, todos los canteranos salen bien educados de La Masia: Puyol, Iniesta, Messi, Piqué… Valdés también participa de los mismos valores. Es un profesional ejemplar y sus declaraciones son el reflejo de una cabeza bien amueblada. El problema es otro. Además de su timidez mal comprendida, ser arquero del Barça siempre ha sido una profesión de riesgo. Los rivales llegan poco, y cuando lo hacen no basta con ser un portero cualquiera. Hay que ser un portero de discoteca, preparado para negar el paso a cuantos delanteros se presenten. A lo largo de su trayectoria en el primer equipo, Valdés se ha reivindicado como el mejor para esa tarea. De no ser por él, ni París ni Roma se hubieran convertido en templos azulgranas. Henry o Drogba pueden dar fe de ello. Tampoco las Ligas se hubieran logrado con esa pulcritud. Mientras que hay deportistas que viven de la inspiración, otros no serían nada sin concentración. Valdés forma parte del segundo grupo. Es admirable cómo saca lo mejor de sí mismo en momentos de máxima tensión. Con todo, el Barcelona tiene su cajón a buen recaudo. Valdés es mentalmente pétreo, portentoso con ambos pies, bloca con seguridad y funciona como un candado en el una para uno. Como todos los porteros tiene puntos flacos, pero sólo están al alcance de las mejores ganzúas. En definitiva, no encontraría el equipo culé un portero mejor ni en un millón de años.

Si la imagen que proyecta Valdés no se corresponde con la realidad, no sucede lo mismo con Casillas, cuya personalidad sólo ofrece una lectura posible. Pese a tener 28 años, el mostoleño conserva la mirada despierta de un adolescente. Su extrema humildad es otro de los rasgos que le caracterizan, así como su cercanía. Casillas tiene la virtud de poder ser él mismo siempre, en cualquier contexto. Es risueño, sincero y auténtico. No se esconde ante los medios, sino que más bien se gusta. No rehúsa pregunta alguna, pero jamás se embarra. Es insólito que un deportista de élite, encumbrado con su equipo y su selección, se muestre tan natural y sencillo. Lo cierto es que donde Valdés genera controversia, Casillas genera unanimidad. Cuatro Ligas, dos Ligas de Campeones, una Copa Intercontinental y una Eurocopa. Ocho títulos de altura, además de tres Supercopas de España y una de Europa. Un palmarés que asusta y habla por sí solo. Tras ser considerado durante años como uno de los mejores porteros del mundo, la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) le encumbró definitivamente en 2008, tras levantar la Eurocopa como capitán.

La carrera de Casillas está salpicada de episodios mágicos, como su inesperada entrada en la final de la Champions de 2002, en la que César se lesionó. Su concurso acabó siendo clave para conseguir el trofeo, merced a paradas repletas de reflejos, casi milagrosas. Ese tipo de actuaciones, repetidas en decenas de partidos de Liga, comenzaron a forjar su fama de santo. Con la selección, sus milagros se han manifestado también en forma de penaltis parados. Gracias a él, el combinado nacional superó los octavos de final frente a Irlanda en el Mundial de Corea y Japón 2002, con un total de tres penas máximas detenidas a lo largo del partido. Una actuación similar en los cuartos de final de la última Eurocopa, frente a Italia, permitió extender el puente hacia el Ernst Happel de Viena.

Si Valdés es un candado, Casillas es lo más parecido a un tabique. La gran diferencia entre ambos es que desde que son titulares indiscutibles, la defensa del Madrid ha acostumbrado a hacer más aguas que la del Barça, por lo que Casillas ha tenido que manifestar continuamente sus reflejos gatunos. Valdés para mucho y bien; Casillas lo repele casi todo. Esa es otra de sus grandes diferencias, ya que el catalán destaca por aquello en lo que flaquea el madrileño: salidas por alto y paradas a un tiempo. Casillas aún es algo vulnerable en ese sentido, aunque en la Eurocopa se pareció bastante a su mejor versión de siempre. El sustantivo que mejor define a Valdés es 'sobriedad'. Sigue la tradición de los clásicos porteros españoles, pero añadiendo la capacidad de golpear el balón como un mediocentro. Por su parte, a Casillas le describe cualquier adjetivo similar a 'imposible'. Dos porteros distintos para dos clubes distintos, aunque primos hermanos en el fondo. Cada uno, a su manera, es el portero ideal para su equipo, lo cual evidencia su clase. Valdés y Casillas, dos guardianes de altura para las porterías más cotizadas.
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miércoles, 5 de agosto de 2009

La limpieza étnica, el precio de una constelación

Un reportaje de Cristian Naranjo

Hablar del Madrid actual supone hablar de Florentino Pérez, de sus galácticos y de sus cheques en blanco. El constructor ha culminado la incorporación de Xabi Alonso, su séptimo fichaje ─sin contar a Negredo, que se irá por donde vino─. Finalmente, el donostiarra se convierte en el cerebro de Pellegrini, al que supuestamente no le convence Gago. El ritmo al que funciona el mediocentro español dobla las revoluciones del argentino, cuyo fútbol aún conserva el tran tran propio de su tierra. Es un jugador muy académico y por tanto válido: recibe, toca, se mueve, vuelve a recibir y vuelve a pasar. Todo pulcro y correcto, pero sin enseñar las fauces. En definitiva, no admite comparación con Xabi Alonso, el complemento idóneo para una turbina como Lass. Alfredo Relaño escribía estos días que el donostiarra está para dirigir el tráfico y unir las perlas. Dos símiles magistralmente hallados. A sus 27 años, el ex jugador del Liverpool se ha convertido en la mejor versión posible de sí mismo. Se lo debe todo a Rafa Benítez, que lo ha cincelado hasta conseguir al pivote perfecto. Era un grandioso futbolista cuando se marchó a Inglaterra, hace ya un quinquenio. Aún es un misterio por qué entonces no cuajó su fichaje por el Madrid, si ciertamente los protagonistas eran los mismos: Florentino, Valdano y la predisposición del jugador.

Xabi Alonso se convierte pues en la cuarta adquisición nacional de la nueva directiva blanca, que ha cumplido con creces la promesa de españolizar el Madrid. Esta vez, el cuento de los 'Zidanes y Pavones' sí era cierto. Aunque rebautizado por el propio Florentino: "Di Stéfanos, Amancios y Raúles". Esa terna suena excesivamente vintage, por no decir que desprende olor a ácaro. El primero en actualizar el nombre de la política de reunir a mediáticos, canteranos y españoles ha sido Luis Nieto, del diario As. "Cristianos y Graneros" es el título más apropiado para el faraónico proyecto de Florentino Pérez, absolutamente inédito en la historia del fútbol moderno. Ha fichado estrellas mediáticas, sus inversiones predilectas; ha adquirido jugadores nacionales y ha repescado canteranos. La majestuosidad de la obra reside en su precio y en el tiempo en que lo ha logrado: ¡252 millones de euros en un solo verano! Tras cerciorase de que urgía echar el resto por tratar de desbancar a la 'Guardiola Mecánica', Florentino y su séquito se lo han apostado todo a una carta. En menos de un año se conocerá si realmente han jugado bien su mano o si por el contrario la suerte del fútbol funde para siempre su gestión. Por ahora, los representantes del proyecto disparan con bala. Cristiano aspira a convertirse en el mejor futbolista de todos los tiempos, mientras que Granero no titubea: da por acabado el reinado azulgrana.

Cuando se conocieron los créditos que le otorgaron al club blanco Caja Madrid y el Banco Santander, los 300 millones parecían interminables. El resultado de la inversión no debía ser otro que un campo minado de estrellas. Cristiano Ronaldo, Kaka' y Ribéry parecían alcanzables. Los dos primeros fichajes fructificaron pronto. Eran operaciones que contaron con la connivencia de United y Milan. La llegada del tercer galáctico se dio por hecha durante días, dada la estrecha relación de Ribéry y Migliaccio con Zidane. Scarface estaba decidido a ocupar la banda izquierda del Bernabéu y la mesa, con manteles nuevos y cubertería de plata incluida, ya estaba puesta. Pero entonces sucedió algo extraño en el mundo del fútbol. Por norma, cuando un equipo grande quiere a un jugador, éste presiona hasta forzar su marcha, ante la que el club de origen no puede negarse en redondo. Los tres lados se unen y se forma el polígono. Es una ley tácita, que casi siempre se da. Este verano, en cambio, se han sentado algunos precedentes. Equipos como el Valencia con Villa y el Bayern con Ribéry se han hecho fuertes, hasta el punto de conseguir la continuidad del jugador a base de demandar cantidades sobredimensionadas. Sin embargo no está todo dicho en el caso del galo. Para discernir el desenlace de su romance con el Madrid sólo hay que remitirse a la jurisprudencia reciente. El United de Ferguson consiguió retener a Cristiano Ronaldo, pero una sola temporada.

Más allá de las pretensiones económicas del Bayern y de la actitud de sus responsables, se presume intrigante el siguiente movimiento de Florentino, que a buen seguro apurará las opciones de ligar su trío de ases. Por su parte, Valdano podría ir de farol asegurando que la plantilla está totalmente cerrada. Con todos sus principales objetivos cumplidos, nada parece imposible para el presidente madridista. Sólo las estrellas azulgranas son terreno vedado ─aunque a algunos periodistas les ha asegurado off the record que su verdadero sueño es Messi─. Conjeturas aparte, por ahora la diferencia entre el 'debe' y el 'haber' del Madrid esta temporada es abismal. Con sólo 15 millones obtenidos por venta de jugadores, el saldo negativo asciende a 237 millones. Desprenderse a granel de los descartes se presume como única alternativa para acometer el fichaje de Ribéry, que pasa por ser el deseo expreso de Zidane. Exquisito paladar el del maestro marsellés.

Con nueve altas y nueve bajas, por ahora la plantilla blanca no ha crecido ni ha menguado respecto a la temporada pasada. Los ocho fichajes y el regreso de Garay han impedido el adelgazamiento del plantel, al que en estos momentos le sobran un mínimo de tres jugadores pese a la rescisión de contrato a Míchel Salgado. El cerco se sigue estrechando en torno a Negredo y al clan holandés a excepción de Van Nistelrooy, con quien el club parece sentirse en deuda. Si a la espera del último galáctico sobran tres hombres, todo apunta en primer lugar hacia el delantero vallecano, quien no tiene reparos en buscar destino. Siempre es una lástima y una injusticia que a igualdad de condiciones caiga antes el producto nacional que el foráneo. En segundo término, el que parece sentenciado es Van der Vaart, cuyo divorcio con Pellegrini ya es público. El holandés llegó a Madrid como uno de los supuestos galácticos de Calderón. Apenas jugó y ha tenido problemas de adaptación en el vestuario, que sigue comandado por el cacique Raúl. Sólo un año después de su aterrizaje lo arrinconan contra la puerta de emergencia.

Van der Vaart es una víctima más de la trituradora de los equipos grandes. Suelen equivocarse al comprar, lo hacen muy caro y siempre tienen dificultades para dar salida a sus descartes. Les cuelan cobre a precio de platino y ellos lo convierten en morralla, mientras los intermediarios chupan del proceso. El último caso evidente se ha dado en el Barça. Henrique y Keirrison pertenecían, ambos, al Palmeiras y a la empresa Traffic. Sus fichajes han supuesto un desembolso cercano a los 30 millones. Tras su cesión en Alemania, Henrique está fracasando en la pretemporada. La prueba de que Guardiola no confía en él es su apuesta decidida por Chygrynskiy, un central ucranio ─con los pros y contras que ello conlleva─. El caso de Keirrison supone la misma operación, pero aún más cara al tratarse de un delantero. Jugará en el Benfica y con suerte marcará 15 ó 20 goles, la gran mayoría al primer toque y algunos de penalti. Como no es mejor jugador que Saviola, su próximo compañero en la delantera, volverá de la cesión y habrá que cederle de nuevo. Así hasta que alguien muerda el anzuelo y lo compre por la mitad de lo que el Barça pagó. Una ruina económica y deportiva, que convierte el capital del club en comisiones para unos pocos. Todo muy sospechoso, corrupto y maloliente. El asunto de Van der Vaart es distinto. No es mal futbolista. Él llevaba la manija del Ajax primero y del Hamburgo después, dos buenos equipos en sus respectivas ligas, lo cual le acredita como un futbolista aprovechable. En su día lo pretendió el Valencia. No sería una mala noticia para Emery contar con sus servicios. Villa, Silva, Mata, Van der Vaart y Emaná. Suena de perlas.

Finalmente, de entre Huntelaar, Sneijder, Drenthe y Robben debería salir al menos uno. Del rebelde cazador ya se ha escrito en PLF. La repudia que sufre por parte del club sólo se entiende por sus dificultades de adaptación. De otro modo debería convertirse en el relevo natural de Van Nistelrooy. Benzema tiene más caché, más potencia y más brillo, pero Huntelaar nació ariete. De aspecto desairado, facciones futuristas y cuerpo enjuto, lleva el gol tatuado en su piel sonrosada, e inyectado en sus ojos indolentes. Sneijder es otro jugador engendrado por la prolífica escuela del Ajax. Compañero de generación de Huntelaar y Van der Vaart, su caso es divergente. Completó una primera temporada sensacional, con una buena dinámica de juego, trufada de cañonazos. Por su naturalidad, daba la sensación de que había estado siempre en el Madrid, siempre en la Liga. Parecía totalmente acoplado al mecanismo de Schuster. Pero no. Su luz se fundió. Perdió continuidad y acabó cumpliendo un papel casi tan secundario como el de Van der Vaart. Se dice que entre los dos formaron el gueto holandés, y él mismo reconoció en rueda de prensa que salía mucho por las noches. Con todo, es un jugadorazo completo como pocos. Presumiblemente se quedará por un acuerdo con su representante. A Pellegrini le gusta y por tanto tendrá minutos. Con Drenthe también parece contar el técnico, pese a las críticas de prensa y afición. Se dice de él que su juego es alocado e indisciplinado tácticamente. Pero es insultantemente joven y tiene recorrido para ilustrarse. Hacerle actuar de interior, a quince metros de la banda, sería una opción interesante para explotar su nervio de pequeño Tyson. No ocurrirá. Su única vía para tener minutos es el lateral zurdo.

Y por último Robben. El más caro y sin duda el más talentoso de la saga oranje. Nadie duda de su clase ni de sus virtudes de extremo sin aleaciones. Velocidad, desborde, verticalidad y gol. Es especialista en todo lo que compete a un futbolista clásico de banda, en unos tiempos donde los buenos extremos puros son especie protegida. Cuando las lesiones lo han respetado ha desequilibrado siempre, tanto para asistir como para marcar. Durante un tramo de la última Liga sostuvo al equipo de Juande a base de diagonales imposibles. Tanto es así que la prensa madrileña lo llegó a comparar con Messi. Salvando las distancias, él también tiene lo más difícil de encontrar en un futbolista: la capacidad para eliminar rivales. Ante todo se trata de un jugador especial, que parece salido de El curioso caso de Benjamin Button, porque transmite la sensación de envejecer al revés: de viejo a joven. Quizá por eso, como dice Albert Valor, sus músculos sean de cristal de Bohemia. De todos modos, si no llega Ribéry deberá alternarse en la franja izquierda con los minutos que le preste Granero, cuyo enorme rendimiento le hará titular.

Fichar galácticos, españoles y canteranos. La premisa de Florentino era clara y ha sido cumplida a rajatabla. Obviando los precios, el Madrid se ha reforzado mucho y bien. Ha renovado el armario entero, merced a llevarse lo mejor de cada casa, sin salirse del presupuesto proyectado. Ha podido incorporar a ocho jugadores de nivel mundial a pesar de sus dificultades para traspasar a los descartes. Desde un punto de vista formal, un ejercicio perfecto, que dará sus frutos a medio plazo. Con el objetivo de la décima Copa de Europa en el Bernabéu, Florentino ha querido asegurar el tiro con un proyecto de tres años condensado en uno. Una gran muestra del respeto que siente por la temporada del Barça. Una apuesta decidida por borrar cuanto antes el recuerdo de unas temporadas aciagas en Europa. Posiblemente, en el hipotético once ideal de la afición sólo falta un nombre más: Franck Ribéry. Para afrontar su espinoso fichaje, Florentino debe recuperar millones a través de los traspasos. Negredo, Van der Vaart y Huntelaar parecen los elegidos. Aunque desprenderse de dos grandes delanteros jóvenes no es una medida inteligente a priori, es más lógico que mal vender a jugadores de la talla de Sneijder o Robben. Traspasar a más de dos holandeses no respondería a motivos deportivos; supondría evidenciar la intención por eliminar cualquier vestigio calderoniano, una medida fea y prepotente que suelen adoptar los presidentes neófitos, como si el club fuera su casa. Deshacer la facción holandesa, teniendo en cuenta que jugadores como Miguel Torres ─que si fuera feo ya estaría en el Getafe─ seguirán en plantilla, equivaldría a un genocidio deportivo. Y como es sabido, la limpieza étnica nunca tiene sentido.
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domingo, 2 de agosto de 2009

Enemigos íntimos

Un reportaje de Cristian Naranjo

El periodo estival avanza inexorablemente al encuentro de las grandes competiciones. Sin ir más lejos, la Champions y su hermana pequeña, la Europa League, ya han echado a andar en sus rondas previas. Puede dar fe de ello el Athletic, que se dejó hace unos días media eliminatoria en San Mamés frente al pintoresco Young Boys suizo. El resto de equipos españoles, exentos todavía de partidos oficiales, invierten el tiempo en entrenar duro, jugar partidos amistosos y reforzar sus planteles. Hasta el momento, los dos gigantes de la Liga, Madrid y Barça, están dibujando trayectorias diametralmente opuestas tanto en el plano deportivo como a nivel de despachos. Las diferencias no responden más que al reflejo del anterior curso, donde el Barcelona hizo las delicias de sus aficionados a base de arte, goleadas y conquistas. Por su parte, el Madrid fue cayendo de las competiciones hasta poder optar sólo a la Liga, de la que finalmente también se descolgó. Guardiola y sus bajitos le precipitaron al vacío con un vendaval de juego incontestable. En un clásico, el resultado de 2-6 tiene necesariamente un efecto demoledor. Tras ese partido, aficionados, dirigentes y medios de comunicación colgaron el cartel de cerrado por reformas en el club blanco. Urgía una revolución en todos los estratos, comenzando por la presidencia y pasando por el cuerpo técnico y la plantilla. Florentino Pérez, señalado como el salvador, asumió la responsabilidad de reflotar a un equipo devastado por sus resultados mediocres y las victorias del eterno rival.

Con 300 millones de euros a su disposición, Florentino sólo tuvo que señalar sus objetos de deseo: Kaka', Cristiano Ronaldo y Benzema. Valdano y Pardeza entre otros, se han dedicado a un trabajo menor y sin embargo requerido: recuperar a los principales exponentes de la cantera madridista. Arbeloa y especialmente Granero se ganarán por derecho propio una plaza fija en el once de Pellegrini. Albiol y a buen seguro Xabi Alonso elevarán a cuatro el número de incorporaciones nacionales. No en vano, una de las líneas maestras del nuevo proyecto era españolizar el equipo. Se camufló con ese nombre la aspiración de repetir el modelo del Barcelona, capaz de ganar una Liga de Campeones con siete canteranos.

Más allá de las cantidades invertidas, Florentino y su equipo no han errado ningún tiro. Todas las incorporaciones y las que aún están por llegar tienen aptitudes suficientes para remodelar cualquier plantilla. Ahora bien, los descartes, ya sean de Pellegrini o de la directiva, están causando migrañas. Huntelaar, Van der Vaart, Negredo… buenos jugadores todos ellos, pero al fin y al cabo desechados. Supondrían un hallazgo para cientos de equipos. En el Madrid son un problema. A la espera de ir deshaciendo poco a poco ese nudo, el proceso para hacer nuevos fichajes no se detiene. Una vez que Xabi Alonso ha agotado todas las vías para expresar su voluntad, José Ángel Sánchez y Christian Purslow, directores ejecutivos de Madrid y Liverpool, están condenados a entenderse. El donostiarra podría ser el último refuerzo para Pellegrini, siempre y cuando Florentino no fabrique billetes para comprar a Ribéry.

Con la plantilla prácticamente diseñada a la espera de cerrar las últimas altas y bajas, Pellegrini ha podido acumular entrenos y probar a sus futbolistas en cuatro amistosos. Dicen los entendidos que esa clase de partidos no sirven para sacar conclusiones, que son meros entrenamientos con público. Esa opinión no se ajusta a la realidad. En primer lugar, Pellegrini ha dispuesto el dibujo táctico que pretende aplicar. Un sistema moderno, a medio camino entre el 4-4-2 y el 4-3-3, donde las bandas sólo son ocupadas llegado el momento. Al chileno no le convence que los extremos, ya sean Cristiano o Robben, actúen en paralelo a la banda. Prefiere apostar por la movilidad de todos los elementos de ataque como instrumento para sorprender al contrario. En segundo término, el técnico también ha dado a conocer qué espera de los jugadores que presumiblemente no parten como titulares: Míchel Salgado, Metzelder, Garay, Miguel Torres, Drenthe, Guti, Higuaín, Sneijder, Negredo, Granero… todos han tenido minutos para tratar de convencer a Pellegrini. Sólo algunos lo han logrado. Entre ellos Granero, a quien no le ha sido difícil avalar su fichaje: calidad en ambas piernas, inteligencia táctica y violencia en el disparo. Esas son las armas del 'Pirata', que está llamado a ser una de las sensaciones del campeonato que se avecina. Además de Granero han habido más sorpresas. Metzelder, Drenthe y por supuesto Higuaín han rallado a buen nivel. En tercer y último lugar, Pellegrini ha podido constatar el potencial de sus dos fichajes estrella para la vanguardia. La sensación es que a ambos les queda mucho recorrido para alcanzar el nivel esperado. Benzema ha enseñado sus cañones, pero del viejo Ronaldo sólo parece poseer la forma de correr. Si del francés se ha podido extraer poco, menos jugo se ha obtenido de Cristiano. El portugués desprende sensación de ansiedad, de no poder plasmar lo que imagina. Es francamente preocupante lo indeciso que se muestra al encarar. Y sobre todo, que entre Pellegrini y él hayan olvidado sus virtudes de extremo puro, supone un atraso mayúsculo. De todos modos, es pronto para ser categóricos. La Liga arranca en un mes, y será en ella donde cada uno dará su auténtica medida.

Situado en un lugar totalmente opuesto al Madrid, el Barcelona vive un momento dulce, heredado de la conquista del trébol y reforzado por una adquisición de campanillas: Zlatan Ibrahimović. Mientras que Florentino ha gastado cerca de 220 millones en seis fichajes, el Barça ha optado por confiar en la plantilla del triplete a excepción de Sylvinho y Eto'o, que han sido reemplazados con solvencia. Mientras no llegue un centrocampista, los gastos del equipo azulgrana ascienden a 86 millones, teniendo en cuenta que Eto'o ha sido valorado en 20. Dado que la lista de efectivos de Pep Guardiola es corta, y debido a la ausencia de los internacionales, el de Santpedor optó por llevarse al stage a un abanico de canteranos: Muniesa, Fontàs, Jonathan Dos Santos, Jeffren, Gai Assulin, Rueda, Montoya y Espasandín. De ellos, Guardiola escogió a cuatro para que formaran parte de la gira americana. En los tres partidos amistosos disputados hasta la fecha, todos los jóvenes, casi sin excepción, han mostrado un buen nivel. En Inglaterra, frente a Tottenham y Al-Ahly, Muniesa, Fontàs, Dos Santos y Assulin se presentaron al gran público. De hecho, Guardiola eligió a tres de ellos para la gira, con el único cambio de Assulin por Jeffren, en una decisión posiblemente discutible. El israelí transmite desparpajo y frescura pese a su precocidad. Por su parte, Jeffren es un extremo más académico y está maduro, pero no se le intuyen cualidades especiales.

Así, mientras el Madrid completa las alineaciones con descartes, el Barça apuesta por la cantera. El paralelismo es francamente inevitable. En sus tres partidos, ya sea repleto de canteranos o con los internacionales, el equipo de Guardiola ha sido fiel a su identidad: posesiones largas y persistir en el ataque. Frente a Los Ángeles Galaxy, el nuevo lateral izquierdo, Maxwell, demostró por qué Beguiristain se fijó en él. Messi, Touré, Henry, Puyol y el resto de pilares se mostraron muy frescos pese a las cargas de trabajo a las que se están sometiendo estos días. Mantener esa chispa será la clave de la temporada, y parece que el equipo no se ha desenchufado de la fórmula del éxito. Una gran noticia para culés y buenos aficionados al deporte rey.

En la gira americana no puede participar activamente el fichaje más caro de la historia del Barça. Una lesión en la mano se lo impide. En sus primeras entrevistas a la prensa catalana, Ibrahimović se muestra como un jugador extremadamente ambicioso. No tiene reparos en asegurar que estará en la fotografía del equipo ganador de la Champions en el Bernabéu. No existe mayor reto para un azulgrana, y que un recién llegado aspire a conseguirlo es una carta de presentación asombrosa. Al parecer el sueco no ha querido perder la ocasión de dar muestras de su carácter. Ibrahimović es la pieza que faltaba en el ajedrez de Guardiola, que pierde un caballo como Eto'o, pero gana una torre. El camerunés no vivía del artificio. Sólo estaba para el gol. Justo al contrario que el delantero cíngaro, un ariete tecnológico, fruto del mestizaje cultural. De Ibrahimović se puede esperar todo. En ocasiones parece desmontable y repleto de herramientas, como el Inspector Gadget. Pero sobre todo se asemeja a Gulliver, un gigante entre liliputienses. El sueco viene a dar si cabe más lustro a la Liga española, engrandecida por los últimos fichajes. En unas semanas, su debut será un hecho. Será el momento de comenzar a valorar qué gana el Barcelona con el delantero agitanado. Lo que ha perdido es conocido: la raza en sí misma.

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Epílogo
Aunque los medios reflejen lo contrario, hay vida lejos de la brillantina galáctica que aglutinan los dos grandes. Algunos equipos de tamaño mediano y otros incluso más humildes, sin apenas presupuesto, se mueven en el bazar de fichajes con la agilidad de los peces. Es el caso de Villarreal, Sevilla, Espanyol y Valladolid. El equipo amarillo se ha reforzado con el prometedor lateral Iván Marcano y con Nilmar, delantero brasileño capaz de hacer las maravillas con las que sueña Keirrison. El Sevilla, con Monchi a la cabeza de la secretaría técnica, ha optado este verano por los caballos ganadores. Las incorporaciones de Zokora y Sergio Sánchez así lo atestiguan. Por su parte, Valladolid y Espanyol, clubes sufridores por antonomasia, se han movido de forma ejemplar. Con 7 millones y uno respectivamente, pucelanos y periquitos han importado a jugadores como Manucho, Pelé, Nakamura o Ben Sahar. Ellos también son galácticos. De corte bajo, más humildes, pero galácticos al fin y al cabo.

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